En marzo del 2020, Tamara Díaz le diagnosticaron retinopatía diabética, perdió su visión en su ojo izquierdo y se sometió a varias cirugías para evitar perder por completo la vista en el ojo derecho, con el que hoy solo ve de forma frontal. Con 29 años, su vida cambió. La joven tuvo que aprender nuevos desafíos como el uso del bastón, técnicas de orientación y movilidad, pero ella necesitaba otro tipo de apoyo para mejorar su autonomía: un perro guía. Tres años después de la devastadora noticia, sus vecinos la ayudaron a conseguir a Astor, un labrador que rápidamente se convirtió en el nuevo integrante de su familia.
Según explicó la joven oriunda de Zárate, provincia de Buenos Aires, padece una afección ocular que daña los vasos sanguíneos de la retina -debido a una complicación con la diabetes que padece desde los siete años-. Ella tenía que someterse a un tratamiento para evitar que perdiera su visión, pero no pudo completarlo porque el país se paralizó ante el inicio de la cuarentena por el COVID-19. En ese entonces, los hospitales solo atendían casos relacionados al virus.
Ocho meses después de su diagnóstico, en diciembre, asistió a una cita médica. Allí le informaron que su cuadro había avanzado al no poder continuar con el tratamiento y un mes después, Tamara perdió la visión de su ojo izquierdo. “Hoy tengo un resto visual en el ojo derecho que fue operado cuatro veces y del que solo veo de forma frontal.Si todo sale bien puedo conservarlo con una nueva cirugía o puedo salir del quirófano completamente ciega”, contó la joven a TN.
De a poco, Tamara fue adaptándose a su nueva vida, con altibajos, pero siempre acompañada por su familia, especialmente por su pareja, Mauricio, con el que convive hace 12 años. “En todo momento estuvo ahí, porque la vida de los dos se vio afectada”, relató.
La búsqueda de Astor, su nuevo compañero de vida
A mediados de 2022, su cuñada, mamá de un nene con parálisis cerebral, le sugirió que consulte acerca de los perros de asistencia. Fue en ese momento cuando Tamara se interesó por conocer el rol que cumplen y empezó informarse. En medio de la búsqueda, conoció a la Escuela de Perros Guía Argentina (EPGA), que se ubica en Quilmes, a más de 110 kilómetros de su Zárate natal.
La Escuela de Perros Guía es la primera y única en Argentina, certificada por la Federación Internacional de Perros Guía. Fue creada por Carlos Botindari en 2010 y desde entonces entrenan lazarillos para personas ciegas o baja visión. Algunos de ellos, y Tamara, consideran a estos fieles compañeros como la mejor opción para moverse sin problemas fuera de su hogar.
La joven zarateña solicitó los servicios del escuela, respondió una encuesta de personalidad y detalló su rutina diaria para que los especialistas le asignen un perro que se adapte a su estilo de vida. Pero, Tamara no tenía el dinero para conseguirlo. “En un momento, desistí de la idea, pero una amiga me incentivó y se comunicó con el Club de Leones de Zárate para iniciar una campaña y recaudar fondos”, le comentó a TN.
Los vecinos de la ciudad bonaerense participaron de la colecta y la ayudaron a poder tener a su perro guía. La campaña se difundió mediante las redes sociales de Tami bajo el nombre: “Un perro guía para Tami”. Algunas de ellas fue “una pollada solidaria”, torneos de fútbol, una “cruzada” del puente Zárate, y muchos más. Gracias al aporte y al apoyo de muchos zarateños, en menos de seis meses, logró su objetivo.
Finalmente, el 15 de mayo del 2023 llegó Astor a su vida. Hoy, relata sus vivencias junto a su gran compañero al que tanto buscó a través de sus redes y el nombre cambió a “Astor, un perro guía y Tami”.
Astor es un labrador negro entrenado por Brenda Coria, de la EPGA. Además, Tamara hizo un curso adaptativo de tres semanas junto a la entrenadora.
