Vidas dedicadas al cuidado: maternar cuando hay discapacidad 

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Hacer Vidas Cuidando” es una campaña lanzada por Emilia Ruiz, donde a través de imágenes y narrativas propias se exponen los aspectos singulares de ser mamá de hijos con diversidad funcional.

Emilia Ruiz diseña dispositivos de intercuidado comunitario, es trabajadora social y madre de dos jóvenes, uno de ellos con diagnóstico de discapacidad. Además, impulsa la iniciativa “Hacer Vidas Cuidando” donde brinda rondas, talleres y acompañamientos para mujeres que maternan hijos con discapacidad y diversidad funcional.

En el marco del mes de la madre, lanzó la campaña bajo el mismo nombre y con el hashtag #OfrecéCuidados para visibilizar a través de imágenes y narrativas propias los aspectos singulares de la maternidad cuando hay un diagnóstico con discapacidad. De este modo invita a debates amplios y actuales como la feminización de los cuidados y la politización de las maternidades. El mensaje que expresa se dirige a personas cercanas como amigos, familiares, vecinos, mujeres madres con hijos sin discapacidad, compañeros de trabajo, que podrían ampliar los sistemas de apoyo de mujeres y familias cuidadoras.

Con fotografías tomadas por Selene Rosenmeyer y otras aportada por la comunidad de los talleres “Hacer Vidas Cuidando” presentan hermosos y sinceros relatos sobre otro aspecto de la maternidad. La campaña que se puede seguir a través del Instagram de Emilia @emiruiz.movimientosvitales e incluye textos que hablan del protagonismo de las abuelas, de los lazos con amigos, de los cambios de pañales. “La abuelitud de nietos con discapacidad trae enormes desconciertos. No solo en relación al nieto, sino en relación a la hija devenida en madre cuidadora. ¿Cómo cuidarla?“, es una de las invitaciones de estas historias.

En tanto que otra plantea: “Un cambio de pañal, a veces no es solo un cambio de pañal y se prolonga por mucho más tiempo que el habitual en la vida de otras crianzas. En ocasiones la tarea de cuidado y asistencia implica colocar una sonda para vaciar la vejiga o cambiar bolsas de colostomía. Quizá algún día, ya grandecitos aprendan a hacerlo por ellos mismos“.

Toda yo estoy dispuesta a los cuidados de mi hija desde que nació. Atender sus requerimientos lleva casi toda mi tiempo y mi energía. Ella es una hermosa compañera de aventuras y nos encanta todo lo que aporta a los que la rodeamos. Hay cosas que no puede hacer sola, necesita asistencia y apoyo, por eso no tengo respiro. Si no hay una mirada atenta y permanente podría correr riesgo su vida y si bien somos varios miembros en la familia, la mayor parte del tiempo esa tarea recae en mí. Esta situación se extiende por la noche, duermo poco o “con un solo ojo” desde hace más de diez años. De vez en cuando alguna amiga se anima a cuidarla, arman algún plan y yo respiro. Ellas la pasan genial y yo recupero un ratito para mí“, es otra de las tantas historias.

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