Playa inclusiva: el balneario de Villa Gesell que es un ejemplo en la Costa Atlántica

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Noctiluca dispone, entre otros servicios, de sillas anfibias y soportes para que las personas con discapacidad puedan disfrutar de la arena y el mar. La historia de su origen y el pedido de los usuarios para que el lugar llegue a conocimiento de más familias

Marcelo Santurión cuenta que siempre le preguntan si algún familiar suyo tiene una discapacidad. La pregunta -cuya respuesta es “no”- surge a partir de su obra. Criado en un campo de la localidad bonaerense de Daireaux, formado en la escuela rural Paula Albarracín Nº 16 y especializado en Gestión de Calidad Turística, este empresario de 54 años se adentró al rubro tras un viaje a Europa en el que conoció “otras posibilidades de turismo”.

De paso por España, se había sorprendido con las playas accesibles y adaptadas para personas con discapacidad. Eso, afirma, le produjo un click interno y lo motivó a replicarlo en la Costa Atlántica, puntualmente en Villa Gesell. “Lo que quise hacer fue devolver algo, generar un espacio que fuera para todos”, cuenta. El resultado fue el balneario Noctiluca, reconocido como el primero del país en ser 100% inclusivo.

Un balneario para todos y todas

El balneario está ubicado en Paseo 125 y Playa y su ingreso es a través de una rampa de madera de unos 20 metros de largo, con 10% de pendiente. Una vez adentro, atravesando más sendas accesibles, a la izquierda se ubica el sector de carpas para personas con discapacidad. Son 30 de las 97 en total que posee Noctiluca y son de uso gratuito, al igual que las sillas anfibias, las bicicletas adaptadas, las sillas de ducha, los sillones, las reposeras y todos los elementos disponibles al servicio de los usuarios. Cinco de las carpas tienen un toma corriente contemplado para la provisión de energía para personas en condición de electrodependencia.

Los baños son adaptados, amplios y con duchadores de mano, y en el restaurante el menú está traducido a escritura Braille y con pictogramas. Por cuestiones sanitarias, la carta desde hace un tiempo también está disponible en formato digital: se escanea un código QR y a través de la página se establece una vía WhatsApp. “La hicimos por una necesidad que surgió por la pandemia y descubrimos, sin darnos cuenta, una ventaja para personas con hipoacusia”, resalta Marcelo.

A su vez, el balneario ofrece un menú apto para celíacos: en época de alta demanda, acuden a soportes externos para la producción de comida con el fin de evitar la contaminación cruzada.

El lugar también dispone de un estacionamiento exclusivo para los usuarios y, fundamentalmente, con un equipo de trabajadores especializados que asisten, dialogan, participan y generan momentos muy agradables con las familias de personas con necesidades especiales, en el marco de un convenio con el Municipio. El personal además habla lenguaje de señas y se ocupa de la organización de distintas actividades recreativas adaptadas, como tejo, fútbol, batucada, zumba y surf, entre otras.

Su historia

Noctiluca comenzó a construirse hace 16 años e hizo su estreno en la temporada de verano de 2007. “Cuando empezamos teníamos sólo una carpa para personas con discapacidad y la primera dificultad que se nos presentó fue propia del desconocimiento: había hecho una rampa de ingreso al balneario, pero no una de descenso a la playa. Entonces, en plena temporada anulamos una bajada y trajimos un equipo de obreros, nos quedamos trabajando toda una noche y al otro día estaba lista”, rememora el propietario del lugar.

Con el correr de los veranos fueron apareciendo otros imprevistos que se resolvieron sobre la base de las experiencias y recomendaciones de los usuarios: “Tenemos un formato que se va a armando a necesidad. Siempre digo que Noctiluca es un traje a medida que se va haciendo en función de lo que necesita el cliente. Y muchísimas de las cosas que hicimos en el balneario, las hicimos a partir de las opiniones de ellos sobre lo que hacía falta”. De ese modo fue progresando verano tras verano.

Mercedes llegó desde Capital Federal el domingo pasado junto a su pareja y su hija. Regresó este verano al balneario después de 13 años. Recuerda que en aquel entonces “aparecía muy incipiente el hecho de terminar transformando una playa en inclusiva. Ahora esto está desarrollado, creció el proyecto. Inclusive las peatonales son bastantes amigables para transitar, están resueltas pese a que son veredas complicadas de resolver porque algunas son muy altas y desniveladas”. En esa línea, remarca la importancia de que “el contexto político hace que haya una mirada inclusiva en general en este municipio”, ya que, señala, los balnearios de la costa resultan “muy hostiles” para las personas con discapacidad motora.

En 2012, Noctiluca fue distinguido por el Ministerio de Turismo de la Nación como parte del Sistema Argentino de Calidad Turística. “Ojalá cada vez sean más los que podamos practicar el turismo accesible y que en un tiempo no muy lejano hablemos de un solo turismo, donde ya esté implícita la accesibilidad, y no de turismo accesible o convencional”, desea Marcelo.

Marcelo recuerda cientos de historias de personas que pudieron ingresar al mar por primera vez o volver a hacerlo después de mucho tiempo. Menciona, por ejemplo, a Ayelén Dauro: “Es nadadora de piscina y asistimos a su primera vez en el mar. Fue fantástico ver cómo nadaba una vez que pasó la rompiente y se la liberó de la silla”. Rememora el abrazo con Mary, “una señora, que sufrió un ACV y que hacía 20 años que no entraba al agua”. También las experiencias compartidas con Susana, Marco y Joaco. Dice que son muchos para nombrarlos a todos pero que cada uno le dejó una vivencia conmovedora, única e imborrable. “Soy un millonario emocional”, se define, con la piel erizada y las lágrimas al borde de los ojos.

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