Tiene 6 años e ideó una propuesta para ayudar a senegaleses que viven en La Plata

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Ignacio Molina quedó sorprendido con la cultura africana desde el Mundial de fútbol 2010, que se llevó a cabo en Sudáfrica. Allí, con la canción de Shakira “Waka-Waka”, lo impactó las mujeres, niñas y jóvenes que bailaban a su lado: el ritmo, la música, sus cabellos y las sonrisas de aquellas personas son los recuerdos que el niño -hoy de sólo 6 años- tiene sobre el momento en que la cultura africana lo maravilló. Hasta ese momento, el interés de Nacho eran los pueblos originarios y las culturas ancestrales de quienes ocupaban este territorio antes de que fuera nombrado Argentina. Lo intrigó una clase en el jardín de infantes y comenzó a preguntar más sobre esas poblaciones a sus padres. Cuando comenzó a leer, poco después, hizo sus propias investigaciones, tal como hace actualmente con la historia de África. Durante la cuarentena, ese fue su pasatiempo favorito.

En esos días de confinamiento se sentaba junto a sus padres para escuchar las noticias nacionales y un día supo que mucha gente había perdido su empleo y que otros no podían salir a trabajar como antes. Entre ellos, los chicos senegaleses que solía ver vendiendo en algunas de las esquinas de La Plata. Preocupado, pidió ayudarlos y más tarde creó una campaña porque temía que ellos se quedaran sin comer… Ese gesto fue el inicio de la amistad entre Nacho y la comunidad senegalesa de la ciudad de las diagonales.  “En agosto, comenzamos a acercarnos a los chicos que veíamos en alguna esquina para dejarles una bolsa con comida. No nos entendíamos y no sabíamos cómo explicarles que no queríamos venderles sino ayudarlos, así que solo les sonreíamos y apoyábamos la bolsa con comida al lado. Con los meses, se nos hizo difícil lidiar con los costos de esa ayuda así que se lo expliqué a Nacho y le dije que había que pensar en otra manera para seguir con su deseo”, le cuenta Laura Palmieri (44), su madre, al medio Infobae. Así nació Misión África, el proyecto de arte que ideó su hijo.

¿QUÉ ES MISIÓN ÁFRICA?

Luego de ver el video del Waka Waka, Nacho quiso saber más sobre el mensaje del video, de esas personas y del tercer continente más extenso del mundo. Pedía ver videos informativos y documentales en internet. Con el tiempo pudo leer solito aquello que tanto le interesaba: primero por medio de buscadores y luego por libros que le acercó su abuelo.

Empezó a interesarse por ubicar cada país africano en un planisferio que hay en casa, luego comenzó a pintar las banderas de todos los países y cuando no había tareas para la escuela, aprovechaba ese tiempo para investigar un poco más”, detalla admirada su madre. “El 1 de octubre comenzó a pintar cuadritos para cambiarlos por un alimento no perecedero y recibió bolsas completas con comida. No quiso venderlos sino canjearlos, hacer trueque e intercambiar sus cuadritos por esos víveres”. Como admirador de la cultura de los pueblos originarios, dice su madre que no quería una donación monetaria sino vivenciar el intercambio de bienes.  “Cuando esto arrancó hacía cinco meses que estábamos en cuarentena. Pudimos encontrar solo a dos chicos en Los Hornos, pero él quería abarcar a todos los senegaleses de la ciudad, que son unos 240. Así que cuando se decidió por hacer los cuadritos lo compartí en mi cuenta de Facebook para ver si algún amigo se copaba con la idea y fueron muchos los que pidieron cuadros. Después abrí la cuenta de Instagram @mision.africa y no pasó mucho para llegaran las primeras notas en las radios locales y de dos chicos para ayudar pasamos a diecinueve. Todas las semanas les llevábamos comida”, recuerda Laura.

Preocupado por la actual lejanía, Nacho se esperanza con seguir ayudando a sus amigos —son más de 20 y nombra a cada uno— y a la vez admite que disfruta de su nueva casa en la Costa Atlántica donde puede salir a jugar a la vereda con su hermano Genaro, de 4 años, y bajo la mirada atenta de Laura y Gonzalo, sus padres. “Ahora estamos muy ‘vacacioneros’ y mucho no puedo hacer, pero estoy aprendiendo algunas palabras con una aplicación de idiomas. Tengo que seguir aprendiendo… ¡Bah! Algunas palabras ya las sé”, admite con orgullo y lamenta que pese a practicarlo mucho “el baile que hacen los nenitos de África en los videos todavía no me sale bien y el del Waka Waka tampoco”.

La idea de familia es regresar a La Plata cada dos meses, recolectar las donaciones necesarias para seguir ayudando a los amigos del niño y que entre ellos no pierdan el contacto. De todos se despidieron con la promesa de regresar y Nacho sabe que no la romperá.

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