Magalí Druscovich: “Reconstruir la memoria es reconstruir la vida”

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POR SEBASTIÁN SAAVEDRA

Las fotografías, los relatos, las historias. Apasionada por todas ellas, Magalí Druscovich desarrolló una muestra llamada “Abrigar esperanzas”. En ella mantiene viva la historia del Holocausto, un suceso que jamás debe ser olvidado. Porque claro, como toda historia, sino se transmite está destinada a repetirse. Y para que nunca más nadie tenga que vivir algo así, nos sumergimos en este viaje retrado por Magalí.

-¿Cómo surge la idea de la muestra de fotos con los sobrevivientes del Holocausto?
El año 2021 tuve el honor de conocer a Francisco Wichter (el único sobreviviente de la lista de Schindler en Argentina), quien hoy tiene 96 años. Hace un tiempo que Francisco viene relatando su historia con fotos y texto. Su idea es que no caduce la memoria y pasar la posta de generación en generación. Cuando lo conocí era presidente de todos los sobrevientes de Argentina, se juntaban todos los miércoles en un salón del barrio de Once a jugar al burako y tomar té. Había también eventos de música, pero lo que más rescaté era que había mucha vida y mucha risa. Así fui conociendo a cada uno de ellos y me empezó a parecer muy intersante juntar la “mirada de los sobrevivientes”. Retraté a 17 en la muestra llamada “Abrigar Esperanzas” de la Shoá. La muestra es una iniciativa que surge de la Secretaría de Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el marco de que se cumplen 40 años de democracia.

-¿Qué es lo que la gente puede ver en ella?
La misma consta de 17 retratos de sobrevivientes acompañados por una frase que ellos dijeron. En las entrevistas que le realicé a cada uno me gustaba terminar hablando sobre el presente y contar cómo fue su historia. El que hoy cada uno hable y nos cuente qué fue lo que ocurrió, es una manera de mantener la memoria viva, y que ésta no termine quedando en el olvido, pasando así de generación en generación. La frase es algo que les pedí que me digan lo que querían dejarle a esas generaciones. Además, los retratos tienen una particularidad: son dípticos. Por un lado hay una foto fuera de foco, y por el otro lado una en foco. La idea tiene distintos significados, pero en este caso el “fuera de foco” remite al pasado, a lo que se perdió. No hay que olvidarse que son comunidades y familias enteras que no pudieron sobrevivir, de hecho, ellos son los únicos que pudieron hacerlo dentro de sus familias. El cambio al foco es el camino que los llevó a estar de pie, a poder construir sus familias con esas historias detrás, y ser escuchados, obvio.

-¿Por qué la decisión de hacerlo en un espacio público?
Reconstruir la memoria es reconstruir la vida, y por eso cuando me propusieron hacerlo en la vía pública me encantó ya que contribuye al pensamiento que el ejercicio de la memoria es para todos, y no solamente para quienes la van a buscar a un museo. Se encuentra en la Plaza de la Shoá, al lado del Paseo de la Infanta, y es muy lindo ver a la gente recorrer la muestra porque tal vez están en el espacio haciendo otra actividad, y de repente se topan con el proyecto. Las repercusiones fueron muy conmovedoras, la gente se la pasa sacándose fotos y haciendo preguntas.

-¿Cuándo nació tu pasión por la fotografía?
Me apasiona contar historias, y todo lo que se desprende de ellas para poder transmitirlas. La fotografía es una consecuencia de este desafío de poder contar lo que nos pasa. Me interpelan mucho las historias de resilencia, así que mi inicio y mi accionar están atravesados por eso.

-¿Algo más que quieras agregar?
Ante tanto resurgimiento de odio y negacionismo, es importante seguir reflexionando sobre lo que nos pasó, y entender que los sobrevivientes estuvieron casi 50 años sin contar nada. Esto no es un acto privado de cada familia, es un acto de todos donde nos atraviesa, o atravesó, y ante eso no debemos quedarnos quietos: el movimiento evitará que nos vuelva a pasar.

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