“Pulga y Pelusa”: historias de la selección argentina de Talla Baja, bautizada así en honor a Messi y Maradona

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El cineasta Marcel Czombos hizo un documental que retrata a los jugadores. Más allá del fútbol, la vida de los jugadores: la acondroplasia, el bullying, la reacción frente al mundo, la inclusión que produce el deporte y el cumplimiento de los sueños.

Daniel Cervantes es una de las figuras del seleccionado. El equipo nacional nació en 2010 y se llama Pulga y Pelusa, en honor a los dos bajitos más famosos de la celeste y blanca: Lionel Messi y Diego Maradona. La creación partió de cuándo algunos de los jugadores, como su capitán Facundo Rojas, no pudieron seguir jugando en cancha de once por la diferencia física con otros futbolistas. Entonces surgió la idea de jugar en cancha de cinco -y luego de siete-, empezaron una convocatoria a nivel provincial, y así se fue armando la Selección Nacional de Baja Talla, que tuvo su bautismo en 2014, “con el eje puesto en la inclusión, y para que todos puedan ver que jugamos bien al fútbol, sobre todo los jóvenes. Ellos tienen un camino menos difícil que nosotros al existir hoy más oportunidades. Ahora hay más conciencia en relación a la discriminación, pero muchas generaciones de personas de baja talla crecieron condenadas a que se rieran de ellas”, asevera Rojas, emblema del seleccionado argentino.

Facundo Rojas, de 30 años, vive en Corrientes capital y trabaja en la radio de sus padres. Vinicius Rocha es brasilero, de 35 años, vive en Río de Janeiro y trabaja en un Hostel de la ciudad. Fabián Chira tiene 26 años, vive y trabaja en Lima, fundador de “Inclulab” y es coordinador del Programa de Beneficios Deportivos de su país. Julio César Amarilla “Mortero Bala”, de 34 años, vive en Asunción, es humorista, tiene un programa de radio y juega al fútbol desde niño, aunque su altura siempre fue un impedimento.

La historia de Facundo Rojas es la de un chico que creció jugando a la pelota en su barrio marginal de Laguna Seca, en Corrientes, y que sufrió las bromas de los chicos que pasaban por su cuadra a la salida del colegio. A muchos les sucedió lo mismo: los dejaban afuera de los cumpleaños, de las fiestas, los tomaban como centro de las risas, y de más grandes los marginaban a la hora de las entrevistas laborales. Sin una familia como sostén, sin un amparo comunitario, las vidas quedaban puertas adentro, apartadas de los vínculos sociales. Rojas reconoce que se fue empoderando al tomar más conciencia de sus derechos, aunque no fue fácil: debió cultivar un temperamento perseverante y golpear puertas a los gritos para que los puedan escuchar.

La Selección Argentina de Talla Baja en el predio de la AFA en Ezeiza

Así creó una asociación civil, así fue cambiando los prejuicios por la aceptación. Dice que en los torneos de Baja Talla la pelota suele rodar mucho más y hay menos roce físico: se juega en un terreno de 20 por 40, seis jugadores de campo junto al portero. Hoy es periodista, locutor, lidera la Asociación Civil Talla Baja y tiene una hija que heredó su condición. “Cuando me decían ahí va el enano, respondía con agresión, pero no era lo adecuado. En el fútbol encontré un refugio, una pasión para no pensar en los insultos. Obvio que nos gusta competir y ganar, pero esto lo tomamos como un crecimiento personal, una forma de autoconocimiento”, reflexiona.

El rodaje, cuenta Czombos, tuvo su punto de partida cuando conoció a Silvia Velcheff en una entrevista, y con ella a su hijo Facundo. De cerca vivió la manera en la que Facundo, sorteando las dificultades de la acondroplasia, creció a la par de su amor inevitable al futbol, lo practicó casi profesionalmente hasta que siendo adolescente no pudo continuar con los entrenamientos debido a sus problemas motrices. Lo que sorprendió al cineasta fue cómo Facundo Rojas no se desanimó y, por el contrario, armó el primer Seleccionado Argentino de Baja Talla con el padrinazgo de Diego Maradona.

Integrantes del plantel argentino junto a Santiago Maratea, uno de sus padrinos

Después del encuentro con el astro, Facundo le dijo a Czombos: “Ser enano me enseñó que la capacidad de soñar y cumplir sueños las tenemos todos. Que los deseos no entienden de disminución, que la motivación no está sujeta a las piernas. Es cierto, no alcanzo algunas cosas, pero sí mis sueños”. Y eso que en la realidad él y sus compañeros deben seguir conviviendo con imponderables: los inodoros sigue siendo altos, los cajeros automáticos poco accesibles, los colectivos nada adaptados a su condición, e incluso les cuesta conseguir trabajo, más allá de que existe una ley en el país que los protege. “La gente no suele tomarte por tus dificultades más allá que demuestres capacidad. Hoy trabajo de forma independiente en lo comercial, aunque a nosotros siempre nos costó más la estabilidad laboral”, cuenta Daniel Cervantes, que tiene dos hermanos y agradece haber nacido en un rincón de provincia, donde no vivió la discriminación de las grandes ciudades.

Con esos elementos surgió la principal motivación de la película, que es contar la acondroplasia desde un lugar de “victoria personal”, esa capacidad de resiliencia de adaptarse a las situaciones adversas y también desde un lugar de amor por el futbol. Los jugadores, en la última década, han vivido un proceso de empoderamiento: si en sus vidas les ha costado que los acepten tal como son en sus colegios, en sus trabajos, en sus espacios de ocio, a partir del deporte lograron una identidad, un reconocimiento social que a la vez se expande hacia la conquista de otros derechos. “Si de algo estoy seguro es que esta idea no nació desde el intelecto ni con la razón, la hice con puro instinto, pasión y corazón futbolero”, confiesa el cineasta, que ganó el premio Renacer Audiovisual de Nación, y el cual piensa estrenar la serie en septiembre de este año.

Daniel Cervantes con la copa del torneo anterior

Facundo Rojas, capitán del seleccionado y también dirigente, celebra un crecimiento no sólo a nivel nacional sino en el contexto mundial. Argentina, dice, es mirado como la vanguardia en el fútbol de los más bajitos. A nivel interno, la selección está nucleada en la Asociación Civil Talla Baja, y si bien no es reconocida por la AFA, cuenta con su respaldo. “Hoy en todas las convocatorias se amplían los jugadores, en Córdoba llegamos a los más de 20 chicos, por ejemplo. Es un indicador serio de cómo fue creciendo este deporte, porque cuando arrancamos éramos poquitos, sólo siete jugadores en total. Hoy también se integran mujeres, niños e incluso ancianos. Y en un plano internacional, el año que viene se viene el primer Mundial y próximamente se hará la primera Copa Árabe. Es un gran logro de todos, lo creamos desde cero, porque Brasil no tenía selección y los ayudamos a armarse. Y ya viajé varias veces a Europa y a Marruecos para asesorar a sus equipos. Es como una embajada colectiva, donde todos vamos aprendiendo de todos”, cierra Facundo.

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