Marcha del Orgullo: qué nos deja y qué nos queda por trabajar

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Por Fernanda Di Benedetto

La Marcha del Orgullo LGTBIQ+, que se celebra el primer sábado de noviembre en Argentina, es una convocatoria y una movilización que busca la igualdad de derechos y reivindicación para las disidencias sexogenéricas.

La primera marcha se realizó en 1992 en conmemoración de la creación de Nuestro Mundo, el primer movimiento homosexual en Argentina. Contó con la presencia de apenas 250 personas, entre ellas Fernando Barrera, un gran participante de la cultura LGBTIQ+ en Argentina. La marcha se llevó a cabo tras caretas de cartón, ya que las personas temían perder sus empleos por lo que significaba la exposición en los 90.

Luego de que la última marcha se tuviera que realizar de manera virtual debido a la pandemia, el orgullo LGBTIQ+ pudo regresar a las calles para celebrar el 30 aniversario el sábado 6 de noviembre, esta vez, enfocandose en que se apruebe una ley integral para personas travestis, transexuales y transgénero. Contó con la presencia de reconocidas figuras del espectáculo, influencers, y caras visibles de la comunidad, así como también de espectáculos musicales.

Uno de los mayores referentes de la comunidad de disidencias es Franco Torchia, licenciado en letras que trabajó en Clarín, Revista Ñ y Fundación Proa. Además, es muy reconocido por habr sido la voz en off y el guionista del ciclo “Cupido” (Turner Latinoamérica), panelista de “Intratables”, conductor de “Televisión Abierta” (América) e integrante de otros ciclos televisivos. Desde 2013 conduce en la radio pública de la ciudad de Buenos Aires “No se puede vivir del amor” (LaOnceDiez), único programa radial diario sobre diversidad sexual del mundo. Cabe destacar que en el 2015 y 2016, Franco fue distinguido en la Marcha del Orgullo de la Argentina y condujo el evento, mientras que en 2019 recibió un reconocimiento especial de la Cámara de Comercio LGBTIQ+ por su compromiso en la defensa de los derechos sexuales. Es autor de El libro de Cupido (Random, 2014) y Orgullo y barullo, y Las entrevistas de “No se puede vivir del amor” (Indie Libros, 2019). 

Con todo este inmenso historial, quisimos dialogar con Franco sobre la profundidad y el significado de la Marcha del Orgullo, dando a conocer su punto de vista sobre ciertas puntas que se desprenden de este evento masivo que este en esta oportunidad está cumpliendo 30 años.

– Hablando sobre la semana del orgullo, ¿Cuáles crees que son las herramientas colectivas que se dan allí que sería necesario reproducir en otros ámbitos como, por ejemplo, en las escuelas?

+ Las herramientas son múltiples, creo que el mes del orgullo, puntualmente el acontecimiento principal que es la marcha, es una demostración de fuerza colectiva, de encuentro. También es la ofrenda política en el sentido más amplio del término, es una demostración de fuerza, creo que todo eso, trasladado a múltiples ámbitos como el sistema educativo, es ejemplificador. Siempre tiendo a pensar el sistema educativo como un sistema celebratorio de las diferencias, capaz de hacer una exaltación permanente de las diferencias infinitas, en ese punto por más que resulte un tanto abstracta yo creo que la marcha es el aporte sustancial. Además, toda la semana del orgullo presenta como particularidad el hecho de que miles de personas se expresan en todo sentido, realmente tal cómo quieren, y luego esa expresión no la vemos colmada, el caso más concreto es el de tantas masculinidades con maquillaje que no se puede reproducir en los trabajos, este es el punto. 

– ¿Cuál dirías que fue el tema central de la semana del orgullo 2021? ¿Cuál o cuáles te gustaría que se traten a futuro?

