Diego Recalde: “El cine es el espacio de fuga más perfecto que se inventó”

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POR SEBASTIÁN SAAVEDRA

Escribió, dirigió, produjo, fue guionista de Sebastián Borensztein, Andy Kusnetzoff, Pedro Saborido, y de programas como Delicatessen, Televisión registrada, Caiga quién caiga y Videomatch. Además, trabajó en radio, escribió para La Razón, La Nación y Perfil. Diego Recalde es un multifacético apasionado puntualmente del cine. Con muchos temas para abarcar, nos volcamos por su costado de director en esta charla con Optimism.

– ¿Qué significa para vos el cine?

El cine ha significado muchísimo para mi vida. En primer lugar porque era el lugar donde me encontraba con mi papá, ya que ir a ver una película en pantalla grande era nuestro programa favorito. Gracias a mi viejo conocí películas y directores que todavía tengo en el cuerpo, aunque también sigo teniendo en el cuerpo esas charlas que se daban en el café una vez que salíamos de la sala, donde sobre todo él reflexionaba sobre lo que vimos y yo lo escuchaba como si estuviera frente al patriarca de los pájaros. Eran charlas que disfrutaba mucho porque volvía a ver la película por segunda vez y con más ojos. Lamentablemente mi papá murió joven y nos quedamos sin ver muchísimas películas que me hubieran encantado ir a ver con él. Lo que también lamento es que no pudo ver ninguna de las películas que hice. En fin, a mi viejo le estoy muy agradecido porque además me hizo ver que el cine es el espacio de fuga más perfecto que se inventó hasta ahora: en el cine están todas las artes escondidas detrás de una sola. Aunque confieso que estos últimos años me pasa algo con el cine: dejé de disfrutarlo, tengo baja tolerancia al molesto ruido a pochoclos crujientes provocados por bocas ajenas. Ya me cansé de ir al cine y rogar que no me toque un pochoclero al lado o cerca, porque mis rezos nunca son atendidos. Y eso que probé distintos días y diferentes horarios. Por eso ahora prefiero quedarme en casa viendo películas en mi cañonera.

– ¿Cuándo se inició tu pasión por el cine?

Mi pasión por el cine comenzó, a nivel inconsciente, a los trece años, en esas salidas al cine con mi viejo. Y a nivel consciente cuando descubrí a Woody Allen; Woody generó un antes y un después en mi vida.

– ¿Cómo ves la llegada de las plataformas, y las bajas en las salas para ver estrenos?

Lo vivo con mucha alegría. Tengo mucha nostalgia por el futuro porque sé que lo que viene es maravilloso. Antes, hacer una película, era para pocos y ahora cualquiera puede hacer un film y no sólo eso, ¡puede hasta estrenarlo! Ya sea en las redes, donde podés monetizarlo, o en donde se te ocurra.

Otra cosa maravillosa que sucede es que el espectador, si le gusta lo que hacés, te manda mensajes y eso es increíble porque el mimo llega de manera instantánea. Hoy tenés un contacto directo con el espectador, cosa que antes no sucedía. Además con poca plata se puede hacer una película, algo impensado hace 25 años atrás. Estamos en un momento excepcional de la historia de la humanidad y está bueno tener consciencia de eso, para no perdérselo.

– ¿Cómo surgió la idea de hacer “Víctimas de Tangalanga”?

Tangalanga era una risa abierta que necesitaba que cerrara. Yo crecí escuchando sus cassettes y necesitaba conocer a las víctimas, porque ellas también al igual que el Doctor me legaron frases célebres que, cuando era adolescente (y también a veces ahora) las usaba para comunicarme con mis amigos, creando entre todos accidentalmente un idioma en común. Por eso salí a buscarlas: para contarles lo importante que fueron para la vida de los tangalaneanos y para darles el derecho a réplica que nadie les dio.

¿Cómo ves el nuevo cine, y el futuro?

Soy un optimista patológico, por lo tanto tengo mucha alegría por lo que se viene. Primero, por lo que dije: cualquiera puede hacer una película y cualquier cosa hoy puede ser un audiovisual. Las fronteras se volvieron muy porosas. Lo importante es tener algo para decir y, en lo posible, que se trate de algo poco dicho o mejor aún, algo que nadie haya dicho. Y segundo porque estamos asistiendo, aunque no se note, al fin de la corrección política en el arte. Todavía no sucedió de manera prístina pero es lo que se viene. El mercado y el Estado, en este afán por casar al arte y la moral, por suerte fracasaron. Hay un divorcio en puerta que, para los que hacemos cine incorrecto, nos va a dejar muy bien parados cuando en el futuro venga la división de bienes.

¿Cuáles son tus proyectos personales para este 2023?

Estoy haciendo cuatro películas: dos ficciones y dos documentales. Los documentales ya los empecé a hacer y son dos investigaciones que me tienen de lo más entusiasmado. Las ficciones comienzo a grabarlas a mediados de año y hay una en particular que me tiene feliz, porque es una película sobre las artes marciales.

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