“Las bicis son mis piernas”: el cordobés que encontró en el ciclismo adaptado su superación

Historias para contar Slider costado

Hace casi dos décadas, Bruno Butassi, de San Agustín, está en silla de ruedas. Ahora, compite en exigentes pruebas con una bici empujada por sus brazos.

 “Las bicis son mis piernas, me llevan a todos lados, son mi libertad”, cuenta el cordobés Bruno Butassi. Los dice convencido apenas baja de su bici adaptada –una rutera tipo handbike– en la que logra rodar con la fuerza de sus manos y sentado.

Se mueve en silla de ruedas, que usa en su vida cotidiana y laboral. Su trabajo es el arreglo de electrodomésticos y de herramientas eléctricas en la localidad de San Agustín, en el centro del mapa cordobés.

Pero cada vez que puede, deja la silla para subirse a la bici adaptada. Necesita ayuda para subirse, pero una vez allí ya no para correr. Sus amigos cuentan que comenzó a averiguar todo solo, a buscar la bici y el entrenador, y hace cuatro meses y que no para.

“Cuando te da el aire en la cara, te sentís más vivo; ya está, olvidás todos los problemas, sólo es naturaleza y disfrutar de la vida”, comenta a La Voz. La síntesis es tan afirmativa y abre tantos consejos que no requieren un mayor análisis.

Bruno tiene hoy 42 años, pero a los 23 sufrió un dolor de garganta. “Me dieron un anitibiótico fuerte, me bajó las defensas, después un virus y terminé con encéfalomielitis aguda”, recuerda sobre el origen de la patología que desde entonces no le permite caminar ni pararse sobre sus piernas.

Reconoce que nunca fue un gran deportista, pero ahora es su desvelo. Hace apenas unos días participó en una de las carreras más difíciles del país, en Neuquén, en Los Siete Lagos (60 kilómetros). En su categoría sólo nueve tenían discapacidad, pero era participativa y no competitiva. Llegó bien, pero no había ganadores.

TREPAR Y SEGUIR

Fue una campaña solidaria la que le ayudó a comprar su bici adaptada. Y después también se sumaron algunos sponsors. Ahora cuenta con una bicicleta para entrenar a diario.

Todos los días trepa los caminos rurales de San Agustin a Calmayo. Los ciclistas conocen cuántas dificultades hay que sortear para atravesar esas montañas por ese camino de tierra sembrado de piedras. Ese trayecto le demanda una preparación diaria de tres horas.

Con el orgullo en la mano y la satisfacción de haberlo logrado, contó a este diario que en la carrera de Neuquén bajaba a una velocidad de 65 kilómetros por hora. Vale la reiteración: se impulsa con sus brazos y no con sus piernas.

Aunque lo ayudan para subirse a la bicicleta especial, el resto es pura fuerza de sus brazos, que también entrena, para estar al alcance de sus desafíos.

Bruno acepta hablar con este diario y dice que quiere aprovecharlo para sugerirle a la gente que “pase lo que pase, nunca hay que bajar los brazos, y hay que seguir”.

En esa línea, recomienda que “tener la cabeza ocupada en algo positivo, como un deporte, es lo mejor; ayuda más de lo que uno puede imaginar, porque hay que salir adelante”.

“En la bici, cuando ya empezás a sentir que te pega el aire en la cara, comenzás a sentir la adrenalina y no te sentís discapacitado”, reflexiona.

Entre sus sueños, no descarta contactar a más personas que cuenten con su misma realidad para sumarlos a entrenamiento, y avanzar. “La vida hay que vivirla de una o de otra manera, no quedarse encerrado”, acota, tras agradecer a quienes lo apoyan y lo alientan.

EL ENTRENADOR

Ariel Márquez es el entrenador de Bruno desde hace cuatro meses y remarca cómo ha evolucionado su estado físico. Lo califica como “talentoso y humilde” a la hora de reconocer sus logros.

Por caso, en la última carrera “trepó una montaña con un ángulo de ascenso cercano al 12 por ciento”. Esto quiere decir que la trepada fue similar al camino del Observatorio de Bosque Alegre, comparó para que se dimensione el esfuerzo.

En esa competencia, Márquez contó que en algunos tramos los ciclistas no discapacitados debían bajarse por el alto esfuerzo y hacían sectores caminando con la bicicleta al lado. En ese marco, citó que Bruno sorteó cada obstáculo con la fuerza de sus manos.

El entrenador recordó que “en las manos tenemos casi un tercio de fuerza menos que en las piernas”. Por eso hace especial hincapié sobre el rendimiento deportivo de Bruno, porque asegura es mayor el esfuerzo que el que se hace rodando con las piernas. “Su fuerza de voluntad es notable”, concluyó.

FUENTE: LA VOZ

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