Padeció una enfermedad que no le permitía salir de su casa, empezó a chatear en francés y conoció a su compañero de vida: la historia de Ester Stekelberg

Historias para contar

Ester Stekelberg fue taxista, locutora y productora de radio. También traductora gremialista y docente. Hoy vive en Francia, con una historia muy particular.

En el 2000 padecía una enfermedad por la que no podía salir de su casa, y empezó a chatear en francés. Lo hizo a sugerencia de un compañero que le aseguró que así recuperará el idioma. No solo recuperó la lengua, sino que encontró un amor de origen galo. Hoy, la vida la encuentra en Yerville, un pueblo de Alta Normandía, a 178 kilómetros al norte de París y muy cerca del Canal de la Mancha. Ester tiene doble nacionalidad, voto, y milita en el pueblo donde tiene a su marido. Pero nunca estuvo cien por ciento en Francia porque en Rosario están su hijo, nuera, nietos, amigos y profesión.

Así es que Stekelberg sigue haciendo Hipótesis desde Yerville. Hipótesis es un histórico programa de radio rosarino. Fue creado junto a Eduardo Aliverti y Miguel Ferrari en LT8, y acaba de cumplir 35 años. Ester lleva 32 años, desde uno y otro país. Para ella no es solo un programa de radio. Es una escuela de vida, donde estuvieron y están muchos de sus maestros.

Pero no siempre fue todo así para Stekerlberg. Dice ella que la radio fue el “sino” de su vida, desde que nació en San Luis y Mitre, en el art decó Palacio Nápoli. Unica hija de una familia laburante, con un padre ucraniano y “escuchador serial de radio”, que la llevaba de la mano a cantar al club de los Ruxcolitos, un programa dominguero de la Radio Splendid (ex LT2), por entonces ubicada en Corrientes y Santa Fe. Y una madre maestra que no ejerció como tal y que también la llevó de la mano, pero a aprender francés.

Una mujer de radio se va gestando

Ella siguió pegada a la radio mientras trabajaba de taxista en Rosario. Una versión de Rolando Rivas femenina que anduvo por las calles rosarinas hasta que chocó. Esa es una de las historias, en realidad. Porque Stekelberg, entre otras cosas, había estudiado francés e iba a la cancha todos los domingos cuando Central jugaba de local.

Ester vivió su época de estudiante en los setenta. Toda una etapa para los jóvenes argentinos. En el año 1984, quien era su marido le apuntó que, en el diario, había salido un aviso sobre la Escuela de Locución de la Vigil, a cargo de Quique Pessoa, periodista que ella escuchaba. Le ofrecen, mientras estudiaba, una pasantía en LT8. Por aquel entonces la marcó el hecho de trabajar en producción radial en una época donde las mujeres eran pocas en los lugares de decisión.

Y llegó un momento clave: se incorporó a un grupo denominado los Qunquias (Cicuentones), aunque ella era cuarentona. Alguien del grupo le comentó que había leído el libro de un argentino: Marelle (Rayuela, de Julio Cortázar). Así Ester terminó noviando dos años con Michel, a quien amorosamente le dice “Mich” y convirtiéndose en su pareja tras celebrar una boda. Con monedas que había ahorrado en una botella se compró un pasaje a Europa, y ahora continúa escribiendo su historia a corazón partido: mitad en Francia, mitad en Rosario…

FUENTE: SER ARGENTINO

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