El Azufre es el nombre del primer centro de esquí 100% autosustentable del mundo, de más de 13.000 hectáreas, que se está construyendo en la cordillera de los Andes, a 2400 metros de altura, en Malargüe, Mendoza. Por su ubicación, tiene nieve durante cinco meses del año.
El proyecto incluirá edificios, casas y complejos hoteleros autosuficientes. Va a producir alimentos en invernaderos en el valle de montaña y hasta construirá plantas de tratamiento de residuos plásticos y de efluentes. Tendrá un sistema de transporte interno eléctrico a base de hidrógeno y cultivará árboles para mitigar el cambio climático. “Más allá de la experiencia fantástica que es esquiar queremos que sea un lugar para todo el año. Es un lugar de mucha belleza, increíble, súper salvaje”, cuenta a Carbono News Daniel Nofal, uno de los tres socios fundadores del proyecto, junto a Alejandro Spinello y José Beccar Varela.
Un millón de árboles y cultivos en invernaderos
Para plantar los árboles, los socios tienen un proyecto con la intendencia de Malargüe para generar pymes de viveros locales. “Tenemos un plan para entrenar junto a la Universidad de Cuyo a viveristas locales, darles un crédito y cierta infraestructura para arrancar su negocio, y nosotros comprometernos a comprarle su producción en los próximos cinco años”. De este modo, se haría “una industria nueva especialista en plantas robustas de montaña en la localidad”. Esto, para Nofal, lograría el “triple impacto”. Se beneficiaría “el medio ambiente, lo social y la empresa económicamente”. “Todos ganamos”, remarca.
Sobre las empresas que contaminan afirma que “no avanzan en la protección ambiental y en la ayuda a lo local porque creen que es un mal negocio o que está en contraposición con hacer un buen negocio. Y nosotros creemos todo lo contrario, que es una oportunidad”. El proyecto contempla también distintos restaurantes, alrededor de la idea de no solamente “subir” alimentos, si no también, tener invernaderos -por el clima frío- en el valle para producir comida. Su idea es “buscar emprendedores locales” y pagarles a ellos. De esta forma, los costos se equipararían porque le estarían “restando muchos kilómetros de camiones o fletes a los insumos”.
Energías renovables: Máster Plan Energético
El Azufre está en un lugar remoto. Para tener red eléctrica necesitaría “aproximadamente 210 km de tendido”, lo que sería “extremadamente caro”. Por tal motivo, decidieron generar la energía localmente. “Tenemos múltiples fuentes de energía: sol, viento, hay ríos con mucho desnivel, que es energía hidroeléctrica. Estamos estudiando la geotermal porque estamos al pie del complejo termal más activo de Mendoza”.
Junto a Sustentator, compañía de energía solar, van a tener “prácticamente el 100% de la energía renovable”. No obstante, Nofal aclara: “Tiene que tener seguridad energética absoluta, no es una opción el quedarse sin energía. Es posible que usemos de resguardo combustibles fósiles”.
Otra parte fundamental de la energía es su almacenamiento. Cuenta que van a usar baterías de litio y que están estudiando el hidrógeno. “El lugar va a tener un sistema de transporte, ómnibus, para que se muevan los turistas y el personal por el pueblo y estamos estudiando que sean eléctricos o a hidrógeno”. Los arquitectos que están trabajando en los diseños solares pasivos son del estudio Gueron – De Urrutia. Sobre los combustibles fósiles explica que no les servirían por “un problema de logística” -tendrían que transportar 210 km desde Malargüe un tanque de nafta- y eso sería una “pérdida económica” y habría muchas “emisiones de carbono”.
Reciclaje, Plantas de Tratamiento y agua de la cordillera
Dos temas importantes en cuanto a la sustentabilidad son la basura y los efluentes. La idea de los socios es que los turistas “sean parte de la solución” y que “aprendan a vivir más sustentablemente”. Por tal motivo, “en todos los departamentos y casas va a haber separación de residuos y la basura orgánica va a pasar a producir compost que se usará tanto en las plantaciones de los árboles como en la producción local de alimentos que también está en mente hacer en invernaderos”.
En cuanto a los efluentes (aguas grises y negras), Nofal adelanta que las aguas grises se utilizarían para regar los árboles y que las negras, tratadas, “se vuelven un fertilizante”. El empresario se hace una pregunta básica: “¿Vamos a traer agua en camiones desde Villavicencio y después tener un problema de envases plásticos? No tiene lógica hacerlo”. El agua dulce que van a usar es la que nace de la cuenca, en medio de los Andes. “Lo mejor es envasarla localmente con envases retornables y armar un circuito cerrado”.
