Un nuevo emprendimiento ecológico en Las Grutas

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En una época donde el cuidado del ambiente se ha ido intensificando, desde una educación, deconstrucción y también por críticas a personas y grupos que no lo cuidan, en Las Grutas nació un proyecto que retoma -en cierta medida- lo que El Desafío, en Gaiman, Chubut, aportó por más de 30 años: un paisaje con objetos y utilizados y que adornan los alrededores de un nuevo negocio.

El Ecoparque Altos del Mar es una de las nuevas propuestas de la villa balnearia rionegrina, demostrando que una articulación amena entre reciclado, playa y naturaleza, es posible. Una escultura de goma, de neumáticos en desuso, aflora en ese predio: es una réplica de una ballena franca austral, con su cabeza y cola característica, como si fuera una de esas tantas fotografías que recorren el mundo entero: se apropia del paisaje como un cetáceo de tamaño real. La escultura fue realizada por Mauro Vázquez, un artista que trabaja de forma cotidiana con materiales reciclables que encuentra por dónde camina. Todo está construido con elementos y objetos que, en algún momento, han sido utilizados en actividades y disfrute colectivo e individual: una nueva y segunda oportunidad. Cada obra tiene una conceptualización e historia concreta, una identidad marcada que se ve disfruta algún menú típico o una bebida, mientras el paisaje y el sonido son las gaviotas, las olas y el viento. De vez en cuando, una liebre o un zorro se observan entre la flora autóctona. El proyecto fue llevado a cabo por Lorena Villaverde junto a su pareja José Maria Clemant, en una forma de equilibrar el trabajo y la playa desde una arista sustentable en lo medioambiental. Mires por donde mires, hay objetos con historias que, en su totalidad, conforman un nuevo y gran segundo comienzo: el “domo cervero, el primero del mundo”, como dirá la propietaria, es uno de las tantas estructuras recicladas.

El arte y el reciclado también se puede ver en los baños: las paredes están inundadas de entradas y folletos de festivales populares del pasado, donde se puede ver artistas de renombre nacional e internacional mientras te lavas las manos y te pones alcohol en gel. En cada espacio se representa un sector o una parte de la historia e identidad de la villa, de Río Negro y también de la Argentina. Es una oportunidad innovadora de comprender la importancia de cuidar el planeta y de disfrutar de una bebida bien fría mirando el mar; de colaborar con un circuito gastronómico y económico local y de repasar cómo se puede transformar la chatarra en arte.

Neumáticos como ballena, container como cocina y folletos como empapelado: la historia se respira en cada paso del predio que, además, cuenta con juegos infantiles. Un atractivo para el disfrute de toda la familia. La villa balnearia rionegrina de Las Grutas suma un nuevo espacio que socializa de forma amena con la naturaleza, acorde a lo que cada persona debe entender: que a las playas las cuidamos y las disfrutamos entre todos; reeducarnos es responsabilidad de cada uno.

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