Una trituradora le amputó un brazo y ahora es una figura del jiu-jitsu: “La discapacidad es mental”

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Cristian Gómez tiene 43 años y logró vencer su depresión gracias a las artes marciales.

Reponerse a los traumas de haber perdido un brazo en un accidente laboral parecía un objetivo imposible para Cristian Gómez, de 43 años, hasta que decidió luchar, en todos los sentidos. Después del giro que dio su vida, su mejor amigo le recomendó practicar karate, y ahora es subcampeón provincial y nacional de jiu-jitsu.

González en de Mendoza, pero vivía en San Juan y trabajaba en una bodega en el momento del accidente. Fue atrapado por una máquina trituradora de mosto y uvas que le destrozó el brazo y, gracias a la rápida reacción de un compañero, no hubo un desenlace fatal. “Resbalé y al no tener barra de contención en lugar de la caída, la máquina me agarró y me cortó el brazo. Me salvó un compañero y me sacó, porque si no, podría haber perdido la vida”, relató.

Gómez es subcampeón provincial y nacional. (Foto: gentileza Vía País)
Gómez es subcampeón provincial y nacional. (Foto: gentileza Vía País)

El accidente cambió por completo sus actividades. Cuando era más joven, tocaba folclore con la guitarra y jugó handball desde el colegio. “Después de amputarme el brazo, entré en depresión”, aseguró, hasta que un amigo lo invitó a practicar karate.

“Él era cinturón negro y yo ni enterado de que lo hacía, siendo que nos conocíamos de años. Fui y descubrí que podía luchar y aprender movimientos que creía que no podría. Después, me vine con mi abuela a Mendoza para estudiar en la UNCuyo y no seguí. Pero en esta provincia comencé kung-fu y llegué a competir hasta llegar a cinturón negro”, detalló.

Cristian Gómez aprendió a competir con personas que no tienen su misma condición. (Foto: gentileza Vía País)
Cristian Gómez aprendió a competir con personas que no tienen su misma condición. (Foto: gentileza Vía País)

Gómez venció sus limitaciones, sus miedos y, además, la discriminación de terceros. “Me ponía mal cuando me encontraba con personas que me discriminaban, pero ahora no, simplemente hago, actúo y demuestro que la discapacidad es mental, que todos podemos hacer lo que nos propongamos”, remarcó.

En 2021, también comenzó a practicar kick boxing y después jiu-jitsu. Sin embargo, la responsabilidad que tenía como padre de familia en esa época de su vida lo llevó a dedicarse únicamente a este último arte marcial, que es una combinación de “lucha y concentración”.

Las artes marciales lo enseñaron a trabajar en cuerpo, mente y espíritu. (Foto: gentileza Vía País)
Las artes marciales lo enseñaron a trabajar en cuerpo, mente y espíritu. (Foto: gentileza Vía País)

“Al tener una mano, tuve que adaptarme a las técnicas, como las de agarre y sumisión. Tuve que controlar los movimientos con un brazo”, explicó Gómez. Su profesor, Raúl Núñez, lo ayudó a crear variantes de las maniobras: “Descubrimos que con una mano podíamos hacer todo. Eso fue otra de las cosas que me fue atrapando, ir descubriendo agarres y control liberó mi mente”.

Conforme avanzaba en su entrenamiento, Gómez comenzó a aplicar todo lo aprendido en la vida cotidiana, lo que le permitió mantener su autonomía. Según confirmó, la fuerza que adquirió en los dedos, gracias a la práctica, le sirvió para reparar cosas, conducir un auto sin necesidad de adaptarlo e, incluso, “cambiar una rueda de auxilio ajustando las cinco tuercas”.

Gómez aprendió a vencer sus limitaciones. (Foto: gentileza Vía País)
Gómez aprendió a vencer sus limitaciones. (Foto: gentileza Vía País)

Además, Gómez remarcó que las artes marciales, por su “lado espiritual”, le dieron seguridad y lo convirtieron en “un guerrero”, lo que fue clave para superar la pérdida de un brazo. “Me di cuenta que podía hacer nuevas cosas, y encarar la vida de la misma manera que cualquier persona”, señaló. Gracias a su fuerza de voluntad y esfuerzo, es capaz de competir con sables o bastón en kung-fu, puede combatir en kick boxing y ha conseguido victorias enjiu-jitsu con la academia Cícero Costha.

Gómez aprendió las técnicas necesarias para competir contra personas que no tienen su condición física. Sin embargo, esto fue otro obstáculo al principio de su incursión en las artes marciales. Antes de demostrar sus habilidades, no lo dejaban participar en las competencias de kung-fu. En 2018, lo obligaron a firmar un consentimiento para poder inscribirse en un torneo con personas “completas físicamente, por decirlo de alguna manera”. En ese año, se convirtió en campeón provincial y nacional. También fue campeón nacional en formas durante los torneos virtuales que se celebraron en la pandemia.

Gómez no se siente como una persona “discapacitada”: “Eso es una autoimposición mental. Demuestro que puedo y que soy tan capaz como cualquiera, con las acciones”, subrayó, y esto lo aplica en todos los aspectos de su vida. Él sigue trabajando y aprendiendo al mismo tiempo que imparte esta enseñanza a sus dos hijos. Además, está preparándose con el objetivo de llegar a competir en un torneo internacional en Brasil el próximo año.

FUENTE TN

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