Pueblo originarios: identidad, arte ancestral y nuevas generaciones

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Con el canto ancestral, coplas, danzas y ceremonias que reivindican a la Pachamama, un colectivo de mujeres lucha por visibilizar su identidad, la diversidad sexual y la problemática de su realidad.

“Pachamama, aquí estamos las hijas de la Madre Tierra. Somos las hijas del rigor, somos las hijas de los pueblos originarios, de esta tierra”. Así comienza una de las coplas más conocidas de Lorena Carpanchay, la primera coplera trans de los Valles Calchaquíes, que al son de su tambor busca que el colectivo travesti-trans se haga oír en toda la Argentina desde el Norte del país.

“Sí, existimos y gritamos a través del arte”, le dijo a Infobae Cultura, una de las “hijas de la Madre Tierra”: Maby. Ella se define como una feminidad travesti-trans de 37 años, y vive en el territorio diaguita calchaquí, en Cafayate, provincia de Salta, que define como “tierra de lucha y resistencia”.

“No dejes que me callen, por la furia de las travestis. Lo dijo Lohana y Sacayán, que al calabozo no volvemos nunca más”, continúan las estrofas de la coplera, reivindicando a dos referentes de la lucha por los derechos de las personas del colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) que han sufrido fuertes consecuencias por su activismo.

A través de peñas diversas, bailes, cantos y expresiones artísticas diversas, reafirman sus identidadesA través de peñas diversas, bailes, cantos y expresiones artísticas diversas, reafirman sus identidades

No obstante, Maby y sus “hermanas”, tal como llama a sus compañeras dentro del Movimiento de Mujeres y Diversidades por el Buen Vivir, reivindican esa lucha con cantos, danzas y hasta varietés de teatro que buscan reivindicar su identidad sexual diversa y su identidad indígena desde el goce.

Las mujeres indígenas consultadas para esta nota y nucleadas en este Movimiento, hablan del arte y actividades culturales como un medio para transmitir mensajes que revaloricen y protejan la Pachamama, que grite contra la sobreexplotación de la tierra, el patriarcado, el racismo y contra la cultura Winka, que en la lengua mapuche se refiere a la cultura hegemónica, blanca y colonizadora.

Invitan a “recuperar el pasado para mejorar el futuro”, a reconectar con nuestras raíces ancestrales que nos enseñan a cuidar el medioambiente en el que vivimos, a respetar las diversidades y a apreciar la cultura desde una visión no colonialista.

“Nadie puede elegir bien su camino si no sabe de dónde viene”. Esa es la filosofía que guía los pasos de Karumanta Escalada, descendiente de pueblos originarios de Salta pero habitante de territorio mapuche ranquel de General Pico, en La Pampa.Hablan de sus derechos y resisten ante las adversidadesHablan de sus derechos y resisten ante las adversidades

“¡Mari Mari!”, saluda en mapuche “Karu”, que se dedica a brindar talleres de cosmovisión, instrumentos, música, danza y cocina ancestral en escuelas y universidades.

Karumanta interrumpió la elaboración de unas quesadillas de quinoa y mocochinchi para atender a Infobae. Las llevaría más tarde a una escuela ubicada a unos 15 kilómetros de su hogar, ya que la maestra de su curso le avisó que las madres y padres asistirían también a esa jornada, por lo que vio la oportunidad de mostrarles, tanto a chicos como adultos, la importancia de la alimentación consciente y natural.

Según la salteña, “comida y medicina van de la mano”, ya que solemos ingerir “productos de la tierra con los que luego se hacen las medicinas que nos venden en blisters y acompañados de muchos químicos”.

La cocina ancestral no sólo habla de recetas naturales, sino también de hábitos saludables: “Comemos apurados, comemos mal. Esto nos enferma y nos deteriora. La comida es sagrada y puede prevenir enfermedades”.En Cafayate, Maby y sus compañeras del colectivo LGBT se organizan desde hace tres añosEn Cafayate, Maby y sus compañeras del colectivo LGBT se organizan desde hace tres años

Karumanta es también artesana, hace bijouterie e intervenciones de ropa con perspectiva indígena. Cambian colores, cortes y formas. Todo lo que pueda acercar a jóvenes a las raíces originarias es para ella una lucha social y cultural por la que no percibe remuneración alguna. “Somos siempre el último orejón del tarro, pero lo hago porque aún tenemos la esperanza de que esta sociedad mejore”, explicó.

Esta es una lucha colectiva, de todos los pueblos originarios, que explican que la “cultura blanca” bajó de los barcos, allá por el 1492, con valores y tradiciones impuestas por la fuerza.

Identidad indígena en la gran ciudad

La historia de Romina Noelia Naporichi confirma que la lucha de los pueblos indígenas por visibilizarse “es una siembra” cuyos frutos germinan tarde o temprano.

Noelia nació en Chaco hace 29 años y pertenece a la nación Qom. A sus 13 años, Noelia le dijo a sus abuelos que quería continuar sus estudios tras finalizar la escuela primaria, y fue desde esa corta edad que descubrió que su identidad indígena sería motivo de racismo y discriminación: “Era raro que una indígena llegara al secundario, y no había escuela pública para la comunidad”.

