Empleados comunales llevan adelante un proyecto mediante el cual reutilizan botellas plásticas para convertirlas en adornos y embellecer la localidad.
La sustentabilidad y las acciones que son amigables con el medio ambiente cada vez crecen más. En este caso, la Comuna de María Juana -departamento Castellanos- impulsa un proyecto con impacto ambiental positivo. Reutilizan plásticos para embellecer la Plaza principal de la localidad en fechas específicas del calendario. Ya reciclaron 16.000 botellas en menos de un año y cuentan con taller propio donde trabaja un grupo de unas 10 personas. Los adornos, finalmente y luego de un mes de exposición, se resguardan para ser reconvertidos en futuras fiestas. “Nada se tira, todo se transforma”, explicó en diálogo con este medio Malvina Marquese, quien se desempeña en el área de Cultura y fue una de las impulsoras de la intervención que ya lleva tres ediciones.
Embellecer y reciclar
Adornar para embellecer, y embellecer para cuidar el medio ambiente. Ese parece ser el lema de las promotoras del proyecto “Reciclar para celebrar”. Malvina Marquese y Mariela Stratta trabajan en la Comuna de María Juana y fueron quienes tomaron la posta para llevar adelante la propuesta. “El proyecto surgió tras conocer una publicación de un pueblo de la provincia de Misiones, Capioví, mediante la cual observamos como desde hace diez años comenzaron con el reciclado de plásticos para transformarlos en adornos y utilizarlos en fiestas específicas”, recordó una de las empleadas.
Así, y observando los beneficios ambientales y ornamentales para la localidad, decidieron poner en marcha la iniciativa. El año pasado, llegada la pandemia y con ella la limitación para realizar actividades culturales, las empleadas decidieron elevar la inquietud al Ejecutivo local. A decir verdad, el desarrollo normal de un año calendario no le permitía repensar por razones de tiempo la implementación de la iniciativa que pretendían replicar. “Comenzó siendo ´Reciclando la Navidad´ porque no sabíamos la repercusión que iba a causar en el pueblo”, contó Marquese.
Primero fue la Navidad. Y tras la aceptación total de la comunidad, decidieron ampliar la propuesta para fechas puntules. Fue así que se replicó en Pascuas y ahora, llegada la Primavera, recibieron la estación del año con una tercera edición. Para promover el proyecto, se reciclan plásticos en general – discos de barredora, caños de PVC y botellas –. Y a eso, se le anexó madera y chatarra que utilizan para transformar en cartelería. “Entre los tres proyectos ya reciclamos 16.000 botellas, entre 5 y 6 mil por propuesta”, contó Marquese.
La separación de residuos, un beneficio
La localidad de María Juana cuenta con campanas de reciclado en diferentes sectores del ejido urbano mediante las cuales se realiza la separación de residuos. El plástico depositado en dichos conteiners llega directamente a las manos de quienes impulsan el proyecto para comenzar con el proceso de transformación. “La primera vez que realizamos esta intervención, como la gente no estaba al tanto de lo que habíamos comenzado a hacer, debimos ir nosotras mismas al basural a juntar botellas. Y luego llevamos adelante todo el proceso de lavado y desinfección. Dependiendo de lo que impulsemos, utilizamos los picos, los cuerpos o, en su defecto, la totalidad de los envases”, explicó una de las promotoras de la iniciativa.
De la Comuna a un taller propio
El puntapié del desarrollo de la propuesta comenzó en las propias instalaciones de la Comuna. Sin embargo, con la reactivación de las diferentes actividades en el transcurso del año ante el descenso de la curva de contagios, el espacio quedó sin disponibilidad. Además, los adornos producidos tienen dimensiones impactantes por una razón específica: “La idea es que sean bien grandes para que ocupen el mayor espacio posible y sean visibles”, contó Marquese.
Así las cosas, una familia propietaria de una antigua casona cedió en comodato las instalaciones con la condición sine qua non de que se mantenga abierta y se desarrollen tareas en su interior. “Hoy reciclar para celebrar tiene su propio taller”, celebró una de las empleadas de la Comuna.
En las instalaciones, las tareas tienen su distribución y el desarrollo está aceitado. Personal del obrador se encarga de trasladar las botellas recolectadas de las campanas y confeccionar armazones y estructuras rígidas. Seis mujeres realizan el tratado de los envases y el armado de adornos. Y otro empleados se ocupa del pintado final. Los adornos, finalmente y luego de un mes de exposición, se resguardan y se reutilizan para futuras fechas. “Nada se tira, todo se transforma”, explicó Marquese.