Un 15 de enero de 1925 nacía en Atalanta, Georgia, Michael King Jr., más conocido como Martin Luther King, un pastor norteamericano reconocido mundialmente por su lucha por los derechos civiles y su defensa de los afroestadounidenses.
El 28 de agosto de 1963 en una marcha en favor de los derechos civiles incumplidos e infligidos sistemáticamente en Washington, se produjo una de las movilizaciones más grandes e impactantes.
En esa ocasión Martin Luther King pronunció una de las frases más bellas e inspiradoras en un discurso político: “Yo tengo un sueño”. Esas son las cuatro palabras que encabezaron cada párrafo donde invocó la convivencia, el respeto, y clamó por el pluralismo.
Fue un discurso que trazó horizontes mucho más allá del presente que lo tenía como actor fundamental.
Fueron palabras potentes de un líder que insufló ánimo y convencimiento para el logro de ideales superiores basados en los valores más altos de igualdad, inclusión y solidaridad. Palabras firmes que adelantaban el futuro y empoderaban a la gente.
Fue sin violencia, sostenido en la defensa de la dignidad a su etnia, en la fe en el hombre, en el amor fraterno.
Yo tengo un sueño trascendió los tiempos y las fronteras, y sigue vigente como en aquel entonces. Es una frase bella y profundamente docente que debemos hacer propia cada día y compartirla, pues hay mucho aún por crear, por lograr y por hacer fundamentalmente en forma compartida.
Por Claudio Avruj
Director de Optimism