Álvaro emprendió su viaje a España hace tres años. Como le pasa a la gran mayoría: cuenta que no fue fácil y le costó la decisión. Pero una vez asentado, indica que es muy difícil volver. En Optimism, charlamos con el Director Financiero de una Startup de Barcelona que nos cuenta todo desde allá: cómo fue su salida de Argentina, las metodologías de trabajo en Europa, cómo es la sociedad y más…
¿Cómo es ser argentino en el exterior?
Creo que es algo muy relativo y personal, en mi opinión depende de la forma de ser de cada uno, sus circunstancias y de cuán parecido o lejano es culturalmente el lugar a donde uno emigró. En el caso de España, la cultura es muy parecida y existe una afinidad bastante grande con los argentinos. Además de que Barcelona en particular es muy cosmopolita y tiene gente de todos lados, incluyendo una comunidad argentina grande.
Realmente creo que la experiencia de ser argentino en el exterior depende de cómo se den las cosas para cada uno en todo sentido. Lo que está claro es que el argentino tiende a ser cálido, familiero, amiguero, y eso tiene más encaje con lugares donde la cultura es latina, como es el caso de España, aunque regionalmente haya diferencias muy grandes en la forma de ser de la gente. En lugares un poco más ajenos culturalmente el contraste puede ser más notorio.
¿Cuáles son las diferencias de la vida en Argentina?
En lo personal, uno pierde su núcleo más inmediato de apoyo y sale de su zona de confort, y hay que ir construyendo una vida a partir de eso. Es una experiencia muy positiva pero también dificilísima.
En lo que se refiere al funcionamiento de la sociedad en el día a día, la verdad es que por lo menos acá en Europa la vida es mucho más ordenada, no hay que lidiar tanto con los sobresaltos y la volatilidad a los que te expone Argentina constantemente. La cotidianeidad, siempre y cuando uno tenga trabajo, etc, está más resuelta. Se puede planificar más. Pero supongo que esto es distinto si uno emigra a un país Latinoamericano o emergente en general, por ejemplo.
¿Te costó mucho la adaptación? El estar lejos de la familia, amigos…
La verdad es que yo vine a estudiar inicialmente, por lo que la dinámica social de la Universidad y el estar ocupado en algo hicieron que me adapte fácilmente y el tiempo se haya pasado volando desde que llegué. Una vez que dejé de ser estudiante y comencé a trabajar, muchos de mis amigos con los que estudié se fueron a otros países o ciudades a trabajar, y además fui padre, así que la falta de la familia y los amigos se siente mucho más. Creo que la adaptación es un ejercicio constante, hay altibajos, porque la vida va cambiando.
¿Qué es lo que más se extraña?
Definitivamente a los seres queridos. También determinadas situaciones sociales muy propias, como puede ser el asado. Pero con la globalización esos temas se resuelven más fácil, uno consigue reproducir esas experiencias relativamente más fácilmente, lo que más se siente es la distancia con la familia y los amigos.
¿De qué trabajas allá? ¿Las metodologías o costumbres son muy distintas a las de Argentina?
Trabajo de Director Financiero de una Startup en el ámbito de la economía circular y la sostenibilidad. La forma de trabajo depende muchísimo del sector en el que uno esté. Mi sector en particular tiene una inserción global alta, por lo que es competitivo y el ritmo y la carga de trabajo son elevados. Los procesos, si bien hay un toque humano más latino por estar acá, están bastante profesionalizados y tienden a converger con los del resto de Europa. En ese sentido creo que la influencia de la Unión Europea ha cambiado mucho a España, y eso lo veo bastante alejado de la situación en Argentina, donde la economía más cerrada y el estancamiento han hecho que las cosas en términos generales se hagan un poco más de acuerdo con idiosincrasias locales, sin hacer una valoración de eso. Lo mismo pasa acá en otros sectores, el Estado español es bastante parecido al argentino, por ejemplo. Dicho eso, pienso que el argentino en términos generales si es trabajador y capaz se adapta muy bien, porque está acostumbrado a trabajar en ambientes caóticos y donde hay que ser resolutivo. Eso viene bien sobre todo en tiempos de crisis, aunque suene como un cliché, pero creo que es cierto. Aunque también puede chocar con la organización y la formalidad, que son más altos que en Argentina.
¿Qué le dirías a alguien que quiere irse al extranjero pero no termina de animarse?
Qué no dude en irse porque es una experiencia super enriquecedora. Uno paga un costo porque posiblemente cambie para siempre, y la decisión de volver es difícil, pero siempre se puede volver. En cambio, irse es lo más difícil y en la medida que uno va creciendo se pone más complicado.