Una comunidad wichi exporta sus artesanías a Europa, Japón y Estados Unidos

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Se trata de unas 500 artesanas que trabajan en una fundación que comparte sus ganancias con las productoras.

Una fundación sin fines de lucro de la Argentina ya logró abrir mercados en Estados Unidos, Japón, España, Portugal y Brasil. Se trata de una organización que integran mujeres artesanas y tejedoras wichis de El Potrillo, una localidad ubicada a 544 kilómetros de la capital de Formosa. Allí, la comunidad Wichi, que vive sin luz ni agua corriente, logró impulsar un trabajo que ya trascendió las fronteras del país.

De la mano de la Fundación Niwok, cuya directora, Mercedes Llorente, vive en El Potrillo, 480 mujeres -que están en el directorio de la fundación- ya utilizan sus manos para vender sus productos artesanales y otras 200 esperan poder sumarse pronto a la iniciativa. La facturación promedio anual es de 13 millones, aunque este año resultaría más auspicioso, ya que lograron alcanzar esa suma en los primeros nueve meses. Del total de los ingresos, el 40% surge de las exportaciones, que comenzaron hace cinco años y muestran un crecimiento del 10% anual.

La Vicepresidente de la Fundacion Niwok, Lucía Cardini, dijo que “trabajamos con el concepto de consumo con impacto social y comercio justo: el 60% de los ingresos del productos van a las manos del artesano y, si hubiera un subsidio, sería más”. Además, la psicóloga y emprendedora aclaró que “el precio lo marca el origen, no la demanda”.

“Para ellas es un ingreso comunitario para vivir, no de ahorro. Son 37 grupos de artesanos, 480 personas, que viven en Formosa, Salta, Santiago del Estero y Tucumán. Las ventas en el país son a comercios minoristas porque se hace difícil realizar muchos productos iguales, aunque sí le vendemos a Arredo, que se adaptó a esta condición”, explicó Cardini, en relación a la línea Nativa de esta cadena, basada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, que establece metas para luchar contra la pobreza extrema, la desigualdad y el deterioro ambiental. El próximo paso, aclaró, será comenzar a vender a través de Amazon. Además, destacó que “muchos emprendedores de varias provincias se lanzaron a comprar más productos, aunque no todos quedaron porque no es fácil sostenerse”.

“Mercedes comenzó su tarea con 20 mujeres hace 38 años. Es un diálogo intercultural entre la cultura blanca y los wichi. Y los tiempos del trabajo los marca la naturaleza: si el clima lo permite, la gente se va a pescar, ya que viven de eso. Este no es un comercio especulativo”, sostuvo.

Precios y más

El rango de precios va “desde escarapelas a $250 hasta carteras de $3.000 y un paño de $20.000”. En el caso de las exportaciones, detalló que predominan “los productos de decoración”. El Taller de Mujeres Siwan´I está ubicado en la localidad de El Potrillo, a 544 kilómetros de la capital de la provincia de Formosa, en el Departamento Ramón Lista; se trata del centro indígena más poblado de la zona, con una superficie de 3.817 kilómetros cuadrados y casi un tercio de sus tierras son propiedad de las comunidades Wichí.

La zona tiene un equilibrio ambiental extremadamente precario. Su clima es básicamente seco con temperaturas medias anuales de 23° y máximas de 47° en el prolongado verano, con un régimen de lluvias es aproximadamente 600 milímetros anuales; el 75% del agua se concentra entre noviembre y marzo, cuando los caminos se tornan intransitables y la comunicación tanto entre las comunidades como con centros más poblados de la zona. En El Potrillo el acceso a servicios e infraestructura es bajo; respecto del agua, la mayoría tiene una canilla en su predio llamado “canchón”; en menor medida, algunas comunidades utilizan un pico público, o va un camión a llenarles los aljibes. Tienen acceso a electricidad, aunque casi todos utilizan leña – extraída del monte – como sistema de combustión.

Un gran porcentaje de la población económicamente activa wichi se encuentra desocupada y realiza trabajos temporarios; también desempeñan actividades tradicionales basadas en la recolección, caza y pesca, indicó Cardini. Sin embargo, el avance de la frontera agrícola sobre el ecosistema “provoca que el monte ya no provea el alimento suficiente para el sustento familiar, lo que a su vez ocasiona que pierdan lugar prácticas culturales relacionadas a la alimentación y los métodos ancestrales de subsistencia”.

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