Su familia realizó grandes esfuerzos económicos para enviarla a una escuela privada, pero allí llegó el segundo choque cultural: el colegio era católico. “Fue una tortura real”, contó Noelia, qué tiempo después se vio obligada a migrar con su familia a Santa Fe en búsqueda de oportunidades.Estas mujeres utilizan el arte y la actividad cultural como vehículos para transmitir mensajes de revalorización de la tierraEstas mujeres utilizan el arte y la actividad cultural como vehículos para transmitir mensajes de revalorización de la tierra

Con esa historia en sus espaldas, Noelia dedicó su vida al trabajo social en Rosario, buscando reforzar la identidad indígena propia y ajena, incluso en medio de la ciudad. “Es especialmente necesario reforzar esta lucha cultural en las ciudades, ya que existen muchos jóvenes que niegan sus raíces para permanecer en lugares de confort o ser parte de un grupo de amigos”, explicó a este medio una Noelia de voz calma y empática, porque ella estuvo en ese lugar, y conoce el costo de identificarse.

Es por esto que se desempeña, entre otras cosas, como intermediaria en talleres sobre lengua indígena Qom y actividades para jóvenes donde involucra cuentos de su comunidad o música en dicha lengua. También para la cestería indígena guarda un cariño y dedicación especial: es un oficio artístico que aprendió de su abuela y de su madre. “Tenemos una marca colectiva que se llama Qomlashepi Mujeres Indígenas, donde también damos talleres y explicamos la importancia de este arte típico de nuestros pueblos”.

Invitación a reconectar con las raíces

Aunque se viva en medio de una ciudad, Karumanta y Noelia han insistido en la importancia de realizar ceremonias que nos reconecten con la Pachamama y “con nosotros mismos”, que pueden ser practicadas, incluso, “desde un departamento”.

“Todos podemos asistir a ceremonias o crearlas. Podemos conectar con nuestra espiritualidad y ancestralidad prendiendo un fueguito o frotándose fuerte las manos para sentir el calor que simboliza al fuego”, explicó “Karu”. Y continuó: “Si no tenés un río, usá instrumentos como pezuñas, que simbolizan el agua. Tomate un momento para vos, escuchá tu cuerpo, cómo corre la sangre. Somos agua”.

El objetivo es “conocernos a nosotros mismos, aceptar nuestra corporalidad”, luchando contra los mandamientos de la cultura Ro’oshe, “cultura criolla” en Qom, que nos impone cánones estéticos, antinaturales y dañinos.

En resumen, una ceremonia es “poner una pausa en una sociedad de cemento”. Hoy las redes sociales acortan distancias, y las organizaciones indígenas son fácilmente detectables en cada ciudad: “Acercarse para preguntar y aprender es siempre una buena opción”.Buscan rescatar tradiciones y enseñanzas ancestrales para conectar con la naturaleza y promover un estilo de vida más saludableBuscan rescatar tradiciones y enseñanzas ancestrales para conectar con la naturaleza y promover un estilo de vida más saludable

El arte, con otros ojos

Las imposiciones de la cultura “criolla” o “blanca” acostumbraron a los ojos y oídos de las poblaciones latinoamericanas a responder a gustos y preferencias que imposibilitan, a veces, apreciar las expresiones artísticas originarias. Es por esto que las tres entrevistadas para esta nota invitan a escuchar música con influencias indígenas, conocer otros idiomas y utilizar el arte como vehículo para visibilizar las tradiciones ancestrales que quedaron sepultadas.

Quitándose de los ojos el velo de la perspectiva colonizadora pueden apreciarse, por ejemplo, las coplas de Lorena Carpanchay o de Quillay Mendez, una bailarina, compositora y coplera travesti; las performances como Drag Queen indígena de Sissie Moon; o incluso la música de Fabio Jerez, un rapero Qom, entre tantos otros.Desde diferentes territorios y culturas originarias, mujeres como Karumanta Escalada en La Pampa, que imparte talleres de cosmovisión y cocina ancestralDesde diferentes territorios y culturas originarias, mujeres como Karumanta Escalada en La Pampa, que imparte talleres de cosmovisión y cocina ancestral

Comunidad diversa

En Cafayate, las personas del colectivo LGBT comenzaron a organizarse hace tres años. Siempre existieron, pero sin títulos o carátulas. Sin embargo, el contacto con la cultura hegemónica les obligó a identificarse, en el mejor de los casos, o a esconderse.

A sus 37 años, Maby es también parte del MTA Cafayate Comunidad Diversa del Valle Calchaquí y de la Comisión Organizadora de la Tercera Marcha Plurinacional del Orgullo: “Nosotras, las diversidades, somos personas ancestrales. Siempre estuvimos. Por lo que empezamos a cuestionarnos cómo nos visibilizamos, y encontramos la respuesta en el arte y la cultura”.

Maby y sus hermanas tomaron la Marcha Plurinacional como una oportunidad para contar su lucha y su realidad a través de espectáculos, teatro y murales con frases representativas de grandes referentes como Lohana Berkins. Han diseñado el primer varieté teatral diverso, llamado “Orgulloses, un Varieté Diferente”. “Encontramos así una forma de visibilizarnos, de generar dinero y trabajo, que nos era negado. Y de diversificar la oferta artística, ya que aquí en el Norte los escenarios están siempre plagados de varones, pero pocas mujeres y nulas travestis”.

Hoy ellas hacen, se hacen oír con sus “peñas diversas”, sus bailes y cantos alrededor del fuego. Reconstruyen el folklore entre ponchos, pezuñas y pestañas de colores. Hablan de sus derechos, de su futuro, del Chineo, de sus infancias negadas, de sobrevivir y de resistir. Y lo cuentan, sólo hace falta aprender a escuchar.

Fuente: Infobae

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