Los tiempos de la niñez y la adolescencia no pueden esperar

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La nueva medida tomada respecto de la suspensión de la presencialidad de las clases coloca a la salud en conflicto y/o tensión con la educación, imponiendo así un falso dilema. ¿Son acaso excluyentes la salud y la educación? 

La respuesta es no, y por ello es urgente volver a  interrogarnos para comprender cuáles son la funciónes profundas de las instituciones educativas. 

Sabemos que en la actualidad los niños y adolescentes, aquellos que pueden acceder a algún dispositivo y conexión a una red tienen fácil acceso a la información, entonces: ¿De qué se están perdiendo cuando no pueden ir a la escuela? ¿Cuál es su función y qué consecuencias conllevan su interrupción?

Hoy en día podemos ver un aumento significativo en las consultas por niños y adolescentes que llegan con grandes padecimientos: ansiedad, aburrimiento, depresiones, regresiones, dificultades para dormir, repliegue, manifestaciones somáticas, entre otras.

Es por ello que se hace impostergable comprender en profundidad que no se trata sólo de la transmisión de conocimientos sino de muchas de sus funciones fundamentales. 

La escuela favorece la salida exogámica esencial para que puedan ponerse en juego operaciones imprescindibles para la constitución subjetiva, hay tiempos lógicos necesarios, ineludibles, saltearlos implica consecuencias difíciles de sortear.

Los niños necesitan extenderse más allá de la familia primaria; que algo de la mirada siempre presente de los padres quede velado, es importante la presencia de otros significativos, propiciadores de nuevas identificaciones con pares y adultos. 

Es la escuela quien aloja con normas e integrantes diferentes a lo familiar, hace borde creando un marco que contiene y posibilita. Si esto es viable se verá facilitado el armado de un tejido conformado por lazos ordenadores que permiten una redistribución: nuevas miradas, lugares alternativos y a la vez móviles.

Los niños y adolescentes necesitan espacios propios, el intercambio con sus pares, encontrar que hay un semejante al que le pasan cosas como las que está viviendo, que funcionan como espejos que los ayudan a integrar sus pedazos cuando se sienten rotos, desordenados o desorientados, la mirada cómplice que dice aquello que con las palabras no alcanza, la risa compartida, el sentirse parte.

La escuela es el lugar social de crecimiento por excelencia junto a los espacios de actividades deportivas y recreativas, sus docentes con una enorme entrega enseñan mucho más que el contenido curricular, abren puertas allí donde no es fácil abrirlas, detectan dificultades y velan por el desarrollo saludable e integral del niño y el adolescente. 

En el aprendizaje virtual es mucho lo que queda extraviado. A través de una pantalla falta la calidez de lo humano que acompaña y sostiene.

Los tiempos de la niñez y la adolescencia no pueden esperar, lo que se pierde es en muchos casos irrecuperable.

Dicho eso, como sociedad debemos formularios una última pregunta: ¿Cuánto más profundo es el daño en el 50 por ciento de los niños que sumergidos en la pobreza carecen de muchas posibilidades incluidas el  acceso a la información?

Abordar estas dimensiones implica buscar las soluciones para un desarrollo positivo de la sociedad.


Por Lic. Patricia Kazez
Psicoanalista y Coach Ontológico
Patriciakazez@gmail.com

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Vivi

Espectacular Nota!!!!! Felicitaciones