El catálogo de estos rasgos funcionales de las plantas seleccionadas se convirtió en una gigantesca base de datos.
Sandra Díaz, investigadora superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), fue premiada por la Fundación BBVA junto a sus colegas: Sandra Lavorel, investigadora del Laboratorio de Ecología Alpina en Grenoble, Francia, y Landcare Research, en Lincoln, Nueva Zelanda y Mark Westoby, investigador de la Universidad Macquarie en Sidney, Australia.
La premiación de la investigadora argentina tiene que ver con la ampliación del “concepto de biodiversidad”, a través de “su trabajo pionero para descubrir, describir y coordinar la medición de las características funcionales de las plantas”. La investigación se centró en relacionar la función de cada planta en el ecosistema con rasgos físicos medibles, como la altura, el tipo de hojas o el tamaño de sus semillas. Identificaron así patrones en la diversidad funcional de las especies, a nivel global.
El CONICET destaca que el catálogo de estos rasgos funcionales se ha convertido hoy en una gigantesca base de datos, alimentada y usada por investigadores de todo el mundo para, por ejemplo, modelizar el impacto del cambio global en los ecosistemas, y buscar la forma de mitigarlo.
“Las bases de datos cada vez más amplias (sobre rasgos funcionales de las plantas) están cambiando nuestra capacidad de predecir las consecuencias del cambio climático, tanto para la diversidad como para la función de nuestros ecosistemas”, explica el acta del premio.
El éxito de la iniciativa superó con creces las expectativas: actualmente, la base de datos llamada TRY –en inglés “intento”, una referencia a las dificultades que sus promotores contaban con afrontar– contiene 12 millones de entradas, reflejando la diversidad de rasgos funcionales de unas 200.000 especies de plantas.