La influencer de la construcción: ofreció enseñar gratis su oficio y tuvo miles de ofertas

Historias para contar Slider costado

La mujer era periodista, pero tras una depresión, decidió cambiar de vida. La propuesta que lanzó en sus redes sociales sorprendió a los seguidores y es todo un éxito.

María Gabriela “MaGa” Tomassoni se dedica a la construcción. Además, es muy activa en redes sociales, en las que suele compartir sus trabajos y obras terminadas con sus más de 20 mil seguidores.

Fue precisamente a través de Twitter en donde, la semana pasada, lanzó una idea que, según detalla, no terminó de darle forma, y se llevó una gran sorpresa. Propuso que, algún propietario que necesite hacer arreglos o refacciones en su casa la ponga a disposición para que ella le enseñe el oficio a las personas que quieran aprender.

Recibió una catarata de ofertas. “Hoy hacer un arreglo cuesta mucha plata, no todos están en condiciones de afrontar esos gastos”, dijo.

 “Busco propietario en CABA que tenga una casa vacía y, que esté dispuesto a intercambio justo. Que me permita ocuparla por tiempo indeterminado para usarla como lienzo para enseñar, haciendo todas las reparaciones necesarias para que quede como nueva”, escribió Maga al expresar solo una idea, del “millón” que se le ocurren a diario. “¿Es muy loco?”, preguntó en el mismo tuit. A sus seguidores no solo no les pareció algo loco, sino que les generó entusiasmo y una gran cantidad quiso poner a disposición su casa y otros tantos también se postularon para aprender.

En este contexto, la influencer de la construcción admite que se sorprendió por las reacciones y reafirma que, si bien hay muchos aspectos que habría que revisar y definir, tiene una enorme voluntad de trabajar y enseñar al mismo tiempo. “Twitter es como mi red social principal. Ahí me enojo, hago catarsis y también tiro estas ideas que se me ocurren”, cuenta.

 “El objetivo ahora es encontrarle la vuelta a esa idea para que pueda ‘cerrarle’ a todas las partes. Tampoco conozco los detalles legales como para que pudiese llevarse adelante sin problemas”, aclara.

Maga le dedica tiempo y paciencia a sus redes, en donde es “Mamá construye”, a través de las que comparte y muestra detalles de restauraciones, pintura y obras completas que realiza. Sin embargo, no cuenta con la disponibilidad para armar tutoriales exclusivamente para explicar.

La idea de eneñar estaba, pero la verdad es que no tengo tampoco un equipo muy grande para hacerlo, y a la vez yo trabajo y vivo de esto, entonces no puedo dedicarme de lleno a grabar”, explica. “No se comó va a terminar esta idea, pero vamos a ver”, se entusiasma.

 “Hay un montón de mujeres que quieren aprender e insertarse en el mercado laboral”

maría gabriela tomassoni

La constructora pone especial atención en que mujeres que están fuera del mercado laboral, en situación de vulnerabilidad y en muchos casos víctimas de violencia de género, puedan aprender el oficio. “Cuando necesito para algún trabajo, tomo a mujeres o las recomiendo cada vez que puedo”, dice.

“Hace un tiempo me viene dando vueltas en la cabeza la idea de ayudar a las que necesiten salir de ese círculo de violencia, o que no tengan manera de mantener a los hijos”, sostiene.

“Esto es algo que me permite trabajar cuándo, dónde y cómo quiero. Entonces se puede articular con el colegio de un chico y mantener su rutina. Todo mientras tenés un trabajo digno y no dependés de nadie”, remarca.

Maga, de 50 años, es periodista de profesión, especializada en tecnología (“Trabajo en redes sociales desde 2008″). Orgullosa mamá por 5 y abuela por una, repasa cada capítulo de los últimos seis años, en los que su vida y sus rutinas dieron un giro completo.

Reconoce que sus días comenzaban muy temprano y no tenía un horario establecido de cierre, dado que a diario transitaba una carrera para cumplir con las responsabilidades laborales, de los chicos y la vida personal.

A raíz de un pico de estrés muy grande que sufrió en 2015 debió ponerle un freno al ritmo, pero las cosas no salieron como esperaba. “En un momento colapsé. Y cuando eso pasó, me empecé a frustrar. Me sentaba y no podía escribir, que era lo que hacía todo el tiempo”, recuerda. “Terminé con una depresión importante y estuve un año sin salir de mi casa. Primero no salía de mi cuarto y después de mi cama”, cuenta.

El panorama cambió de forma rotunda en 2018, con la insistenca de una amiga que se había mudado a San Martín de los Andes y necesitaba ayuda para hacer arreglos y modificaciones en la casa. “Fui por 15 días y me quede 6 meses”.

A Buenos Aires, regresó otra Maga. “Me di cuenta de que era feliz con eso. Me levantaba a la mañana con ganas de terminar lo que había empezado. Renuncié a todos los trabajos que tenía en ese momento”, relata.

Definitivamente, fue su mejor decisión. Las refacciones comenzaron a copar su tiempo y entre llamados de amigos y familiares, termió con recomendaciones y pedidos de trabajos. “Me levanté de una depresión muy grande de la que no hubiera salido sin este laburo”, confiesa. “Cambié mi vida a los 45 años. Dándome cuenta de todo lo que pasó, ya no me da miedo un cambio. Si esto mañana me deja de hacer feliz, empiezo a hacer otra cosa”.

Entusiasmada constantemente, el aprendizaje vino de la mano un poco de la intuición, la práctica, talleres y voluntad. “Hago constantemente cursos sobre nuevos materiales, técnicas que me interesan, que resuelven cuestiones que a lo mejor de otra forma no podés resolver”, detalla la constructora.

Después mucho fue intuitivo todo. Por ejemplo aprendí a cambiar una pesiana y a revocar con mi abuelo. Nunca pensé que me iba a poner a revocar para vivir”, se ríe. “Pero hay que reivindicar los oficios, que en el país se fueron destruyendo. Siempre se va a necesitar arreglar una puerta, una ventana una persiana. Es cuestión de tener ganas, averiguar, moverse”, cierra.

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