Este año, si bien los eventos culturales no pudieron abrirse paso a raíz de la pandemia, pudieron reinventarse y lograr llegar a más audiencias a través de propuestas virtuales, además de incrementar la diversidad de espectadores al poder llegar a muchas partes del mundo.
Entre los cambios que hubo, muchos de ellos venían en camino, como por ejemplo la cantidad de libros digitalizados, el delivery de libros, se afianzaron espectáculos y canales de expresión en las redes, y aparecieron formas mixtas presencial-virtual que también permitieron llegar a públicos más lejanos geográficamente.
La experiencia de vida en pandemia aceleró procesos e instaló nuevos hábitos que puede que queden fijados en la sociedad, como el incremento de una convivencia más fluida con la virtualidad, que imprime un nuevo paradigma a la cultura: las pantallas como una dimensión heredada de esta emergencia sanitaria.
Desde teatro virtual, hasta recitales y lectura de libros, el espacio online ha brindado un sinfín de espacios para que los artistas y escritores puedan continuar ofreciendo su material al público, a veces cobrando, a veces de manera gratuita, dependiendo el evento.
También, la creación tiendas virtuales ofreciendo todo tipo de productos, desde artesanales hasta re vendidos, tuvieron su auge este año, incrementando de esa forma la posibilidad de tener una remuneración tanto para artistas que ya venían trabajando como para personas que adquirieron esta forma de generar ganancias.
