La compañía textil Stoper, de los hermanos Sarasola, pasó de fabricar indumentaria para algunas de las firmas más prestigiosas del país a producir barbijos para enviar al exterior.
Fue tras el llamado de un empresario chino que Sebastián Sarasola, uno de los dueños de Stoper, decidió orientar la compañía hacia ese lado. El gobierno chino debió solicitar apoyo a otros países para la fabricación de barbijos, ya que en su país no podían producir suficientes.
De todas formas, comenzaron en Argentina cuando la pandemia nos azotó, y hoy, venden a varios países, siendo su reputación a nivel mundial lo que les dió el empujón.
“Las pruebas de laboratorio demuestran que el Stoper antibacteriano elimina virus y bacterias en un 99.997%, mientras que el resto de los barbijos tiene una capacidad inferior. Además resiste más de 40 lavados sin perder sus propiedades bactericidas”, cuenta Sebastián.
