Un joven con autismo se consagró como campeón de cubo rubik

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Allí anidan algunas explicaciones como una puerta para comprender el espectro combinado con la velocidad mental.

Completar este rompecabezas tridimensional, más conocido como cubo de Rubik, requiere de una serie de habilidades tales como concentración, memoria, coordinación óculo-manual, matemáticas, buenas destrezas psicomotoras y agilidad mental, entre otras.

El récord mundial en velocidad de ejecución lo ostenta un joven con autismo. Se podría pensar que este chico tiene todas esas habilidades. Sin embargo, no es así. Precisamente el documental The Speedcuber, que se puede ver en Netflix, le describe como un adolescente con dificultades de coordinación ojo-mano y destrezas motoras muy deficientes.

“Entonces, ¿cómo hace Max para lograr y mantener ese récord? ¿Es posible que sea capaz de llevar a cabo una serie de movimientos previamente memorizados?”. Esto se pregunta María del Sol Fortea Sevilla, profesora de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, especialista reconocida internacionalmente en el seguimiento de esta afección, en un reciente documento que publicó que analiza el espectro autista y las destrezas mentales. 

“Sí, es muy posible -responde- las personas con autismo tienen una gran capacidad de memoria a la que acceden de manera inmediata cuando lo necesitan”.Hay muchas personas con autismo, algunas con habilidades denominadas savant (son esas capacidades prodigiosas y extraordinarias, superiores a lo considerado normal, que muestran estos individuos con trastornos del desarrollo como, por ejemplo, el autismo), y pocos destacan como Max.

“El alto interés que manifiesta por los cubos de Rubik hace que practique continuamente hasta lograr que los movimientos de sus manos sean tremendamente rápidos y parezcan coordinados”, añade la investigadora.

Max logra una excelente coordinación de sus manos para lograr éxito en aquello que más le gusta: hacer cubos a gran velocidad. Es posible que la sociedad no favorezca el afloramiento ni potencie el desarrollo de esas habilidades savant que poseen todas las personas con autismo. Quizá, potenciando esas capacidades tendrían más posibilidades de acceder al mundo social y así mejorar sus relaciones hasta tener amigos. “Tendríamos que reconocer las grandes habilidades que existen dentro de los trastornos del espectro autista -asegura Fortea Sevilla- como un modo de potenciar sus posibilidades”.

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