A los 58 años, Cristina Escudero quedó ciega a raíz de un glaucoma. De repente se encontró con un mundo completamente distinto, el mundo de la ceguera.
En este nuevo camino Cristina tuvo que aprender a hacer todo de nuevo y una de esas cosas fue pintar, una pasión que ya tenía de antes y con la que se volvió a encontrar, con otras herramientas y otra percepción de las cosas.
Para entonces, Cristina también había tenido que superar la muerte de su marido. “Eso me sacudió por completo”, contó a Diversidad.
Así fue que un día escuchó de un curso de pinturas para ciegos en la Municipalidad de Salsipuedes, ciudad en la que vive. Allí una de sus hijas la acompañó para que la recibiera Carolina de Mónaco, profesora a cargo del taller.
En ese entorno se encontró con un grupo cálido, que la ayudó mucho en todo el proceso de duelo, de compañía y de independencia. Lo primero que le dijo Carolina es que ahora no tenía un pincel, sino diez (cada uno de sus dedos).
Fue así que nuevamente pudo poner en colores y en imágenes las ideas que salían de su cabeza. “A mí me gusta formar mis propios colores, me ayudan con eso pero lo demás lo hago solita”, comentó.
Además de la pintura Cristina también tenía otra pasión: escribir, llevar a palabras parte de sus vivencias que invitan a otros a salir del rincón y no quedarse solos. Tras quedar ciega, para escribir utiliza un cuaderno con hojas lisas, y un cartón calado que le hace de renglón. Allí plasma sus textos, que luego otro de sus amigos pasa en computadora, lo imprimen y lo revisan con su editora.
Cristina tiene tres libros publicados: “Subir los remos”, “Cordones sueltos” y “Antes y después”. En todos ellos la tapa es una de sus obras de arte.
El último “Antes y después”, será presentado este 25 de agosto a las 18.30 en la biblioteca de Salsipuedes, que se llama ANCÓN (Av. Belgrano 347).
En cada uno de sus libros busca que otros salgan del rincón, que se animen a más y vean que “no importa la discapacidad, no es el fin”.
Si bien reconoce que hay un miedo a lo desconocido, no hay que dejarse caer en el rincón de la soledad.
Actualmente Cristina tiene 75 años, y a fin de mes cumple los 76, en cada una de sus obras busca mostrar cómo es la “metamorfosis de estar vivos”.
Su grupo de amigos está integrado por personas con y sin discapacidad. El pasado 15 de febrero celebraron 11 años de amistad y esperan que este 25 de agosto, en la presentación de “Antes y Después” hacer honor a las ganas de vivir y a las infinitas posibilidades que da la vida.
FUENTE DIVERSIDAD