De juntar cartón para poder estudiar a convertirse en programador

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En marzo de 2021 Alejandro Sabater se quedó sin trabajo y salió a juntar cartón con su hermano. Arrastró carros hasta de 400 kilos hasta horas de la noche. Empezó a subir videos en las redes sociales sobre esta actividad y a los pocos meses llegó una valiosa oportunidad que le permitió empezar una carrera en la universidad y pasar más tiempo con su familia

 “Me quedé sin laburo y voy a juntar cartón. Seguime y recorramos juntos este nuevo camino”, escribió Alejandro Sabater en su cuenta de Tik Tok donde lo conocían como El Cartonero, en marzo de 2021. Durante los siguientes tres meses mostró cómo eran los días de trabajo recorriendo cada tacho de basura durante cuatro horas, algunas veces acompañado de su hermano y otras solo. A medida que fue creciendo la cantidad de followers, recibió algunas críticas y les contestó con un video donde contaba qué hacía el resto del día: estudiaba programación de manera autodidacta por las noches, y trataba de pasar más tiempo con su hijo de cinco años y su pareja.

Alejandro trabaja desde los 14 años, cuando vivía en Grand Bourg con su abuelo. “Nosotros venimos de Santa Fe; mi mamá se vino sola conmigo y mis dos hermanos, que tenemos un año de diferencia cada uno, y mi vieja trabajaba todo el día para tratar de mantenernos”, explica. Durante la adolescencia iba mucho a un ciber que quedaba cerca de su casa, y descubrió un mundo que le fascinó. “Creo que fue mi forma de escaparme un poco de los problemas, y me sentaba en la computadora durante horas y jugaba videojuegos, descargaba música, videos, miraba tutoriales, y sentí mucha atracción por aprender cada vez más”, asegura.

A los 18 años cobró su primer sueldo como operario de una fábrica y se compró su primera pc de escritorio usada. “No me duró mucho tiempo, pero fue una emoción, y recién ahora a mis 30 tengo una compu para mí”, celebra. Sus jornadas diarias en la industria metalúrgica alcanzaban las 12 horas, y lo que ganaba no le alcanzaba; además de no estar casi nunca en su casa, y llegar agotado al final del día. “No podía ni ponerme a jugar con mi nene, y sentía que me iba a perder su infancia, y fue por eso que decidí hacer un cambio de vida”, sostiene.

“En la fábrica tenía que pedir por favor que me dejaran ir a anotar a mi hijo al jardín para conservar la vacante; me preguntaban por qué no iba mi señora u otra persona, por qué no podía ir yo, y hasta tenía que pedir permiso para ir al baño”, rememora. Y confiesa: “La flexibilidad y los buenos tratos es algo que nunca pensé que iba a tener, creí que solo pasaba en las películas”. El puntapié fue la viralización de los videos como recolector urbano, donde brindaba información sobre sus días de trabajo.

Uno de los clips que estalló de reproducciones fue el que tituló: “¿Cuánto gana un cartonero?”, y detalló que el precio de kilo de mezcla de cartones, plásticos y diario rondaba los 30 pesos, y 34 el papel blanco. En este sentido, juntando 70 kilos en cinco horas, recorriendo muchos tachos, podía alcanzar desde 1500 pesos a 2000 por día, y remarcaba el esfuerzo físico que implicaba y la falta de empatía de muchas personas que lo miraron de manera despectiva o tiraron más basura encima suyo cuando todavía estaba revisando bolsas en el interior del contenedor.

 “Yo creo que siempre hay que tener un plan b, un plan c, hasta la z, tener muchos planes de contingencia. Y cuando empecé en TikTok fue un ‘por las dudas’, porque capaz en una de esas funcionaba y podía dar a conocer mi situación”, reconoce. Sin embargo, fue todo un desafío leer los mensajes de los haters, y reconoce que muchas veces les respondió porque le molestaba la agresión. “Leía que me decían: ‘¿Nunca un estudiar? Siempre llenarse de hijos y vivir de arriba’, y por eso conté que juntaba cartón para poder estudiar y estar con mi familia; encima sobre el tema de tener hijos, justo unos meses atrás me había hecho la vasectomía, que fue una decisión difícil que tomamos con mi pareja, pensando justamente que al no tener trabajo fijo ni una carrera terminada, yo necesitaba cumplir esas metas y ahí me anoté en la facultad”.

