Aunque pueden llevarse a lo largo del año, las túnicas se han convertido en una pieza básica del vestidor de todos los veranos. Es que esta prenda es perfecta para llevar durante todo el día combinándola de diferentes maneras y eligiendo los accesorios indicados. “La versatilidad de las túnicas es única. Con el mismo modelo, vas a la playa durante el día con el traje de baño debajo y a la noche le sumas accesorios con brillo como una vincha con piedras o un clutch y sos otra“, comenta la influencer Angie Diaz O’Kelly, de visita en el showroom de Mariah Moda Social, una marca surgida en plena pandemia especializada en túnicas y que, a causa de su alto contenido solidario, está dando mucho que hablar en las redes.
La colección de la marca es amplia, con modelos en todos los colores, largos y texturas, muchas con detalles de aplicaciones de piedras y bordados en canutillos. Tiene una característica clave en estos días: es inclusiva, lo que significa que se adapta a todos los talles y generaciones. “Ayudar e incluir es el objetivo de este proyecto. Quiero que todos puedan vestirse con lo que realmente les quede bien y que el dinero de esas prendas se destine a quienes lo necesitan”, sintetiza la empresaria Mariah Schutz sobre su propuesta de moda con propósito social.
La empresaria siempre se interesó por lo solidario y desde hace varios años colabora de forma permanente en diferentes organizaciones. Sin embargo, fue éste el año en que decidió dar un paso más. Creó Mariah moda social, el emprendimiento que tiene por objetivo vender prendas hechas a medida por artesanos de la costura -como modistas, bordadores y diseñadores- y destinar el 100% de su recaudación a ONGs que brindan ayuda a diferentes sectores de la sociedad. Algunas de las sugeridas son: Mamis Solidarias, Damos más, Equs, y el Centro Kabbalah Argentino. No obstante, cada cliente puede decidir a qué ONG quiere donar su plata.
La idea surgió a raíz de una experiencia personal. Schutz sufría desigualdades con respecto a los talles estándar de la mayoría de las marcas y decidió mandar a hacer ropa a medida. Fue así que pudo empezar a vestirse con las cosas que realmente le gustaban. “Uno tiene que usar lo que le queda cómodo y lo que le haga sentirse bien”, cuenta. La gente la empezó a parar por la calle para preguntarle de dónde era esa ropa de talla grande, tan linda. Y a partir de ver esa aceptación, se animó a hacerlo para los demás.