Son esenciales, y por eso no se rindieron en pandemia: conocé la historia de los amigos farmacéuticos

Historias para contar

Se trata de José (a quien llaman Chacho) y Horacio, dos farmacéuticos de Martínez a quienes no los detuvo ni la edad ni el coronavirus para seguir ejerciendo su vocación.

Una amistad de muchos años, una vocación, y un gran sentido de la responsabilidad social parecen ser el combo ideal para sobrellevar esta pandemia. Al menos esta fórmula les viene funcionando muy bien a Chacho y a Horacio, los farmacéuticos más conocidos y más queridos del barrio de Martínez, partido de San Isidro.

“Se conocen del barrio y se hicieron amigos, y después se dio que los dos decidieron estudiar farmacia. Horacio tenía su papá farmacéutico también, aunque en ese momento se llamaba boticario”, cuenta Majo Muller, la hija mayor de José y ahijada de Horacio, quien dio a conocer la labor de ambos durante la pandemia a través de Twitter.

Orlando, papá de Horacio

Tras recibirse juntos, Majo cuenta que su papá “empezó un tiempo a trabajar en otra farmacia, hasta que el papá de Horacio lo convocó para unirse a la Farmacia del Pueblo (tiene más de cien años en Martinez), donde empezaron una sociedad”. Esto último se dio hace 50 años y un tiempo más tarde abrieron su propia farmacia juntos, llamada Santa Teresita, a dos cuadras de la Farmacia del Pueblo.

“Ellos tienen su estilo, como las farmacias de antes, más tradicionales. Son los que aplican inyecciones y toman la presión de toda la vida en la farmacia del pueblo”, agrega Majo, resaltando que los conoce todo Martínez.

Ser quienes realizan esas tareas desde hace tantos años conlleva un sinfín de anécdotas. “Todos los años hay una fecha en la que una señora manda una caja de bombones porque es la fecha en la que ella siente que renació. Ese día llegó con un cuadro severo de alergia y allí la salvaron”, recuerda orgullosa la hija de Chacho.

Además de las tareas convencionales de un farmacéutico, los amigos se caracterizaron siempre por tener un laboratorio homeopático y alopático muy reconocido en la zona.

Actualmente, Chacho y Horacio cuentan con un importante número de empleados, la mayoría de hace muchos años y de gran confianza para ellos. Majo cuenta que en ellos también se nota el vínculo estrecho de tantos años transitando la profesión: “ya llevan una vida juntos, están muy acostumbrados a trabajar juntos, se miran y se entienden, es especial verlos”, comenta.

Horacio

Cuando comenzó la pandemia, las familias de ambos comenzaron a preocuparse por la salud de los hombres de 75 años. Majo cuenta que se comunicó con su hermano y el hijo de Horacio, para ver cómo resolver el hecho de que ninguno de los dos quería dejar de trabajar: “Cuando empezó la pandemia los hijos nos unimos para decirles que teníamos que hacer algo porque no podíamos permitir que ellos estuvieran con 75 años metidos ahí. Tratamos de persuadirlos, les propusimos ver distintas formas de ayudarlos”.

A pesar de los esfuerzos, Chacho siempre sostuvo que la farmacia es “su misión, su vocación, que si le tiene que pasar algo le pasará, que él tiene fe en Dios, y que se comprometió en la vida para hacer ese trabajo, que no le va a fallar a sus empleados, que ellos deben dar el ejemplo frente a ellos y que también tiene que salir a cumplir con su comunidad, que la gente se tiene que vacunar o que necesita que se le tome la presión”, enumera Majo sobre la charla con su padre, y asegurando que fue imposible hacerlos cambiar de parecer.

Chacho

En julio del año pasado, varios empleados se contagiaron de coronavirus, lo cual derivó en el cierre de la farmacia por dos semanas. Afortunadamente, Chacho no contrajo el virus, pero Horacio no corrió con la misma suerte. Estuvo internado más de un mes, pasando largos días en terapia intensiva. Finalmente se recuperó y volvió apenas pudo a la farmacia, a continuar con su legado familiar y su vocación. Pero el golpe más fuerte fue perder a Héctor, un empleado muy querido por todos. La comunidad lo despidió dejando flores en la puerta de la farmacia durante varios días, y cientos de clientes se acercaron a dar las condolencias y a animarlos en un momento tan difícil.

Chacho y Horacio nunca dejaron de cumplir con su misión y con el compromiso que asumieron cuando decidieron ser farmacéuticos. El covid no los detuvo, tampoco los miedos de su familia.

Sobre las repercusiones en Twitter, Majo cuenta que subió esa foto “sin imaginarme que iba a traer esta repercusión porque para nosotros son un ejemplo claramente de vocación, de servicio, de esfuerzo, de pelear por ellos pero también por las familias que dependen de ellos”. “Están convencidos que están haciendo lo que tienen que hacer, y en ese sentido para mí son un gran ejemplo”, concluye.

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