Hoteles verdes: con la vocación de recibir pasajeros sin dañar el entorno

Bienestar Slider costado

 “No había opción para no ser sustentable. El que va a mi hotel sabe que está comprando más que una cama; está comprando un compromiso con la comunidad, el cuidado de la naturaleza. Yo no puedo contaminar esto, no puedo ir contra esto”, reflexiona Lucy Vilte, dueña del Ecohotel Posta de Purmamarca y referente de prácticas sustentables en el norte del país. “Esto” es nada más y nada menos que el imponente paisaje de la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy, declarado patrimonio de la Humanidad, donde está el Cerro de los Siete Colores, que se ve en todo su esplendor por la ventana del hotel.

Ecohotel Posta de Purmamarca también utiliza energía solar y hacen tratamiento de aguas grises

En la propiedad que administra Vilte desde hace 15 años y que heredó de sus padres que le inculcaron el amor por su tierra, el 90 por ciento de los residuos los gestionan ellos y se usa para otra cosa. El 50 por ciento va para compost. Con ese compost hicieron adobe y ladrillos para una ampliación del hotel, los metales los llevan a una chatarrería. “Hace 10 años que no compramos bolsas de residuos”, se enorgullece Lucy. Cuentan con un sistema de calefacción solar, con cocina solar y calefón solar. También un sistema de reciclado de agua de lavarropas, que se usa para riego, entre muchas otras gestiones e innovaciones. “El agua es un recurso escaso, llega de una vertiente a tres kilómetros. Usamos jabón biodegradable. Hago la trazabilidad completa para saber de dónde viene cada producto que ingresa al hotel, siempre voy por el camino largo”, agrega.

El desayunador del Ecohotel Posta de Purmamarca, en Jujuy

El ecohotel Posta de Purmamarca es uno de los muchos emprendimientos hoteleros, (cada vez hay más en el país y en el mundo), que invierten para un turismo sustentable, que provoque el menor impacto en el medioambiente y que ayude a crecer a las comunidades donde están.

Todos los hoteles pueden tener una gestión sustentable, siguiendo criterios de eficiencia. No es imprescindible hacer inversiones millonarias o tener paneles solares, como a veces se piensa. Muchos hoteles no pueden instalarlos por estar en lugares, por ejemplo, con poca llegada del sol, pero se pueden hacer muchas otras cosas para ser sustentables, que es perdurar en el tiempo causando el menor impacto en el medio y con los recursos que tengan”, explica Emiliano Mastelli, coordinador técnico del programa Hoteles más verdes, una ecoetiqueta de certificación de sustentabilidad hotelera desarrollada por la Asociación de Hoteles de Turismo de la República Argentina (AHT), que cuenta con más de 100 hoteles certificados en el país.

La certificación para los hoteles que lo requieren analiza categoría y variables, vinculados con la calidad y el uso. Por ejemplo, gestión ambiental (como gestión del agua, de los residuos), responsabilidad social, seguridad, proyectos de mejora continua, desarrollo del destino, entre otras. “Es importante vincular todas las áreas del hotel. La sustentabilidad incluye el trabajo en equipo, el clima laboral. La ecología es importante, pero no es la única variable. Nosotros hacemos el couching para que los hoteles logren estos objetivos y así la certificación. Es más sencillo de los que se piensa, es un cambio de actitud, no simplemente aprobar un examen. En muchos países de Europa, especialmente los nórdicos, los viajeros tienen en cuenta que los hoteles cumplan con estos requisitos”, agrega Mastelli.

Océano Patagonia, en Península Valdés, utiliza geotermia para calefaccionar y proveer de agua caliente las habitaciones

El hotel Océano Patagonia, que está en primera línea de playa, frente al mar, en Península Valdés, Chubut, es otro excelente ejemplo de sustentabilidad: fue concebido de cero como un edificio sustentable bioclimáticamente eficiente y costó un 30 % más que una construcción convencional. Pero los dueños prefirieron el gasto extra en pos de ahorros futuros y de provocar el mínimo impacto en la zona, declarada patrimonio por la Unesco y lugar de embarque para salir a navegar en busca de ballenas. Lograron, después de mucho buscar e investigar, utilizar geotermia, una energía renovable poco habitual en el país, que se encuentra almacenada bajo la superficie terrestre en forma de calor y un sistema de aguas grises que reutiliza agua de duchas y piletas de cocina y baño para los depósitos de los inodoros, que les hace ahorrar un 50% del recurso, entre otros desarrollos.