No obstante, tienen en cuenta que los turistas pueden querer consumir otras bebidas y, en ese caso, van a tener plásticos. Por eso, su idea también es reciclarlo localmente. “Lo que queremos hacer se le denomina economía circular, que las cosas que uno tira en la sociedad se vuelvan un insumo de algo útil para el proyecto”. Están trabajando con el arquitecto Carlos Levinton, especialista en Materiales de la UBA, para ver cómo utilizar los residuos como el plástico con materiales del lugar para darle uso en la construcción. Por ejemplo, explica que junto con las cenizas del lugar se pueden hacer ladrillos.
Para el empresario lo fundamental es no contaminar el agua del río ni el ambiente. “Nosotros entendemos algo muy simple, si la gente viene a este lugar es porque admira la naturaleza y la belleza natural que hay, si la arruinamos es como pegarnos un tiro en el pie. Por lo tanto, si no la empezamos cuidando nosotros, sería un suicidio. Y esto se expande a la tierra entera. Si no cuidamos a la tierra entera, es un suicidio, literal”, enfatiza.
El proyecto y sus próximas fases
“Todos los socios somos amantes de las montañas del sur de Mendoza”, asegura que por esta razón nació el proyecto. Por su parte, Daniel Nofal vive cerca de Las Leñas en una casa sustentable y hace 10 años se dedica a las energías renovables. “Es una decisión de vida que tomé hace tiempo”.
Inspirado en ciudades europeas y también en Suiza, Nofal piensa que en Argentina “faltan pueblos de montaña donde uno quiera instalarse y vivir”.
“El Azufre” tiene este nombre debido a las “Termas del Azufre” que se encuentran en la zona y, además, porque según cuenta Nofal, “los baqueanos del lugar” llaman al volcán Peteroa que se encuentra en la zona, el “azufre” ya que tiene ese olor y está compuesto por azufre.
A “El Azufre” se llega por la ruta provincial 226 que tiene casi 90 km de tierra. Sin embargo, el empresario asegura que hay “12 o 15 km que son muy importantes arreglarlos para que sea seguro el tránsito. El resto son caminos de ripio, pero por el medio hay un valle muy cómodo. La verdad se puede andar muy bien en la mayoría del camino”. Los socios cuentan con el apoyo del gobierno provincial de Rodolfo Suárez para avanzar con el proyecto. Según Nofal, el invierno próximo van a tener un edificio con energía renovable instalado y van a hacer visitas al lugar con inversores, proveedores y “distintas personas importantes para el proyecto para que puedan conocerlo a fondo”. En 2022, aspiran a contar con algún medio de elevación y algún edificio construido.
Sobre los tiempos de construcción del sitio, Nofal contó que tiene fases. “No hay otra manera porque los tiempos de construcción en este lugar son cortos. Hay tanta nieve. Nieva a fin de mayo y ya queda todo blanco hasta aproximadamente fin de octubre. Es indispensable hacerlo en etapas porque es corto el periodo de construcción”. Por tal motivo, se asociaron con la empresa Ecolodge que construyen las casas y partes de departamento en la ciudad de Mendoza y las ensambles hechas en “El Azufre”.
Además, para lo que resta de la construcción piensan aprovechar los recursos naturales. “Tenemos ceniza volcánica, piedra, piedra pómez, un montón de materiales que estamos estudiando que pueden ser de extrema utilidad”. Así, asegura que bajan “los costos por la cantidad de camiones que tendrían que subir” a traer materiales y, además, se reduce el “impacto enorme en emisiones de carbono” que eso conlleva.
Transición energética, mundo descarbonizado
“La verdad queremos ser un ejemplo. Es una decisión de los fundadores hacer las cosas de otra manera, hacer las cosas según los valores del siglo XXI, usando la tecnología del siglo XXI, no como se hacían hace 30 o 50 años, los tiempos han cambiado, sabemos cosas que antes no sabíamos sobre el daño ambiental que se le hace al planeta. Y tenemos la oportunidad de hacerlo de cero”. Asegura que no quiere ser el único centro de esquí sustentable, si no el “primero de un montón”.
El empresario confía en que en el futuro habrá más ciudades sustentables. “Es inevitable la transición a un mundo descarbonizado y sin fósiles, pero bueno, hay que empezar”, cierra Nofal.
FUENTE: INFOBAE