Trabaja en una estación de servicio y en el tiempo libre es el Batman de un hospital de niños

Historias para contar Slider costado

El hombre oculta su identidad: tiene 27 años y desde el 2018 usa sus francos para alegrar a los niños y niñas en el Hospital Pediátrico.

Regalar sonrisas, buenos momentos a niñas y niños internados en el Hospital Pediátrico de Córdoba, darles un instante que los saque de la situación que viven y un poco de paz a las madres y padres en esos duros momentos es su misión, pero también lo es llevar alegría a los chicos de los barrios humildes de la ciudad. A veces, el Batman Cordobés llega acompañado de la Batichica Córdoba (su cuñada) o de algún otro Superhéroe aunque suele andar solo en su batimoto esperando el momento de que su ayuda sea requerida.

Tiene 27 años, vive en la capital de Córdoba y usa sus días francos para visitar a los niños en el Hospital Pediátrico (@thebatmancordoba)

Su nombre tal como figura en su DNI lo mantiene oculto. Sabe que los cientos de niños que alguna vez lo vieron aún mantienen la esperanza de que aquella visita especial haya sido el Batman de verdad y no un vecino disfrazado. Por eso, se cuida al momento de salir con el traje negro, muy parecido al de la trilogía El Caballero de la noche, y que hizo a pulmón con ayuda de su mamá, y los consejos de otro colega de vestuario y misión.

Cuando no lo viste, trabaja como empleado en una estación de servicio de la zona cargando combustible. Allí, suele escuchar comentarios sobre ese sujeto que emula al hombre murciélago. “Debe ser hijo de ricos y no tiene otra cosa que hacer”, opinan algunos mientras que otros se admiran: “Tiene un gran corazón, parece un pibe joven”.

 “Solo soy un joven de 27 años, casado, que está estudiando Educación Física y que es un trabajador, nada más”, se define y tarda en contar que usa sus días francos para, una vez a la semana, visitar el hospital de niños al menos por dos horas. Fue la muerte de una prima la que lo hizo asumir hace cuatro años ese compromiso.

La historia

En 2018, una iglesia organizó una obra de teatro para 300 chicos de 12 y 13 años. Con la ayuda de su mamá hizo un primer traje, dice que era “algo rústico” y su mejor amigo se sumó como El Guasón. El impacto que generó el Batman que hizo con réplicas de armas fue colosal. Le gustó ver esos ojos abiertos muy grandes y pensó cómo sería presentarse con ese atuendo frente a niños. Pese a eso, hasta ese momento no tenía en mente hacer nada en el hospital ni en otro lado.

El Batman de Córdoba asegura que “son nuestros actos los que nos definen” (@thebatmancordoba)

Fue entonces que su prima, una niña pequeña, le pidió a la mamá de este joven que le hiciera a ella un traje de Batichica para compartir el día de su cumpleaños con su primo favorito. Pocos días después, la nena se descompuso y la llevaron al Hospital Pediátrico y le informaron que era algo grave. “Tuvieron que trasladar la durante la noche en un avión sanitario hasta el Hospital Garrahan, de Buenos Aires. Estuvo internada un mes y, lamentablemente, falleció un día miércoles. No pude cumplirle esa promesa de estar al lado de ella vestido como Batman”, dice consternado.

El miércoles siguiente, volvió a ponerse el traje de Batman y fue al hospital de niños para cumplir esa promesa pendiente. “Entonces vi cómo la pasaban los chicos, imaginé a mi tía en esos días de dolor y decidí comenzar a hacer visitas semanales para darles un poco de alegría”.

Buscando mejor su traje y performance se encontró con el otro Batman, el solidario, y lo ayudó con algunos detalles. “Me regaló una máscara, una réplica hermosa traída de afuera, y con mi mamá vimos cómo estaba hecha. Así que busqué un escultor que hizo mi máscara con el molde de mi cara y me quedó un traje de película”, cuenta el hombre que mide 1.84 metro y que supera el metro noventa con la máscara. Y así se sube a la Batimoto, que mide 2.70 metros de largo y que ya se transformó en un icono de Córdoba.

Cada una de las visitas que realizó desde ese día le llenó el corazón de emoción, de alegría al darse cuenta de que de verdad estaba llevando a cabo una misión. Prometió respetar el pacto con su primita y jamás develar quién está debajo de la máscara: “La ilusión de un niño es muy importante y no se la debe quebrar”, afirma.

“A veces me acompaña la Batichica. Sabemos que a veces son realidades muy tristes las que vivimos en un hospital, pero esto me ayuda también a reflexionar mucho y me convertí en una persona agradecida con la vida, con mi vida que puedo dar alegría. Nos quejamos mucho por cuestiones materiales, pero la salud es lo único que importa. Soy un Batman que no combate el crimen sino la tristeza de los niños, o al menos lo intento”. Aunque se lo piden a menudo, no concurre a fiestas de cumpleaños ni eventos exceptos los que tengan relación con el hospital o con niños de barrios vulnerables que acuden a comedores comunitarios.

“Son nuestros actos los que nos definen”, asegura (@thebatmancordoba)

Su misión la llevó incluso durante la cuarentena, permisos especiales de por medio. “Perdí un traje por la cantidad de alcohol y desinfectante que me pasaban”, dice un poco en broma. También a aceptar filmar una película, El Batman Cordobés, para donar lo recaudado por emitirla.

“Solamente en este mes de agosto pudimos comprar seis mil juguetes. No quiero salir a dar regalos solo en el Día del Niño porque los chicos siempre esperan un gesto y una vez la semana llegamos con al menos 100 o 120 juguetes. Quiero sacar a Batman fuera de la ficción para llevarlo a la realidad”, destaca.

Algo emocionado recuerda que desde niño es fanático de Batman. Desde que vio a Michael Keaton personificándolo se enamoró y al conocer la trilogía El caballero de la noche supo que siempre estaría relacionado con su vida. “Poder ayudar hoy y hacer el bien con ese traje a mí me llena el corazón”, admite.

Su próxima misión es viajar Río Tercero y Almafuerte: “La idea es ayudar también a niños de allá. Hay algunos con cáncer y si puedo ayudarlos a estar un poquito mejor, ¡cómo no voy a estar! Ojalá pueda hacerlos olvidarse de la enfermedad que están pasando”, se esperanza. Humilde de corazón, debajo del traje no se siente un super hombre ni un superhéroe sino una persona que hace lo que cualquier otra puede hacer por los demás. “Son nuestros actos los que nos definen, nada más”, finaliza.

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