Una historia conmovedora de fidelidad, amor y compañía en Vietnam.
La perra Mino y el pequeño Khet se conocieron cuando ambos tenían un año de edad. Nguyen Thi Ut, la abuela del niño, cuenta que desde el inicio congeniaron perfectamente, estaban destinados a ser amigos.
Desgraciadamente, Khet murió a la edad de dos años tras ahogarse tres años atrás en una acequia cercana a su casa, en el sur de Vietnam. Luego del entierro, cuenta la abuela, el perro no se separó nunca más de su tumba, ubicada en la parte trasera de la casa, como es tradicional en el campo vietnamita. ”Traté de que dejara de ir porque no me parecía bien, pero siempre terminaba volviendo. Al final decidí dejarle”, cuenta la mujer.
”Siempre entra en casa un par de horas al mediodía y después vuelve a salir, aunque haga mucho sol o llueva. A veces incluso pasa toda la noche”, cuenta Ut, y añade que Mino no emite sonido, solo se queda recostada. ”A veces, agarra algo de comida o alguna fruta y la deja junto a la tumba”, apunta Nguyen Thanh Go, padre Khet.
Un amigo de la familia les regaló un cobertizo para que Mino se resguardara, pero tuvieron que retirarlo a los pocos días por las quejas de un pariente que reclama la propiedad del terreno. Ante sus exigencias, la familia organizará en marzo una ceremonia para trasladar la tumba y acercarla unos metros a la casa. ”Estoy segura de que aunque cambiemos la tumba de sitio, Mino seguirá pasando allí el día”, concluye Ut.