Investigadores de distintos laboratorios del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de La Plata (CIDCA/UNLP), que es parte del Conicet, trabajan en la elaboración de galletitas de trigo más saludables y proteicas, a base de harina de tomate, legumbres y semillas.
Galletitas y bizcochos, aliados inseparables del mate, los hay de todas formas, tamaños, sabores y colores: dulces y salados, con grasa, con semillas, rellenos, crocantes y no tanto.
El Código Alimentario Argentino (CAA) los define como “numerosos productos a los que se les da formas variadas antes del horneado de una masa elaborada a base de harina de trigo u otras o sus mezclas”, a la que se le pueden adicionar distintos ingredientes como leche, almidón o féculas, endulzantes, jugos vegetales, frutas y substancias grasas.
La Argentina, principal consumidor de galletitas y bizcochos del mundo
Según datos de la Subsecretaria de alimentos y bebidas, del año 2014, se estima que cada argentino consume alrededor de 10 kilos de estos productos por año. Por eso, el objetivo de este trabajo conjunto es que quien esté comiendo estas galletitas no solo no se esté generando daño, sino que además esté comiendo algo que le esté haciendo bien.
El proyecto busca aportar características nutritivas que eviten que estas galletitas incrementen los factores de riesgo de las denominadas Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT), que constituyen la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Específicamente, las investigadores elaboraron estas galletitas sobre una base de harina de trigo agregaron harina de garbanzos, polvo de tomate y semillas de chia y amaranto.
“También probamos con harina de arvejas pero afectaba al sabor que deseamos, así que la eliminamos”, recuerda Puppo, y explica que la harina de garbanzos aporta proteínas complementarias a las del trigo porque tiene un aminoácido denominado lisina, que en el trigo es deficiente pero en las legumbres se encuentra por encima del nivel recomendado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
FUENTE AMBITO