La historia de superación de la deportista Oksana Chousovitina

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Oksana Chousovitina decidió seguir compitiendo y hoy se acerca a un récord de nueve Juegos Olímpicos disputados. Todos los detalles.

Quizás por eso y porque atravesamos un ciclo olímpico sin precedentes de solo tres años es que perdimos un poco de perspectiva ese milagro japonés del Siglo XXI que fueron los juegos de Tokio 2021.

Gente de decir mucho desde el silencio, los japoneses ya habían dado un mensaje contundente al mundo en 1964 cuando el último relevo de la antorcha quedó en manos de Yoshinori Sakai, un muchacho nacido el 6 de agosto de 1945 en la prefectura de Hiroshima: sus primeros segundos de vida fueron los últimos para miles de compatriotas, bomba atómica de por medio. La capacidad de superación no necesariamente involucra la pérdida de la memoria.

Casi 50 años más tarde dejaron en claro que pocas sociedades como la suya sería capaz de reunir ciudadanos de más de 200 países mientras cientos de fronteras seguían cerradas hasta para los vecinos más confiables.Baloncesto - Masculino - Cuartos de final - Australia v Argentina

Entre una infinidad de imágenes tan inéditas como, esperemos, irrepetibles (los mejores atletas del mundo compitiendo ante tribunas vacías), algunas dejaron en claro que, a la par de la voracidad competitiva, el deseo de gloria y hasta algún camino desleal, el olimpismo todavía guarda espacio para reconocimientos que parecen de otros tiempos.

Pasó con el basquetbolista argentino Luis Scola , medalla dorada en Atenas, a quien, ante la inminente victoria de Australia contra su seleccionado se le tributó un homenaje espontáneo reconociendo su enormidad, jugadores y entrenadores rivales en los que ya eran sus últimos minutos como jugador internacional.

Y pasó con Oksana Chousovitina, una extraordinaria gimnasta uzbeka icono de su deporte, eterna en el ejercicio de salto y dueña de una historia de vida que trasciende los límites y, a la vez, atraviesa la historia de su disciplina.

Fue justamente un juego asiático el que marcó un punto de inflexión en su vida y abrió definitivamente la puerta a la leyenda.

De regreso de las competencias realizadas en Busan, en 2002, ella y su esposo, el luchador Bakhtier Kurbanov, recibieron un llamado urgente de su mamá desde el departamento familiar en Tashkent: su hijo Alisher, de solo tres años, había tosido sangre y en el hospital del barrio le diagnosticaban una posible neumonía.

La realidad fue devastadora. Alisher, en realidad, padecía leucemia.

Imposibilitada de darle un tratamiento en su país, una colega le advirtió sobre la posibilidad de buscar una solución en Alemania. Más precisamente en Colonia, donde viajaron poco tiempo después.

Vendieron el departamento y un auto. Aún así, solo les alcanzó para cubrir la mitad del tratamiento. La solución llegó gracias a la solidaridad de mucha gente y, sobre todo, a su enorme talento deportivo.

“Le pedí a las autoridades de mi país que me autorizaran a competir por Alemania, solo con la finalidad de recaudar dinero que me permitiera completar el tratamiento. Descubrí entonces cuanta más gente buena que mala hay entre nosotros”, explicó tiempo más tarde Oksana.Gimnasia artística - Bóveda femenina - ClasificaciónGimnasia artística – Bóveda femenina – Clasificación

Efectivamente, comprometida a competir por el Turnteam Toyota Club -aún hoy sigue haciéndolo- y a representar a Alemania en los juegos de Beijing, le regaló a su nación la medalla plateada en China. Y la Federación alemana le cubrió los gastos de un tratamiento exitoso que le permite a Alisher actualmente ver a su mamá desde las tribunas.

Más de 30 años después de su primer suceso cómo junior en la entonces Unión Soviética, Oksana anunció que los de Tokio representarían sus últimos juegos. Después de su último salto en la clasificación de la especialidad -quedó fuera de las ocho finalistas- el mundo de la gimnasia se detuvo para homenajearla. Rivales, entrenadores, dirigentes y voluntarios ovacionaron de pie y cada rincón del Centro de Gimnasia Ariake se conmovió ante lo que, imaginamos, era el cierre de una carrera insuperable.

Toda historia tiene detalles que se escapan y héroes que, por suerte, incumplen su palabra.

Chousovitina no solo no se retiró sino que, semanas atrás, ganó la medalla de bronce en la Copa del Mundo de Cottbus y siguió sumando puntos en otras pruebas soñando con conseguir un lugar en las pruebas de París 2024.

Un último detalle potencia la idea de que estamos ante un fenómeno irrepetible.

Oksana tiene 47 años, 30 más que muchas de sus rivales, a las cuales, además, supera con singular frecuencia.

FUENTE INFOBAE

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