Una mujer que buscaba su propia identidad y unas ganas increíbles de ayudar a los demás. La historia que desborda solidaridad…
Clara de la Torre ama la naturaleza, el cuidado del medio ambiente y la tierra. Su proyecto nació de la profunda necesidad de vincularse con una cultura que todavía estuviera integrada a la naturaleza para ayudar a preservar el saber y hacer ancestral de muchos artesanos descendientes de la ultura Andina, Aymaras, Qechua…
En la semana del medio ambiente, la historia de Manto respeta las estaciones, el mundo que lo rodea y la naturaleza que lo mira; ponderando los valores ancestrales del trabajo artesanal y convirtiendo el textil en diseños contemporáneos que dan valor a su origen y tradición. Clara, junto a dos socias, forman un solo núcleo que sueña, incentiva, inspira en hacer y en crear para dar vida a la marca.
Motivaciones para crear Manto
“El lugar, la tierra, lo natural. Vivencias más reales, más conectadas a necesidades y ritmos naturales. Vi la posibilidad de aportar mi mirada y fortalecer un saber y una necesidad. Me inspiró la naturaleza y cultura del lugar. Compromiso más allá de uno mismo, trabajar con un grupo de artesanos con una necesidad concreta. Trabajar para el otro y con el otro”, cuenta Clara. Cada prenda demora un mes en realizarse y están hechas a mano y de manera sustentable.
Cómo comenzó la aventura
Luego de 10 años de trabajar en un banco, Clara presentó la renuncia porque realizaba un trabajo de supervivencia que no tenía nada que ver con su identidad. Tiempos de cambios, en los que no tenía bien claro qué hacer. Quedó embarazada y tuvo tiempo para pensar y analizar: allí se dio cuenta el cambio que estaba emergiendo dentro de ella. Un día, fue a una paletería artesanal de un amigo en Palermo y le comentó su deseo de viajar y de realizar algo artesanal, y él le propuso viajar al norte argentino para buscar una cultura diferente. Con el bebé, se fueron a Salta y luego a Jujuy.
La propuesta de Manto
En Manto sienten la necesidad de contribuir con la comunidad generando sustentabilidad, optimizando sus recursos, aportando una nueva mirada, respetando sus ciclos y naturaleza. Esto se ve expresado través de la búsqueda permanente que hacen en relación al textil y el uso de materiales alternativos; generando un diálogo entre el mundo andino y su saber textil y el mundo conceptual y proyectual del diseño urbano, haciendo que estos dos mundos se relacionen y se nutran a través de los abrigos creados. “El proyecto hace hincapié en respeto y el cuidado a los ritmos, tradiciones y costumbres de los artesanos con quienes trabajamos”, deslizó Clara de la Torre. Buscan armonía, un diálogo, un diseño con estampas y formas para que las prendas reflejen emociones, vibraciones y frecuencias para conectar y sentir.
Los aprendizajes y desafíos de trabajar con comunidades artesanas del norte de Argentina
“Me surge espontáneamente una sonrisa me llena el alma. Hemos creado relaciones familiares basadas en el respeto y honestidad. Hemos aprendido de sus ritmos, de su sencillez, de su estar presente. Nos elegimos mutuamente. Creemos que la gente que trabaja con la tierra en forma sustentable tiene y conserva principios y valores. Quienes trabajan con sus manos saben del esfuerzo y valor, sienten en su propio ser las fuerzas de la creación, están conectados”, agregó Clara.