Rubén Viviani es un cordobés que trabajó toda su vida para conocer los secretos de las plantas y las flores. Con 81 años, en el inicio de la pandemia, el vivero lamentablemente tuvo que cerrar sus puertas. Pero, con ayuda de su nieta, volvió a abrirlo con la difusión en redes sociales y el apoyo de sus vecinos de Alta Córdoba.
“Él dudaba mucho en invertir por la situación del país y porque no sabía si se iba a vender. Yo le dije: ‘Vos comprá que yo te voy a sacar por internet‘”, contó Paula, nieta de Rubén, que con el conocimiento de las redes y el amor por su abuelo, apostó a todo. Rubén se encargó de conectar nuevamente con sus amigas verdes, y la joven se encargó de la difusión y el arte de la comunicación. Así que el negocio se hizo conocido por redes sociales (WhatsApp y Facebook) y los vecinos del barrio apoyaron esta propuesta. Emocionado, Rubén contó que, por ejemplo, para el Día de la Madre se acercaron 500 personas a comprar, de las cuales 450 fueron por el aviso de las redes sociales.
El templo verde de Rubén se encuentra en la calle General Paz al 2625, en donde prepara las macetas, acomoda el jardín y cuelga los carteles para comenzar a vender sus plantas todos los días. “Si a mí me preguntan, sé por la televisión que van 200 días de cuarentena, pero no sé qué fue la cuarentena. Estuve trabajando y no tuve tiempo para estar en cuarentena. No me alcanzan las horas del día. Yo lo que menos pienso es en sentarme en la mesa a comer porque, si yo tengo que trabajar, lo hago. A mí me gusta el trabajo, y las plantas me enloquecen, son algo muy hermoso“, agrega Rubén, que aprovecha cada momento y vive cada nuevo día como una oportunidad para seguir trabajando.
