La venta de sal la ayuda a cumplir su sueño de nadar en Brasil

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Delfina Villareal tiene 14 años, es nadadora y forma parte de CADES. Participará de los 6°Juegos Panamericanos de Brasil, representando a Córdoba y Argentina.

Delfina Villareal tiene 14 años, nada desde los 4 y ahora competirá en los Juegos Panamericanos para Sordos, representando a Argentina y a Córdoba.

Su amor a la natación comenzó como una hidroterapia y a medida que fue creciendo se encontró que esto le apasionaba cada vez más. Nació con síndrome de Mondini, una malformación del oído interno que le produce una hipoacusia.

Cuando sus papás recibieron este diagnóstico, se encontraron con un montón de información que decía que iba a tener complicaciones para caminar, para coordinar, en el equilibrio y demás cosas con las que caracterizan a las personas con hipoacusia. Sin embargo, en la natación, Delfi pudo desarrollar una vida plena y encontrar una actividad que la apasiona y la motiva.

De la mano de la profesora Constanza Quellet, quien ahora es su entrenadora, se sumó al grupo de natación para sordos en el Kempes, y con el paso de los años fue citada a integrar el Seleccionado Argentino de nado para sordos y actualmente integra la Confederación Argentina Deportiva de Sordos (CADES).

El año pasado participó de su primer mundial en Argentina para sordos, y ahora viajará a Brasil para los 6° Juegos Panamericanos para personas sordas, como parte del equipo de natación, conformado por seis integrantes, y en donde es la única cordobesa.

Su mamá, Victoria Iturrieta, asegura que Delfi encontró en el agua “libertad”; y que con este deporte se expresa con mucha alegría y entusiasmo. “Se esfuerza muchísimo, va al colegio Carbó, está en segundo año y le apasiona nadar, lo hace con mucha responsabilidad y vemos sus frutos”, destacó.

Delfina Villarea, la cordobesa que irá a los Panamericanos para sordos

Entrena 5 veces a la semana 2 veces por día y hace un esfuerzo enorme. “Como mamá me siento muy feliz y orgullosa de verla crecer en este ámbito del deporte tan comprometida, me sorprende, le pone mucho esfuerzo”, valoró.

Además destaca lo sociable y desenvuelta que es Delfi, tanto con personas sordas como oyentes, así como personas con y sin discapacidad. “Esto va de la mano del deporte”, reconoció.

Victoria al medio con su entrenadora Coty y su profe de gimnasio

Un emprendimiento que la ayudó a costear parte de su viaje

Marcela Fabiana es hermana del corazón de Victoria, y para Delfina es como una tía. Ella integra la fundación Centro Cristiano para la Familia, donde hay un grupo de jóvenes y adultos con distintas discapacidades que se llama Grupo Amor y funciona en la localidad de Unquillo.

Este año se les ocurrió un emprendimiento para elaborar sal de campo, del que también formó parte Delfina y gracias al cual está costeando parte de su viaje y los insumos que precisa para competir en Brasil.

“Vendió muchísima sal con conocidos y nosotros estamos contentos de haber podido ayudar y colaborar para que este viaje sea posible y ella pueda ir al Panamericano de sordos en Brasil”, comentó Marcela, quien también agregó que la iniciativa surgió hace meses.

El emprendimiento de elaborar sal de campo surgió gracias al contacto que hicieron con Martín Esteban, propietario de la empresa familiar Alicor, donde producen diferentes condimentos. Él les abrió las puertas de su fábrica para que los integrantes de Grupo Amor pudieran trabajar con los empleados en fabricar y elaborar esta sal de campo, o también conocida como sal parrillera y condimentada.

“Ellos junto a los empleados fabrican y elaboran con una máquina la mezcla de sal de campo, los chicos pesan en unos potes la cantidad y le ponen las etiquetas para luego salir a vender”, describió Marcela.

“Estamos muy contentos de que este emprendimiento de la sal de campo sea parte de que el sueño de delfina de ir a los panamericanos de Brasil sea posible”, valoró Marce.

La sal que venden se llama “Sal de vida”, y luego de que venden toda la producción regresan a la fábrica para trabajar en conjunto y hacer crecer este emprendimiento.

Según Marcela, Delfina vendió más o menos 400 sales a familia, amigos, conocidos y todo eso le sirvió para pagar gran parte de su viaje.

“Jamás imaginábamos que una sal de un pote envase de 200 gramos pueda llegar tan lejos y pueda ayudar en esto tan enorme que hace Delfi”, afirmó Marcela.

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