El entrenamiento de Astor y el resto de los perros guía
Astor nació en la Escuela de Perros Guía Argentina. Él y los demás cachorros proviene de una línea de sangre certificada por los Estados Unidos. El establecimiento solo entrena labradores porque son amigables, activos y se adaptan fácilmente. Astor -que aún no estaba en los planes de Tami- fue adiestrado por Brenda Coria, directora de entrenamiento de la EPGA.
Brenda hace 15 años que trabaja entrenando perros. “Primero fui paseadora, después hice un curso de adiestramiento de perros domésticos y luego me especialicé en perros guía”, le contó a TN. Entrenar lazarillos no es una labor de semanas ni meses, sino que lleva hasta dos años de trabajo.
El adiestramiento inicia cuando el cachorro tiene tres meses en un sector del establecimiento denominado puppy garden. “Empezamos a enseñarles las ordenes básicas como sit y down –sentarse o pararse en inglés-. Siempre desde el cariño y el juego”, relató Brenda.
A los seis meses o cuando cuentan con el esquema de vacunación completo, comienzan a ser entrenados para realizar cuestiones cotidianas: desde salir a caminar marcando los obstáculos de la vía pública, como son los escalones, rampas hasta usar un transporte público. Dentro de esta etapa de entrenamiento, los perros viven con una “familia sociabilizadora” para que conozca como relacionarse con los humanos y un hogar.
A los dos años de trabajo, el lazarillo ya está listo para formar el binomio,la unión formada por la persona con discapacidad visual y su perro guía. Luego de ocho años, se los jubila y se quedan con los usuarios como mascota. En caso de que esto no sea posible, los reciben en la escuela y les garantizan una vida llena de cuidados.
Brenda comenta que hay algunos inconvenientes que suelen repetirse durante los entrenamientos: no le permiten subir a un colectivo, tren o subte o ingresar a un restaurante con el perro guía en formación. Sin embargo, estos fieles compañeros están amparados bajo la Ley 26.858.
Esta norma dicta que tanto los adiestradores como personas con discapacidad pueden viajar en transporte público acompañados de su perro guía correctamente identificado con el logo y credencial oficial. También entrar y permanecer en cualquier establecimiento público y privado de acceso público. Para Brenda existe una “falta de capacitación” en la sociedad y también desconocimiento de la Ley nacional que fue sancionada en 2013.
Astor y Tamara, una conexión inmediata
En mayo, Astor y Tamara van a cumplir un año juntos y lograron formar una “familia de tres” junto a Mauricio, su pareja. Desde que entró al hogar de la joven, no pasan un segundo sin el otro. “La conexión con Astor es tan fuerte y directa. Somos uno, porque vamos a todos lados juntos. Yo camino con él y me siento segura. Para mi, la correa es el cordón umbilical porque es por donde trasmitís todo”, relató.
Para entender su confianza hacia su lazarillo, la joven psicopedagoga comentó que Astor le marca absolutamente todo lo que pueda generar un peligro mientras va caminando, como por ejemplo, algún desnivel en la vereda o un pozo. Además de que su perro guía llegara a su vida, también tuvo que aprender técnicas de movilidad y orientación que facilitan a una mayor autonomía personal y a manejar el bastón que solo se utiliza cuando sale sin su lazarillo.
Cuando Tamara y Astor salen a la calle, él lleva puesto un arnés, correa y manillar. La joven resalta que es muy importante no distraerlos ni tocarlos cuando están en la vía pública porque allí es donde desempeñan su labor de guía o con el comportamiento adecuado según el lugar en el que están. Al llegar a casa, ya no lleva puesto su arnés, por lo que puede disfrutar de mimos, juegos y descansar.
El diagnóstico de retinopatía diabética le quitó algo muy importante para Tamara, pero por otro lado, nunca hubiera conocido a su fiel compañero canino. “Astor es mi familia y lo elijo todos los días”, finalizó.
Fuente: TN