+ La marcha llevó como consigna la Ley Integral Trans, creo que este proyecto es importantísimo. De todas formas, creo que muchas consignas son difíciles de formular, por momento son abstractas, en el sentido de que quizas solo quienes habitamos las disidencias sexogenericas conocemos y padecemos las microviolencias, microexclusiones, situaciones muy cotidianas e intransferibles. Esas situaciones tienen mucho que ver con las vidas disidentes, no solamente tienen que ver con proyectos de ley, entonces creo que a mi últimamente me preocupa esta cuestión relacionada con la diferencia como un valor absoluto, cómo un valor muy preponderante, eso se ve en la marcha. Sin embargo, no termina de estar subrayado, y luego indudablemente la situación de las personas trans y de las personas no binaries, pero sobre todo de las travestis, sigue siendo completamente dramática, y sin dudas proyectos de ley son importantes, pero también otros sinfin de medidas que ni la ley ni el cupo laboral ya aprobada este año puede subsanar.

– ¿De qué manera ves reflejada en la sociedad argentina las manifestaciones de empatía hacia la comunidad LGTBIQ+?

+ Creo que hay una jerarquización de la empatía, creo que hay grados de esa empatía. En líneas muy generales hoy hacia las lesbianas y hacia los gays es evidente que hay mayor empatía, pero hay que detenerse y pensar qué gay, con qué imagen, con qué expresión, con qué estéticas, no se puede generalizar. La diversidad sexual se trata justamente de la imposibilidad de generalizar. Para las identidades trans, travestis y personas no binaries, de ninguna manera esa empatía es la misma, y de vuelta, qué personas trans y mujeres, con qué aspectos, con qué modos, con qué trabajos en el caso de que tengan. La empatía creció, pero al mismo tiempo cuando nos detenemos, asistimos a situaciones todavía muy problemáticas o completamente violentas.

– ¿En qué circunstancias no las ves? ¿Qué cosas crees que tienen que cambiar o se tienen que dar para erradicar el odio y las violencias?

+ Una enseñanza histórica, sí repasamos la historia de la diversidad sexual en esta parte del mundo, donde siguen siendo inimaginables algunas violencias como por ejemplo excluir de la casa a hijes por tener otra ideología político-partidaria o porque son seguidores de otro club de fútbol, es completamente impensado, eso generalmente no ocurre. Sin embargo, sigue ocurriendo que quedas excluide por orientación sexual e identidad de género. Es por esto que yo creo que el mayor desafío de los estados hoy es trabajar la casa, la familia, que es una institución del estado. Allí las violencias están a la orden del día, sin embargo el estado no logra trabajar en el interior de una institución como esa y tampoco las ONGs logran trabajar en ese terreno. Creo que hay que repensar estrategias para poder trabajar allí, a través del refuerzo de otro montón de instancias por fuera de las familias, como son los trabajos, las escuelas, el sistema de salud. Lo frentes de trabajo son muchos y resta demasiado.

– ¿Qué les dirías a las disidencias sexogenéricas que se encuentran envueltas en un ambiente hostil para vivir su sexualidad libremente? Ya sea en su núcleo familiar, en su trabajo, en la escuela o universidad, en el club deportivo, etc.

+ Creo que una vez más apelando a la historia, ésta demuestra que todas esas instancias de exclusión son retransformadas y neutralizadas por otro montón de instancias que les disidentes encuentran como posibilidad de desarrollo, en otras relaciones, en otros vínculos,  en aquellos que se van construyendo de otras maneras. El encuentro colectivo es crucial y es un factor de cambio indudable para las disidencias sexogenericas, y no me refiero solamente a empezar a militar en una ONG, ni siquiera a ir a una marcha del orgullo, me refiero a que hay determinadas sociedades que incluso frente a tanta tempestad se terminan forjando y son verdaderamente las responsables de la supervivencia. Después, la historia del movimiento travesti es la historia de esos tejes, de esos puntos de encuentro que han sido completamente revitalizadores, es con esa familia totalmente ampliada, es como en tantos otros puntos del mundo en momentos de pandemia, con las casas de otres xadres, que asoma cierta esperanza.

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