Estuvo seis años postrada en una cama y encontró su salvavidas en la natación
POR ALEXANDRA BARRETO
Anila era una mujer dedicada a su profesión en el mundo del marketing, pero su vida cambió radicalmente: pasó de un día a día activo a permanecer en su hogar que se convirtió en un hospital. Vivía acostada, sin comer, ni poder hablar, dando pocos pasos, sin encontrar una respuesta a sus dolencias y sin un diagnóstico que le diese un panorama más real. Fueron seis largos y crudos años de sobrellevar su dolor.
Nació en Monte Caseros, una ciudad del sur de la provincia de Corrientes. Desde hace 3 años, vive en Buenos Aires. En medio de la adversidad hoy, más empoderada que nunca, se prepara para nadar en aguas abiertas, 21 kilómetros sobre el Río Paraná.
A los dolores provocados por la enfermedad, se le sumaron los de la lumbalgia, producto del sedentarismo e inmovilidad. El traumatólogo le recomendó hacer natación. Esa fue la razón de su primer contacto de amor con el agua.
“La natación mejoró mi sistema respiratorio y me di cuenta que cuanto más nado, mejor me siento, no paro de nadar, y desoyendo a mi profesor que lógicamente quería cuidarme y haciendo caso omiso a todos los que comentaban que no estaba preparada para tanto esfuerzo, escuché a mi corazón que decía: “Hazlo, tú puedes”.
Nunca perdió la esperanza y después de muchos análisis, la inmunóloga Liliana Beroznick reconfirmó que padecía de inmunodeficiencia primaria que se manifestaba como inflamación crónica de su sistema respiratorio.
Anila se convirtió en una nadadora de aguas abiertas, su historia de vida la escribe en su blog, llamado ‘Nado por la vida’.
Al terminar el secundario, estudió primero en Corrientes y luego en Rosario (Santa Fe), allí se graduó de licenciada en marketing. Creó su propia empresa de la que le permitía una vida cómoda y sin preocupaciones.
“Me gustaba lo que hacía y lo hacía bien, tenía un trabajo que hice con amor, pasión y alegría, era joven, buenos ingresos, podía viajar a donde quisiera, parecía que todo iba bien. Los últimos tiempos fueron un poco difíciles, cambiaron las reglas del mercado, los resultados ya no eran los mismos. Pude haber buscado nuevos desafíos, pero empecé a sentirme cansada, cerré la empresa, había cumplido una etapa, no tenía la pasión y trabajaba mecánicamente”, revela.
“¿Se imaginan ustedes estar seis años sin hablar? Sin poder festejar Navidades ni cumpleaños, comiendo sólo sopa licuada de verduras; hasta llegué a cuestionarme mi existencia”, recalca con vehemencia.
Si pudieras borrar esa experiencia ¿lo harías?
Es una pregunta difícil, porque por un lado quisiera borrar todo lo vivido, porque los síntomas de la enfermedad eran espantosos: bronco espasmos, laringe espasmos, llagas y aftas en todo mi sistema respiratorio, no me daban respiro. Hubo días en que me dolía hasta respirar. No podía tragar, apenas me alimentaba con alimentos procesados, todo líquido, bajé de peso y de masa muscular. Pero por otro lado, todo lo que perdí, hoy lo estoy recuperando con creces.
Gracias al diagnóstico que tardó seis años en llegar, pero fue descubierto por inmunóloga Liliana Berodznik, pude salir adelante, recuperar mi vida. Después de ese tiempo de incertidumbre y tratamiento, me convertí en nadadora de aguas abiertas, algo que hago para concientizar y difundir sobre esta patología.
El médico que te animó a entrenar sin dudas fue un gran motor en tu vida de recuperación.
El traumatólogo que me sugirió que nadara nunca imagino todo esto. Fui a verlo por un dolor lumbar que sentía de tanto sedentarismo porque me la pasaba en cama o en un sillón, era como vivir en una burbuja: no podía salir de casa porque todo me hacía mal. Los mejores días iba al living a ver películas o leer. Cuando fui a verlo me hicieron una resonancia en la zona lumbar, no tenía nada importante, sugirió nadar como rehabilitación.
