La historia de Nora y su nieta Cata

Historias para contar Slider costado

“Cata”, nació en Rosario, al tiempo sus papás se separaron y Nora y su marido Lito la iban a visitar cada 15 días. Cuando tenía tres años, comenzó a tener convulsiones y su mamá dijo que no iba a poder hacerse cargo.

Fue entonces que Nora y Lito pidieron a la Senaf (Secretaría de la Niñez y la Adolescencia) una guarda para poder incluirla en la obra social y así costear sus tratamientos y rehabilitación. Desde entonces, ambos se hicieron cargo de la crianza y educación de Catalina.

Lito y Cata

“Asumir el papel de mamá fue un desafío porque los abuelos estamos para malcriar y abuelar y a mí me tocó contener, criar, enseñar y ser fuerte”, cuenta Nora a Diversidad. En este camino, se convirtió también en un pilar en la vida de Cata, trabajando día a día para que el día de mañana ella pueda lograr sus metas, sueños y anhelos y se convierta en una persona de bien.

“Ser abuela de ella es levantarme todos los días con una sonrisa y sentir que todos los días se puede, es un faro en nuestras vidas, un faro en el cielo. Alegra nuestras vidas”, afirma su abuela.

Junto a sus abuelos vive en La Calera, y desde los cuatro años asiste al mismo colegio, el Jesús María, de esa localidad. En ese lugar todos la conocen, los profesores, directores, hasta los miembros de la cantina.

Este año cumplió sus 15 y compartió un día especial con amigos y compañeros. Entre sus actividades Catalina deslumbra haciendo acrobacia en tela y le encanta competir.

Sus abuelos, quienes se encargan de su crianza y educación, son también quienes la acompañan a sus terapias, se ocupan de que evolucione y avance ante sus desafíos.

“A los abuelos que nos toca paternar quiero decirles que todo lo que hacemos con amor tiene doble premio los vemos disfrutar día a día y vemos sus avances”, reflexiona Nora y recuerda: “No hay que bajar los brazos porque el camino no es fácil”.

Fuente: Cadena 3

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