Una maestra del amor: adoptó a una de sus alumnas sin hogar

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Miriam y Néstor ya eran papás de dos hermanitos. Al conocer la historia de Camila, uno de los chicos dijo: “A los más grandes no los quiere nadie, así que tenemos que ayudarla”.

Miriam y Néstor se conocieron en noviembre de 2010 y en diciembre de ese mismo año decidieron casarse. Él vivía solo en San Andrés de Giles, hasta que ella dejó su vida en Jáuregui y se mudó para allá. En julio de 2011 dieron el “sí” y comenzaron a soñar con formar una familia. “En 2009 se había muerto el papá de Néstor y, el mío falleció unos meses antes de casarnos, en 2011. Creo que un poco nos curamos las heridas juntos. Él me contó que había crecido allí y que quería formar una familia y decidí irme para allá para ejercer mi profesión de docente en una escuela de la zona”, explica Miriam a TN.

Ella tenía un problema de fertilidad y, durante una consulta médica, un especialista advirtió que iba a tener inevitablemente embarazos de riesgo. “Decidí que este cuerpo no iba a traer hijos al mundo porque esa situación no era tolerable para mí. En mi familia, tengo tíos que fueron adoptados y con Néstor fuimos hablando sobre esa posibilidad. A él le costaba un poco más hacerse a la idea, pero juntos empezamos a investigar”.

Para él, desde un principio, la prioridad siempre fue ella y si tener un bebé implicaba algún riesgo para su salud, prefería vivir toda la vida sin hijos. “Sobre la adopción, nunca lo había pensado. Después siguieron pasando los años, tenía 41, 42, 43, 44 y a los 45 un día me levanté y la miré a Miriam. Le dije que teníamos que hacerlo: ‘vamos para adelante’”.

Después de mucho charlarlo, a fines de 2016, tomaron la decisión tras participar de una charla sobre familias por adopción. “Eso fue en diciembre, lo hablamos un poco más y decidimos que no queríamos adoptar bebés porque ya éramos grandes, teníamos determinadas ocupaciones, una vida organizada de una manera y más que nada, habíamos acompañado la crianza de nuestros ahijados que tienen la edad de nuestros hijos y eso nos daba la pauta de que nos gustaba estar con chicos más grandes”.

“Los chicos que vienen de institutos necesitan contención y era buenísimo que él estuviera presente. Néstor se ocupa de las vacas, la leña, y muchas otras tareas propias que forman parte de una vida de casa de campo. Fue un acierto porque lo primero que nos dijeron fue ‘qué lindo que podés dedicarte a los chicos que en su mayoría no vienen con esas imágenes de varones”, recuerda Miriam.

Desde que empezaron los trámites hasta que llegó el apto, pasaron menos de tres meses. “Los primeros días de junio nos vino a notificar la policía y al otro día, cuando Néstor me pasa a buscar por la escuela, me cuenta que habían llamado del juzgado: había dos chicos, dos varones, de 7 y 8 años que estaban en situación de adoptabilidad”.

Si bien no esperaban que fuera tan pronto, aceptaron todo. “Nos mostraron las fotos de Ian y Lolo, nos contaron que estaban en un hogar en Navarro, antes habían pasado por uno en Bragado. También que habían estado 8 meses con una familia y que la vinculación no había funcionado. Nos explicaron que habían retornado al hogar y que buscaban una familia que tuviera mucho lugar para jugar, que hacía falta mucho amor y disciplina”.

“Cuando ya nos habíamos acostumbrado y parecía que nos habíamos acomodando, conocimos a Camila”, cuenta Miriam con respecto a su alumna en la Escuela Media nro 2 Fray Mamerto Esquiú donde da clases de nivel secundario y terciario. “Era muy tímida, se sentaba en el fondo contra la pared. Si no la obligaba a trabajar en grupo no lo hacía. No teníamos mucho vínculo y en un momento empezó a faltar. Le pregunté a la preceptora y me contó que vivía en un hogar”.

En ese momento, Miriam se enteró de que había tenido una vinculación fallida con unos pretensos adoptantes que, por diversos motivos, decidieron no llevarla con ellos a convivir. “Me encontré con una chica que vivía con ella en el hogar y le pedí que le dijera que “la vieja de lenguaje la extraña y la quiere ver’. Al otro día vino, me contó que había tenido una audiencia con la jueza y que le iban a buscar referentes afectivos”.

Miriam le contó a Néstor su deseo de que fueran ellos los referentes afectivos de Camila. Él solo pensaba en lo que iba a sufrir si después de encariñarse con la adolescente, por fuerza mayor, se decidía que se terminara el vínculo. Sin embargo, coincidieron en que debían presentarse ante la justicia para ser ellos esa figura en la vida de la chica.

Con Néstor habían pensado en una primera salida a comer y que -con tiempo- llegara el momento de ir a la casa. “Le advertí que iban a estar mi marido y los chicos y no le importó nada, la primera salida fue todo el finde a casa”, explica Miriam entre risas.

Camila iba los fines de semana y se veían durante la semana pero el 21 de septiembre fue un punto de inflexión: “Ella estaba muy angustiada por situaciones del hogar y le dijimos: ‘Basta Cami, todos viven situaciones parecidas en ese lugar’. Estaba muy delgadita, porque de los nervios se le hacía un nudo en el estómago”.

Frente a la jueza de familia, Camila tuvo que decir “sí quiero”, y en noviembre la sentencia quedó firme y llegó el nuevo documento de Camila que en febrero cumplió 18 años. “No imaginábamos en un principio adoptar a un niño tan grande, se dio. Después de la experiencia con los nenes y de ser docente en escuela secundaria, al enterarme de la situación le pregunté a los chicos y Ian me contestó ‘A los nenes más grandes no los adopta nadie, si no la ayudamos nosotros se va a quedar en el hogar’”.

Hoy como madre de tres, Miriam se toma un minuto para pensar el mensaje que quiere transmitir con su historia, esa que también comparte en las redes sociales a través de su página “Se me secaron hasta las plantas”. “No es difícil adoptar, el punto es interrogarse con quién se quiere formar familia, porque podemos formarla con personas de cualquier edad. Si bien, no está mal querer hacerlo con un bebé, habiendo chicos y adolescentes que tanto lo necesitan, habría que replanteárselo y entender que si uno tiene el deseo, la capacidad evaluada y la honestidad de aceptar al otro en todas sus facetas también va a poder adoptar a un chico grande”.

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