¿Cómo es tu día a día?
Mis días son hermosos. Amo mi nueva vida, me levanto a las 6 de la maña para desayunar, alrededor de las 8:30 estoy en el club para entrenar. Las rutinas son exigentes, de 2 horas y media, pero tendré que entrenar mucho más. Al medio día tomo un cafecito de relax y aprovecho para responder mensajes. Regreso a casa, almuerzo con mi esposo, que por ahora trabaja home office y por la tarde, cuando puedo, hago alguna salida recreativa.
Disfruto vivir en Buenos Aires, visito museos, muestras de arte, recorro caminando los distintos barrios de la ciudad. Por la tarde suelo hacer algunas entrevistas para diferentes medios, cada entrevista o nota que hago tiene su efecto porque después siempre alguna persona se contacta, cuenta que tiene los síntomas parecidos a los que padecí, las derivo al centro de inmunología donde me atiendo. Mi propósito es ayudar.
Actualmente ¿continúas con medicinas o sólo estás nadando?
La enfermedad no tiene cura, es autoinmune, pero se puede tratar a través de medicación. Sigo tomando, según los síntomas que van apareciendo. En este momento estoy haciendo un tratamiento específico porque tengo una sinusitis crónica, uno de los tantos signos de alarma.
Tu familia ha sido un soporte en tu vida.
Ellos y mis amigos lo son todo, pero fundamentalmente mi esposo Vicente, quien me acompaña en este largo proceso. No tenemos hijos, estamos casados hace 22 años y esto nos unió más.
¿Tu vida está dedicada netamente a ser nadadora o retomaste el marketing?
Me dedico ahora a nadar por lagos, ríos, y trabajar en la concientización y difusión de mi enfermedad, pero es todo a pulmón, por eso brindo charlas a empresas, equipos de trabajo, equipos deportivos, y con eso financio parte de mi natación. Además, cuento con el apoyo de algunos sponsors que colaboran con productos de natación.
La primera vez que nadaste ¿qué sentiste?
Mis primeras brazadas fueron en Rosario en el club ‘Palos Verdes’. Hace tres años experimenté que al nadar mejoraban mis síntomas respiratorios. El primer día nadé poquito pero como sentí bienestar fui a entrenar todos los días. Desde entonces nunca paré. De nadar 2,2 kilómetros, mi primer travesía de aguas abiertas en el 2018, pasé a prepararme para nadar 21 kilómetros desde Villa Urquiza a Paraná, que será el 5 de marzo del 2022. Antes de eso tengo un circuito de 4 fechas con distintas distancias, voy a nadar 10 kilómetros desde Concordia hasta Estancia Grande, Entre Ríos. Estoy tranquila porque tengo el mejor entrenador de aguas abiertas de Argentina, Pablo Testa, que me está ayudando. Conmigo hace una excepción, pero tenemos un acuerdo tácito: “El me entrena y yo entreno”. No es lo mismo nadar que entrenar. El cuerpo duele cuando lo haces pero vale la pena.
¿Qué es lo que te motiva a seguir?
Podemos hacer lo que queremos teniendo salud, hay que proponérselo, creer en uno mismo, ser perseverantes, trabajar en la meta, en el objetivo que uno se propone e ir para adelante por nuestros sueños.
Has podido averiguar de otras personas que hayan padecido la misma enfermedad.
Mi trabajo lo hago en equipo colaborando con Iniciativa, una Organización que está en Argentina, México y en Latinoamérica, que se dedica exclusivamente a ayudar a personas con mi condición informando, pagando tratamientos a quienes no tengan acceso.
Gracias Alejandra por tan linda nota!!!
Un placer tu entrevista!
Felicitaciones Anila! Por tu empuje ! Sos un ejemplo!