Es el Café París que había cerrado el año pasado y sus empleados se juntaron para comprar el fondo de comercio. Habían logrado reabrirlo hace apenas un mes.
Hay clásicos que casi nunca cambian, pese a las modas, crisis y la modernidad. Aunque la pandemia del coronavirus, en todo el mundo, puso en jaque a miles de íconos culturales. La esquina de Melgar y Azcuénaga, en Vicente López es uno de ellos. Antes de que el país diera un giro de 180 grados, el Café París era un emblema del barrio y de la gastronomía del Conurbano.
Ni los 90 años de antigüedad ni el cariño de generaciones de vecinos habitué pudieron evitar el cierre de la emblemática cafetería, a mediados de 2020. Gracias al esfuerzo de cuatro empleados gastronómicos (dos de ellos, mozos de una pizzería de la zona), reabrieron las persianas el 7 de marzo de 2021 bajo el nombre de París Cafe Brasserie.
La historia de los mozos y vecinos que destinaron todos sus ahorros en rescatar la histórica confitería se volvió viral en Internet y fue noticia en Clarín, a principios de enero. Hoy, con la segunda ola de Covid-19 y las nuevas restricciones horarias para evitar contagios decretadas por el presidente Alberto Fernández (cierre de comercios gastronómicos a las 23, más control a la cantidad de clientes, circulación prohibida de 00 a 6), en el local temen una nueva crisis.
“Vamos a respetar las exigencias protocolares y estamos incorporando servicios de take away y delivery”, cuenta Laura, una de las propietarias del restaurante. “El local cerrará a las 23 para tener en cuenta el tiempo de desplazamiento del personal de la noche. Las nuevas restricciones van a impactar fuerte en nuestras ventas. La cocina cerrará a las 21, lo que nos hará perder una hora y media de trabajo”, agrega.
En la nueva versión del histórico Café París aseguran que van a seguir al pie de la letra las nuevas medidas adoptadas para reducir la circulación ante los contagios récord en el GBA. Sin embargo, creen que esto va a impactar en su economía.
“El menú ha sido actualizado por completo. Incorporamos platos más modernos a fin de captar un público más amplio. La carta también sigue siendo la de un café y restaurant tradicional, pero con toque renovados y atractivo”, cuenta Laura, que detalla todo el esfuerzo que pusieron para poder sostener el espacio.
“Inauguramos el 7 de marzo, y esto es un impacto a nuestra economía, sin duda”, reitera la propietaria. Aquel domingo, las puertas en la esquina de Melgar y Azcuénaga volvieron a recibir a su clientela fiel. El público habitué que pasaba horas en esa vereda, café, jugo o aperitivo mediante, vislumbraban con ansias la vuelta.
Laura, socia de París Café Brasserie, dice que tuvieron que hacer un gran “esfuerzo” para volver a abrir. “Mantuvimos el estilo original y la impresión francesa del edificio, pero renovamos por completo la fachada y las instalaciones”, relata.
“Después de tantos meses de clausura de locales gastronómicos por la pandemia, se puso en venta la llave del comercio”, cuenta Laura. Ahora, tras haberlo adquirido, transformado y reabierto, se adaptaron a los nuevos protocolos. “Desde que abrimos estamos respetando la distancia entre mesa y mesa en el interior del local y afuera en las veredas las mesas están colocadas también a distancia. Todo el personal usa barbijo tricapa, se desinfectan las mesas y cada mesa adentro y afuera ofrece un spray con alcohol al 70%”, agrega.
Esa esquina pasó por varios nombres, pero su esencia y caracterización nunca cambió. El desafío ahora es que el cierre a las 23, los controles estatales y la baja de clientes no golpee de nuevo al negocio. respetando siempre los protocolos necesarios y cumpliendo estrictamente con los espacios dispuestos y estipulados para la capacidad de ocupación. Muchas veces, cuenta con show en vivo musicalizados por una banda de jazz que mágicamente te transporta a Las callecitas de París en un abrir y cerrar de ojos.