Hackear nuestras prácticas para cerrar la brecha de género

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¿Por qué las niñas, a los 9 años, ya creen que son peores en matemáticas que los varones? ¿Por qué 9 de cada 10 niñas vinculan la ingeniería con atributos masculinos? ¿Por qué en Argentina, las mujeres sólo representan el 35% de la matrícula de estudiantes de carreras de Ciencia, Ingeniería, Tecnología y Matemáticas (STEM)? ¿Podemos hablar de cerrar brechas en la industria del software cuando las mujeres cobran en promedio 19,7% menos que los hombres? ¿Pueden las mujeres liderar el avance de la inteligencia artificial cuando sólo ocupan el 20% de esa industria?

La brecha de género en la industria de la tecnología es una realidad y para cerrarla no alcanza sólo con diagnosticar qué sucede. Tomar coraje para modificar el statu quo es fundamental para impulsar liderazgos capaces de promover cambios profundos en áreas como la educación, el mundo del trabajo, la política y la cultura, con el objetivo de construir un mundo más equitativo.

“Más que una brecha parece que las mujeres debemos enfrentarnos a un gran cañón. De mínima, este contexto debiera incomodarnos y la incomodidad es siempre una buena puerta a la reflexión. Reflexión que empieza, o debiera empezar, mucho antes de vernos como mujeres trabajadoras. Hoy los mismos sesgos que buscamos evitar en los algoritmos de IA son los sesgos que habitan todas y cada una de las brechas con las que convivimos todos los días y que atraviesan la cultura, la economía nuestra de cada día, los territorios y geografías en los que vivimos, nuestra historia, educación y familias”, comenta Micaela Sanchez Malcolm, presidenta de la Asociación Civil Géneras y una de las organizadoras de Women In Tech Argentina, un movimiento internacional con la misión de cerrar la brecha de género y ayudar a las mujeres a adoptar y apropiarse de las tecnologías.

Otro aspecto clave es entender los desafíos de manera diferenciada, identificando qué sucede en cada industria y cuáles son las acciones que se pueden impulsar en cada una. Por citar algunos ejemplos: el 37% de los profesionales del sector fintech es mujer. La mayoría de las mujeres de esta industria ocupa un puesto como directiva (54%), mientras que el 20% pertenece a la alta dirección y una de cada diez es CEO o fundadora de su compañía. En el mundo de los eSports, según la Game Developers Association, los trabajos relacionados a los deportes electrónicos son en su mayoría llevados a cabo por hombres, con apenas el 11% de participación de mujeres.

Cada vez más organizaciones trabajan para cerrar las brechas de género. No sólo a través de procesos de visibilización de la problemática, sino impulsando acciones concretas que abarcan tanto el reconocimiento de mujeres en el mercado y la industria, como también su formación profesional, o incluso trabajando con instituciones educativas para reducir el impacto de los estereotipos de género en niñas, adolescentes y jóvenes desde edades tempranas”, explicó Natalia Jasin, Directora General y Fundadora de Bounty EdTech y flamante ganadora de la categoría Best Ally del Premio WOMEN IN TECH Global 2024.

Es un gran orgullo haber obtenido el reconocimiento de Women in Tech en esta categoría porque desde Bounty EdTech creemos que es el único modo de construir un futuro más justo y equitativo. El desafío está planteado; para superarlo necesitamos que todos los actores del ecosistema se involucren con un mismo objetivo: achicar la brecha de género en el mundo digital en general, tomando como punta de lanza el auge de la IA y su impacto en todo el planeta”, señaló.

Liderar e inspirar, aún con el viento en contra

Jasin añadió que los esquemas de mentorías y de formación continua son clave para acompañar a las mujeres que están buscando crecer en esta industria, pero en un contexto de incertidumbre creciente: “Programas como Women in Entrepreneurship, impulsado por Endeavor, permiten crear ecosistemas de trabajo y colaboración, al tiempo que nos brindan formación para quienes decidimos emprender en cualquier rubro o industria y, sobre todo, en un mundo tan cambiante y vertiginoso”.

Llevo más de 25 años trabajando en el mercado que hoy se conoce como Edtech (Educación y tecnología) y, en estos últimos años, he estado trabajando incansablemente por proporcionar a las mujeres herramientas estratégicas para mejorar su profesionalismo y erradicar mensajes que continuamente refuerzan la idea de que ´no somos lo suficientemente buenas´ y que los puestos de liderazgo están reservados para los hombres. Mi creencia es que las mujeres somos capaces de cualquier cosa que nos propongamos, la diferencia es que lo hacemos armando equipo”, afirmó.

Uno de los programas impulsados por Bounty EdTech es Mil Mujeres en Inteligencia Artificial (M1000IA). Se trata de una iniciativa en la que también articula con Intel, Positivo BGH y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) con el objetivo de empoderar a 1000 mujeres de Latinoamérica democratizando el acceso a la inteligencia artificial y su uso práctico en el ambiente laboral y productivo. En agosto inició la segunda cohorte, pero los resultados de la primera muestran un camino más que alentador:

●        Más de 30.000 mujeres pre-inscriptas al programa

●        800 mujeres seleccionadas

●        100% de certificación (527 estudiantes participaron de la primera cohorte y lograron la certificación)

●        Más de 50 alianzas estratégicas con diferentes sectores público y privado

●        Una satisfacción con los contenidos y modalidad de los cursos superior al 92%.

Las mujeres suelen ser las que primero deben postergar su formación para atender tareas de cuidado, por esa razón es clave el acompañamiento. El programa M1000IA contó con un equipo dedicado a brindar apoyo continuo a las estudiantes durante el curso e identificar las posibles razones de ausencia en las clases sincrónicas.

Las tareas de cuidado que asumimos son inversamente proporcionales a las horas de experiencia que podemos desarrollar, por los que nuestras horas de trabajo se valorizan menos y, además, nos asignan tareas de menor complejidad”, agregó Sanchez Malcolm.

Esta iniciativa es una muestra clara de que hay un universo de mujeres ávidas de potenciar sus habilidades, de reconvertir su perfil profesional, participar y liderar espacios en el mundo de la tecnología. Pero sobre todo que hay muchas mujeres con la capacidad de construir nuevos liderazgos en la industria. Para lograrlo, no podemos esperar que los cambios se den siempre de arriba hacia abajo”, subrayó Jasin.

En este sentido, Sanchez Malcolm agregó: “Pensemos en cómo jugábamos nosotras, o nuestras hijas, o sobrinas, o niñas a las que les llevamos un regalo.  La reproducción de estereotipos no escapa a objetos que muchas veces son considerados “inocentes” como los juguetes. Ni en las publicidades, ni en los chistes familiares, ni en las representaciones en la escuela debiéramos seguir reproduciendo que la C en las niñas es de cocinera y de campeón en los varones”.

“Necesitamos cambios en las políticas, en la cultura y en la educación, pero también hay que hackear lo establecido. ¿Cómo? Generando cambios profundos en nuestras prácticas diarias, desafiándonos a seguir aprendiendo constantemente, formando redes con quienes dialogamos cotidianamente y configurando círculos virtuosos que nos permitan diseñar un futuro más equitativo”, concluyó Jasin.

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