Paragüería Víctor: el negocio familiar que sobrevive al paso del tiempo

Historias para contar Slider costado

Abrió en 1957 y se constituye como una de las pocas que quedan en Buenos Aires. Elías Fernández Pato y su hijo Víctor, sus dueños, continúan con un oficio que fue fundamental décadas atras.

En una esquina de Boedo, específicamente Independencia y Colombres, resiste al paso del tiempo la paragüería Víctor. Y no solo a los años, sino a la pandemia, al cambio climático, a la sequía y a los problemas de importaciones. Detrás de este negocio se encuentra una familia: los Fernández Pato; Elías, el padre, y Víctor, su hijo.

Paragüería Víctor: su historia

El negocio nació en el barrio porteño de Boedo el 21 de septiembre de 1957. Una década más tarde se mudó a dos cuadras, del lado de Almagro. Sus primeros dueños fueron Elías y su esposa, Haydeé. Elías Fernández Pato es oriundo de Ourense, Galicia -la provincia de los paragüeros- pero fue al mudarse a Argentina que aprendió con sus primos el oficio. Haydeé era nieta de fabricantes de paraguas de la lluviosa Ourense. Años después, tuvieron a Víctor, quién creció entre paraguas con un destino ya sellado.

Durante el menemismo se abrieron las exportaciones, por ende dejó de ser competitivo armar paraguas en el país. Comenzar a venderse en Argentina los provenientes de China, el único país que fabrica íntegramente este producto y lo exporta.

Los obstáculos

En Buenos Aires llueve cada vez menos, lo cual es el principal obstáculo para las ventas del lugar: el 98% de los productos que venden son paraguas.

“Hasta hemos vendido juegos de cubiertos, sábanas, teteras de porcelana, para sobrevivir cuando estábamos rodeados de negocios que vendían paraguas, en los ochenta y noventa. Muchos ya desaparecieron”, contó Víctor a Clarín. “Ahora nuestra competencia no son las paragüerías: queda una en Flores, otra más chica en Talcahuano y Córdoba, y no mucho más. Competimos en cambio con los súper y las farmacias, que también venden paraguas”, agregó.

Acerca de la razón de su supervivencia a lo largo de más de 65, Víctor admite que no fue solo suerte, sino también saber adaptarse a los tiempos.

FUENTE BILLIKEN

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