Tiene 30 años, vive en José C. Paz y el cambio que empezó fue para pasar más tiempo con su familia y estudiar la carrera que siempre le apasionó

“Tengo a mi hijo que lo amo, y todo el amor que tengo es para él, pero también asumí la responsabilidad de convertirme en un buen padre, tanto en el estudio como en el trabajo y en los valores que quiero demostrarle”, remarca, y agrega: “Si tengo que salir a juntar cartón, claro que lo voy a hacer; no voy a tomar atajos ni perjudicar a nadie para que salgan las cosas más fáciles, porque la clave es la constancia”. Alejandro cursa el primer año de la licenciatura en tecnología de la información en la Universidad Nacional de José C. Paz, y está contento con su presente.

 “Desde hace cinco meses estoy trabajando para una empresa de marketing que hace sitios web. Gracias a que se volvió viral la cuenta como cartonero, se contactaron conmigo, me hicieron una entrevista, vieron mis trabajos y me contrataron efectivo”, cuenta con alegría. Cuando lo reclutaron destacaron su compromiso y responsabilidad, y pudo mostrarles el portfolio que venía creando a través de plataformas gratuitas, desde que aprendió a escribir códigos y realizó cursos online en YouTube de desarrollo web. “Fue un alivio muy grande para mi, porque pensé que iba a ser algo de tres meses, que me iban a tener a prueba y sino funcionaba capaz tenía que volver a buscar trabajo y estaba preocupado, pero por suerte vieron cualidades en mí”, agradece.

Pudo elegir trabajar desde su casa, para ahorrarse tiempo de viaje hasta la compañía, y para su sorpresa, también le brindaron las herramientas de trabajo. “Pensé que me iban a dar una laptop o una pc de escritorio; nunca me imaginé una Mac, que es un sueño usar computadora que nunca me iba a poder comprar”, manifiesta con entusiasmo. La metodología del home office le permitió estar más presente en la crianza de su hijo, acompañarlo en la adaptación al jardín de infantes, ir a actos escolares y reuniones de padres.

Trabajó desde los 14 años, siempre le gustó aprender a programar, pero recién a los 30 tuvo el trabajo que soñaba

“Para mi nene fue un gran cambio, porque cuando tenía un año y medio estaba muy pegado a la mamá y cuando se quedaba conmigo solo se ponía muy chinchudo, porque yo me la pasaba día y noche trabajando, y no le podía dedicar tiempo de calidad; ahora tenemos una conexión mucho más compinche, y me extraña cuando no estoy, pregunta por mí, sabe que estoy a la par de la mamá y eso es todo para mí”, comenta. En otro de los videos que publicó mostró el antes y después de sus días laborales, y ni él puede creer el cambio radical. “Hubo momentos donde tenía un carro muy muy grande, que llevaba 400 kilos encima y mientras caminaba con ese carro tan pesado a las 8 de la noche, estando a dos horas de viaje de mi casa, me bajoneaba muchísimo y trataba de pensar que estaba haciendo todo lo posible por salir adelante; y ahora es muy diferente”, manifiesta con orgullo.

“Hace poco a mi nene le agarró neumonía y estuvimos con mi señora cuatro días internados con él. En mi trabajo fueron súper comprensivos, y yo todavía estaba en período de prueba, así que agradecí mucho tener el laburo que tengo hoy, gracias a que le puse mucha energía durante muchas noches a lo que me gusta, que es programar”, destaca. La mitad de la semana también los acompaña el hijo mayor de su pareja, maestra jardinera de profesión, fruto de una relación anterior. “Queremos ofrecerle a los dos la misma calidad de vida, es algo que nos proponemos y creo que si sigo avanzando en mi formación en el futuro lo vamos a lograr”, asegura.

Proyecta para más adelante tener su propia empresa de desarrollo web y software, y por ahora se enfoca en terminar la carrera e ir acumulando conocimientos. “Con TikTok estoy en un dilema porque mi contenido era sobre juntar cartón, pero me gustaría que también crezca mi canal de YouTube -bajo el usuario Sabater_Alejandro-, a donde voy subiendo tutoriales y crear una comunidad ahí; ojalá que a la gente le guste lo que hago”, anhela.

Sobre el final aporta una reflexión sobre todo la experiencia que acumuló en cuanto a los prejuicios y la ignorancia de las historia de vida detrás de quienes día a día trabajan en la calle. “Muchos dicen ‘el pobre es pobre porque quiere’, y no siempre es así, porque los cartoneros no eligen meterse en un tacho de basura porque quieren; el cartonero es persona, y si hace eso es porque lo necesita, como cualquiera que quiere sobrevivir”, remata. Y para aquellos que estén interesados en formarse en programación, aconseja: “Guarden todos los proyectos que hagan con las tecnologías que conozcan, no se rindan y no dejen de meterle porque van a ver resultados a muy corto plazo cuando menos se lo esperen”.

FUENTE: INFOBAE

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