La investigadora graduada en la Universidad Católica de Argentina (UCA) trabaja con el galardonado Benjamin List, en el instituto Max Plank de Alemania.
Puede decirse que la ciencia local es parte del último Premio Nobel de Química. Es que la rosarina Gabriela Gerosa trabaja, en el marco de su posdoctorado en el Instituto Max Planck de Alemania con Benjamin List, uno de los científicos laureados.
La Real Academia Sueca de Ciencias otorgó el miércoles pasado el Premio Nobel de Química a List, del Instituto Max Planck de Alemania, y a David MacMillan, de la Universidad de Princeton de Estados Unidos, “por el descubrimiento de la organocatálisis asimétrica”, un desarrollo que permite construir moléculas de manera más ecológica y motoriza avances importantes en el área de la investigación farmacéutica.
Equipo List
List, quien nació en 1968 en Frankfurt y se doctoró en 1997 en la Universidad Goethe de Frankfurt, hoy está a cargo de un equipo de 30 profesionales en el instituto Max Plank en la ciudad alemana de Mülheim an der Ruhr. Entre ellos se encuentra Gerosa. La rosarina, que tiene raíz familiar en Villa Amelia, centró su trabajo en la química verde de los organocatalizadores y tiene a “Ben” como su tutor académico. “No esperábamos para nada este reconocimiento, en los últimos años el premio se lo estaban otorgando a temas más relacionados con biología y no a química pura, fue todo muy inesperado“, resaltó desde la sede el Instituto Max Plank en el que realiza su posdoctorado. El mismo edificio que el miércoles pasado se tiñó de color y festejo para agasajar al premiado List.
El investigador alemán estaba de vacaciones con su mujer en Amsterdam pero al recibir la noticia del Premio Nobel viajó rápidamente a Mülheim an der Ruhr, donde fue recibido con champagne y aplausos por los más de 300 integrantes del instituto.
La emoción y el orgullo por ser parte del equipo se destacan en cada palabra de Gerosa. El vínculo con List comenzó hace varios años. Luego de graduarse en química industrial en la sede local de la Universidad Católica de Argentina (UCA), realizó su doctorado en el Instituto de Química Rosario (Iquir) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) con Ariel Sarotti. En 2017, mientras cursaba su doctorado como becaria del Conicet, aplicó para una beca de Bunge y Born y viajó por seis meses para hacer una estadía en el laboratorio del científico laureado.
“Siempre me interesó la química verde”
“Siempre estuve muy interesada en la química verde. Hay distintos tipos de organocatalizadores, distintas moléculas, distintos tipo de activación y la reacción con la molécula, pero estos catalizadores son orgánicos”, explicó. La ventaja de utilizarlos es que “además de ser verdes son más aplicables a más compuestos“.
Gerosa se muestra orgullosa de la formación que logró en el Iquir junto a grandes profesionales como Silvina Pellegrinet. Al terminar su doctorado eligió al Instituto Max Planck de Alemania para su carrera posdoctoral y List la aceptó para integrar su equipo de trabajo. “Hice mi licenciatura en química industrial en la UCA en Rosario, trabajé un tiempo en la industria, y después decidí hacer mi doctorado con el grupo de Ariel Sarotti”, relató. Luego aplicó a una beca para hacer una instancia en un Max Plank. Como hizo su doctorado en organocatálisis le envió un mail a List, que enseguida la aceptó.
“Estuve seis meses en 2017 y después volví a Argentina. Hace dos años y medio regresé a Alemania para hacer mi posdoctorado con Ben“, contó Gerosa, quien tiene un contrato hasta marzo en el instituto alemán. Dijo que le encantaría poder continuar desarrollándose en ese equipo de trabajo, aunque también está abierta a toda oportunidad que pueda aparecer.
La investigadora se entusiasma con que, después del Premio Nobel, la disciplina que estudia “siga creciendo“. La organocatálisis está considerada más ecológica y tiene la ventaja de no emplear metales. “A la hora de sintetizar, de preparar, un medicamento a veces pueden quedar trazas de metales en los medicamentos y estos metales muchas veces pueden ser tóxicos. A veces uno tiene que trabajar de manera extra para remover las trazas que quedan en la droga, por eso este desarrollo se considera más verde, más amigable con el medioambiente“, explicó Gerosa.