Fanny Mandelbaum: “Con la verdad no miento ni ofendo”

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POR SEBASTIÁN SAAVEDRA

El Día del Periodista se celebra en recuerdo al primer medio de prensa propio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la Gazeta de Buenos Aires, fundado por Mariano Moreno el 7 de junio de 1810. Hoy, 212 años después, conmemoramos esta jornada hablando con Fanny Mandelbaum, una de las periodistas más importantes del país, que arrancó esta profesión casi sin quererlo, y con una mentirita piadosa de por medio. Acogedora, histórica y sorprendente. Una vida dedicada al periodismo.

-Hoy conmemoramos el día del periodista y la pregunta es ¿qué tiene que tener un buen periodista?
Antes que nada le quiero desear un feliz día para todos los colegas. Lo principal que se debe tener para ser un buen periodista, y a veces hace falta decirlo, es ética. Hay que creer en los ideales y los valores. Además de eso se debe querer mucho a la gente, tener buenos sentimientos, y saber ponerse todo el tiempo en el lugar del otro.

-¿Cómo fueron sus inicios, fue un “sueño”, o se fue dando?
Fueron muy raros. Desde chica tenía ganas de ser artista, psicóloga, abogada o arqueóloga. Pero de repente en mi camino se cruzó el periodismo, en el cual nunca pensé porque en esa época, recuerden que tengo 84 años, los periodistas eran todos hombres. Claro, había muy pocas mujeres y si estaban lo hacían en gráfica, donde dudo que firmaran con su nombre. Así que cuando me recibí de secundaria me anoté en la Facultad de Derecho, donde también había poquísimas mujeres estudiando. Yo quería ser abogada en juicios orales, y una vez que arranqué la carrera me enteré que en Argentina (en ese momento), no exisítan ese tipo de juicios. “Introducción al derecho” me resultó tan aburrida que dije: “Esto no es lo mío”. Tampoco me llenaba el hecho de pensar en llenar papeles para llevar a un juzgado, y que ni siquiera se me escuché: yo quería hablar.

En ese entonces ya estaba casada, tenía 2 hijos, una fábrica de ropa, y un amiga estaba trabajando en un programa de Radio Nacional, un programa cultural que tenía el estudio en el Teatro Colón. El mismo se llamaba “La gallina verde”, y marcó la época por ser el primer programa de larga duración (4 horas). Su conductor era Raúl Calviño, y mi amiga hacía exteriores. En un momento la invitaron a un festival de cine, y me pidió si la podía reemplazar. Todo fue un engaño porque no avisamos que ella no iba a ir, la reemplacé (total teníamos timbre de voz parecido), y con esa casualidad empezó mi carrera. Me fui una semana de la fábrica, salía hacer notas a la calle con el grabador, y eso me encantó, me divertía escucharme, y me gustaba preguntar. Cuando me fui a despedir porque volvió mi amiga, me dijeron que no querían que me vaya, así que me quedé trabajando con Raúl, quien me obligó a capacitarme en el ISER. Seguí trabajando con él, hice notas para Revista Gente, fui asistente de producción en ATC, de la mano de Victor Sueiro llegué a Canal 11, Tele2, Canal 9, y después vino “Grandiosas”, mi programa, y casi sin darme cuenta llegamos hasta acá, con 5 Martín Fierro ganados.

-¿Cómo ves hoy el periodismo?
El periodismo lo veo flojo y dividido, como al Gobierno, y los ciudadanos. El que es K, pone C5N; sino lo es pone LN+ y Canal 13. Todos somos subjetivos, y se critica lo que no estamos de acuerdo sin encontrar la parte buena con lo que no estamos de acuerdo. Así nunca terminamos de conocer toda la verdad. Alejandro Romay afirmaba lo de las “2 caras de la verdad”, y tenía razón. El día que estemos convencidos que la única forma de llevar adelante el país es tirando todos para el mismo lado, quizás las cosas puedan cambiar, y el periodismo también. Ojo, esto también es porque los medios no están manejados por periodistas, y se reciben distintas bajadas de línea.

-¿En algún momento tuvo miedo o se sintió amenazada?
Nunca tuve miedo. Soy una persona que no piensa demasiado, primero hago y después pienso. Amenzada sí, muchas veces. Cuando el poder cree que estás llegando a descubrir algo, te amenazan porque se sienten poderosos. Me amenazaron en Catamarca, San Luis, Santiago del Estero, pero no me importó. La amenaza trata de infundir miedo, pero no te mata; el que te quiere matar, llama un sicario y “anda a cantarle a Gardel”. Siento que hice, y seguiré haciendo lo que quise, buscando la verdad mientras tenga pruebas. Con la verdad no miento ni ofendo.

-¿Alguna reflexión que nos quieras dejar?
No soy buena para dar consejos, y nadie debería darlos. Pero si querés ser periodista no tengas miedo, pone en alto valores y ética. Y si el lugar que estás trabajando no te representa, pensá que siempre se cierra una puerta, pero se abre otra. No me arrepineto de cambiar, y estoy contenta con lo que hice hasta ahora.

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