“Tenía un lote en Puerto Pirámides y con mi socia Sharilyn Amy decidimos que sea sustentable, porque los servicios en la zona son escasos: el agua se toma del mar y se desaliniza en un proceso que es costoso, no hay gas natural y la energía eléctrica suele funcionar mal. La inversión de la geotermia es alta, pero luego el consumo es muy bajo. Costó muchísimo hacer las perforaciones, porque el suelo acá es diferente a otras regiones”, cuenta Marcelo Battilana, dueño del hotel que obtuvo muchos reconocimientos por sus criterios sustentables.

Los muebles de Océano Patagonia fueron realizados con madera Pino tea y Pino Oregon de una demolición de un conventillo de La Boca

Battilana explica que una caldera eléctrica para proveer de agua caliente sanitaria y calefacción hubiera consumiría entre 100 a 120 kilowatt. En cambio, el sistema de geotermia que consta de 2 bombas de calor y 8 sondas que se enterraron a 50 metros de profundidad cada una, y van todas interconectadas, les provee de agua caliente sanitaria, calefacción por losa radiante y refrescamiento por fan coil. “Cada una de nuestras bombas gasta 4 kW y es 8 veces más eficiente que una caldera eléctrica. De esta forma, al trabajar en cascada, el consumo máximo sería de 8 kW en lugar de 100 o 120 kW de un sistema tradicional” agrega. Además, instalaron paneles fotovoltaicos y un rack de baterías que funcionan como un grupo electrógeno alimentado por la radiación solar. Los muebles fueron realizados con madera Pino tea y Pino Oregon de una demolición de un conventillo de La Boca. Además, los materiales se usaron fueron adquiridos en la zona.

En Calma Nono, en Traslasierra Cordoba, además de energías solares y tratamiento de aguas, aprovechan el agua de lluvia para la piscina, con un sistema de recupero

Calma Nono, al pie de las Sierras Grandes, en Traslasierra, Córdoba también fue concebido desde el día uno con un fin sustentable y ecológico. “No lo entendía de otra manera, no podía contaminar en un entorno tan frágil, sino que tenía que integrar el hotel al lugar con el menor impacto”, recuerda Pablo Bontempi, que construyó la propiedad hace 11 años.

Entre muchos otros aspectos que garantizan sustentabilidad, Calma Nono cuenta con un sistema de energía solar que provee de agua caliente y calefacción y hacen tratamiento de aguas grises y negras. “El agua de ducha, bachas e hidromasaje se recicla para riego, porque todo el jabón que utilizamos en biodegradable hecho a partir de yerba mate. A las aguas negras también se les hace un tratamiento que luego se utilizan en un sector cerrado, de contaminación cero, para plantas. Con los sobrantes de los jabones de las habitaciones, luego de un proceso, se los utiliza para limpieza de las instalaciones, por su poder desinfectante y bactericida porque están hecho en base a hierbas”, explica Bontempi.

También hacen compost con los desperdicios orgánicos, que luego utilizan como tierra en la huerta del hotel y cultivan verduras y hortalizas que sirven en el restaurante, junto con otros productos de la zona. La piscina se alimenta con agua de recupero de lluvia, que llega por medio de un caño de boca grande desde una gran pileta que instalaron en el techo del restaurante.

Los curiosos containers en desuso que en la posada ecológica CasArtero, en San Rafael, transformaron en habitaciones, contribuyendo a la economía circular

En San Rafael, Mendoza, rodeado de fincas de frutales, olivares, huertas y viñedos CasArtero se creó con nuevos sistemas constructivos, diferentes a los habituales y amigables con el medio ambiente que incluyen paneles solares para generar agua caliente y calefacción en las habitaciones, tratamiento de aguas y containers marítimos en desuso como habitaciones y desayunador. “No queríamos la construcción tradicional, hicimos talleres de construcción sustentable y encontramos en los containers una solución, porque contribuimos a la economía circular, la instalación es muy simple, no es invasivo, solo hay que hacer una base”, cuentan Virna y Germán Rodríguez, que hace apenas un año y medio inauguraron la posada ecológica muy cerca de Valle Grande. También implementaron biodigestores para el recupero de las aguas grises, que luego se usan para riego. Con los desechos sólidos de las aguas negras se obtiene abono para la tierra.

Teníamos los termotanques solares antes de empezar la construcción, siempre supimos que queríamos utilizar energías renovables. El hotel es como un showroom de sustentabilidad”, dicen. Ahora van por más: además de separar los residuos están empezando a hacer compost e incluyendo criterios de accesibilidad.

FUENTE: LA NACIÓN

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