Tiene una escuela en Santa Clara del Mar para visibilizar un deporte que tiene adrenalina, pero sobre todo demuestra que en el mar no hay barreras.
Hace un año, en ese lugar abrió una escuela de surf adaptado (@santasurf.surfadaptado en Instagram) . “Desde los seis meses de vida que estoy en el agua, desde que mi mamá me mandó a natación. Siempre cuenta que me gustaban tanto las clases que cuando me sacaban me ponía a llorar y la única manera de parar era que me volvieran al agua”, cuenta Georgina, que es bicampeona sudamericana de Surf.
Su historia
Comenzó a surfear a los 17, cuando conoció el deporte gracias a un amigo de su mamá, Víctor Acuña. “Me llevó a una escuelita en Mar del Plata. Me gustó muchísimo desde la primera ola que me lanzaron y me di cuenta de que quería hacer esto. En 2018 tuve la primera posibilidad de competir en Chile porque acá no era tan conocido el deporte y quedé en segundo lugar”, recordó.
Ese mismo año viajó a los Estados Unidos a su primer mundial en California y al otro año participó en el campeonato Sudamericano en Mar del Plata. También participó en el Latinoamericano donde fue campeona y en el 2020 participó de su segundo mundial donde obtuvo la medalla de bronce.
Georgina Melatini nació con meningocele una afección que provocó que su columna vertebral no se formara totalmente y producto de eso tiene una discapacidad motriz por la que se mueve en silla de ruedas, y en la playa se ayuda con bastones canadienses. En el agua, sin embargo, adquiere total libertad y una gran destreza.
“Nunca me limitó el tema de mi condición. Siempre hice lo que quise hacer y en gran parte por el apoyo de la familia que es lo más importante. Ellos estuvieron ahí para alentarme y que nadie me dijera que por mi discapacidad no podía tener lo que quería”, destaca la joven que integra la Asociación Argentina de Surf. “Es muy importante el tema del apoyo familiar para uno también poder avanzar y tener esa confianza para seguir adelante y esto es lo que quiero transmitir en mi escuela santa surf”, agregó.
“Si uno tiene una meta, un sueño tiene que salir a buscarlo y luchar para conseguirlo. El mar es de todos, no hay diferencias”, valoró.
Sus alumnos se van contentos y agotados de las clases y ese es el objetivo, que se lleven esa experiencia y tengan ganas de volver. “Yo creo que el mar no tiene barreras y por eso es un lugar lindo que une a todos y es lo que me pasa”, señaló.
