Ricardo Valerio Jeromín, un pilar de la comunidad rusa en Argentina

Colectividades

POR ALEXANDRA BARRETO

“Argentina se caracteriza por ser un crisol y todos nos llevamos bien”, confiesa Ricardo Valerio Jeromín (72), quien trabaja incansablemente por preservar las tradiciones heredadas de sus ancestros. “Mis padres y abuelos vinieron de Rusia,  aprendí costumbres cosacas pero hoy se hace difícil que la nueva generación quiera seguir el legado”, sostiene Ricardo Valerio Jeromín en diálogo con Optimism.

Desde hace muchos años trabaja en el Consejo Coordinador de Compatriotas rusos en Argentina, en la Federación de Colectividades de Quilmes, y es presidente del Club Ruso de Bernal.

Explica que en el país vive la mayor población rusa de América Latina.

La comunidad incluye a inmigrantes provenientes de la Federación Rusa, como a los que llegaban de todas aquellas naciones que fueron parte de la Unión Soviética, puesto que mucho antes del desmembramiento de la URSS, emigraban con pasaporte ruso. “Inclusive con el Consejo que nos reunimos en la Embajada se trató este tema para dilucidar quién es ruso y quién no”, aclara.

Los soviéticos llegaron por diversos motivos que van desde lo político a lo religioso, fueron varias oleadas migratorias. La primera se trataba de familias en busca de tierras para cultivar y progreso económico. Llegaron partir de 1874 y se asentaron, principalmente, en Misiones. Posteriormente la segunda, se dio en 1890 con la emigración de judíos. Para 1910 eran más de 100.000 personas.

“La tercera ola se desarrolló entre 1906 y 1913, en ese período Argentina era el segundo país en el mundo después de Estados Unidos con el mayor flujo de emigración rusa, también hubo ucranianos y otras nacionalidades. La última coincidió con la Perestroika”, comenta Ricardo.

Además, la colectividad rusa es el tercer grupo migratorio europeo más numeroso; los españoles en segundo lugar e italianos en el primero. La mayoría se asentaron en Buenos Aires a diferencia de los primeros migrantes que lo hicieron en Misiones.

Para Jeromín esta tierra era apetecida porque se necesitaba mano de obra “sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, había mucho por hacer, mis padres y abuelos decidieron venir aunque no tenían información del país. Se dedicaron a la construcción y en fábricas de frigoríficos, luego, con el tiempo llegaron los que eran profesionales”.

El crisol de colectividades es un símbolo permanente que estrecha más los lazos de la gente. Al respecto, el líder de la comunidad, dice que hace cuatro años tuvo la posibilidad de visitar en Roma al Papa Francisco junto con 30 representantes de diversas comunidades. “Cuando terminó la misa,  lo saludé, le di la mano y pregunté: ‘¿Cuándo se reencontraría con el Patriarca ruso Kiril?’. Respondió: “Es que todavía hay muchos problemitas de por medio”.

Uno de los pilares más fuertes de la población es la parte religiosa. “Los rusos son muy creyentes sobre todo los descendientes de cosacos. Durante la etapa de la Unión Soviética se prohibió profesar la fe, se denunciaban a los que tenían imágenes religiosas. Recuerdo que de pequeño fui monaguillo en una iglesia”.

El 14 de junio de 1888 se inauguró en Buenos Aires la primera Iglesia Ortodoxa en América del Sur, constituida por un par de estrechas habitaciones. Este templo se convirtió en un lugar de apoyo mutuo y el 23 de septiembre de 1901, en el barrio de San Telmo (Av. Brasil 315), fue construida en el estilo de la iglesias de Moscú del siglo XVII por el arquitecto, Alejandro Christophersen.

La alegría también los caracteriza y una de las fiestas más significativas en la ciudad es el ‘Buenos Aires Celebra Rusia’ que se realiza en Avenida de Mayo y Bolívar, y en sus ediciones presenciales contó con un despliegue de espectáculos, grupos musicales, y comida típica. “Esta fiesta es tan conocida que hasta Vladimir Putin habló de ella.  Estuvieron rusos que viven en Comodoro Rivadavia, Misiones, Santa Fe, Buenos Aires y Mar del Plata. Tuvimos más de 40 gacebos de comida, artesanías como las Matrioshkas y también estuvo el Club Garra de León con su sistema de combate medieval, deporte donde los rusos se destacan”.

Otro de los momentos significativos es el Día de la Victoria que conmemoran el 9 de mayo con un desfile que antes de la pandemia se realizaba en la Plaza San Martin, “Cada asistente traía consigo la imagen de un familiar o amigo que estuvo en la guerra, llevé la foto de mi tío, se convocaron 500 personas”.

La gastronomía rusa es muy apreciada por la variedad de platos calientes. “Los pelmeni que son enrollados de carne o pollo con huevo y Varenikes rellenos de panceta, cebolla y huevo. Actualmente hay muchas personas de la comunidad que venden comida por internet”.

También la ensalada rusa es una de las más populares del mundo, el nombre original es Ensalada Olivier, se caracteriza porque además de papas, remolacha, huevo mayonesa, en Rusia le agregan trozos de fiambre.

Hubo gente de la nobleza rusa que colaboraba con causas benéficas. En Buenos Aires vivió la Gran Princesa, María Pávlovna Románova y el conde Sergei Zubov, descendiente de Platón Zubov, conocido por su colección de pinturas y miniaturas en marfil que después de su muerte fueron donadas al Museo de Arte Decorativo.

Una de los tantos objetivos de la colectividad es hacerla crecer en cuanto a la participación e interés que puedan despertar de las nuevas generaciones. “Mis nietas pequeñas estuvieron asistiendo a los clubes a estudiar ruso, tengo muchos amigos que vinieron, sus hijos no tienen contacto en la comunidad. Formamos el Consejo Coordinador de los Jóvenes justamente para involucrarlos en los eventos y a la vez invitar a toda la gente que quiera sumarse a conocer más de nosotros a través de las redes sociales, cursos, y charlas que hacemos de manera virtual”, culminó.

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Richard

Que bueno mí primo Ricardo Valerio,!! Felicitaciones al gesto de compañero y buena persona!!!!