La historia de la doctora de zarigüeyas bebés: las salva de la muerte y les da una nueva vida

Mundo animal Slider costado

Agostina se recibió de médica hace unos años y dedica sus días a rescatar estos animales que, asegura, “son lo más dulce del mundo”. Los envuelve en mantas eléctricas y los alimenta por sonda.

El amor de Agostina Raccone por las zarigüeyas arrancó cuando era apenas una nena. En medio de la Costa argentina, un día de la playa junto a su familia, se encontró a una. Su mamá le explicó que venía de la familia de los marsupiales, mamíferos que terminan de desarrollarse fuera del útero materno, como sucede con los canguros, y ella quedó fascinada.

A partir de ahí siempre se interesó por ellas, pero fue recién en la adultez cuando le dio sentido a todo ese amor contenido. Un día, una zarigüeya abandonada en la puerta del Zoonosis de San Fernando, que había sido previamente tirada a las vías del tren, fue el puntapié para rescatarlas y darles una nueva oportunidad.

“Hay que bajar todo ese mito de que es mala o una rata. Es un animal autóctono y que está protegido por la ley, merece vivir como cualquier especie”, dijo.

El rescate de zarigüeyas: cuidados, comida y mucho amor

Agostina tiene 29 años y es médica. Lejos estaba su vida de dedicarse al cuidado animal, más allá del amor y respeto que tiene por todas las especies. Sin embargo, hoy está sumamente capacitada en el cuidado y crianza de zarigüeyas.

Su dedicación se debe más a una necesidad: las zarigüeyas son animales que muchas veces mueren atropellados por automovilistas y casi no hay personas que los rescaten y cuiden. Ella, que vive en una zona muy arbolada de San Isidro, las tiene como vecinas y así como en otros lugares es común ver perros y gatos en la calle, para ella es común tener la visitas de zarigüeyas. Pero no siempre supo como actuar frente a un animal que necesitaba su ayuda y es por eso que después de informarse, hoy brinda información a otros a que realicen sus propios rescates.

La cuenta de Instagram @comadrejas_zonanorte nació con ese fin: poder brindarle contención a quienes se topen con zarigüeyas abandonadas, perdidas o heridas. Tips para su cuidado, alimentación y posterior liberación, porque sí, las zarigüeyas no son animales domésticos, necesitan volver a su hábitat.

“Si alguien me escribe para preguntarme qué hacer primero le pido que me diga su peso, a partir de eso se puede determinar aproximadamente. Les doy la información necesaria para que afronte la situación”, detalló Agos.

Una vez que está determinada la edad, se establecen distintos “protocolos”:

“Si tienen entre 60 y 100 gramos todavía es lactante y se les da gatolac (una leche materna para gatos), pero si tiene más de 100, come papilla; y si pesa aún más se les da carne de pollo y frutas. Comen solo carne de pollo porque en libertad cazan pajaritos y son medio carroñeros”.

Sin embargo, hay una situación donde, aclara, ya no da indicaciones porque reconoce lo difícil que es: “A los bebés que tiene días los recibo yo. Cuando tienen 10 o 15 gramos y son muy chiquitos necesitan una atención especial y eso se aprende con el tiempo”, explicó.

Los cuidados de las más pequeñas. (Foto: gentileza Agostina Raccone)

“Protocolo” para el cuidado de una zarigüeya de días

“No se les da mamadera, se les da leche en una sonda con una jeringa porque, por ejemplo, los que tiene 4 centímetros no succionan y hay que darles de comer. Abajo les pongo una almohadilla eléctrica, los envuelvo en un pañal para imitar el marsupio de la madre, les pongo aceite de coco, porque si no la piel se les deshidrata. Es super complejo”, detalló.

Agos explicó que es muy importante mantener una dieta equilibrada en el caso de los recién nacidos. “Son omnívoros y necesitan proteína a full. Si vos le das frutas se exceden de azúcar y les desbalanceás el metabolismo. También se les da huevo”, detalló.

A pesar de conocer mucho sobre sus cuidados, asegura que fue rescate a rescate como aprendió: “Yo hasta que le agarré la mano se me murieron varias camadas, no es que de un día para el otro fui experta”.

Una vez recuperadas, llega el momento de la liberación: “Te contactas con la reserva, dependiendo de que zona sea, ellos te las aceptan. Si es una zarigüeya que tiene alguna contraindicación para estar ahí no la toman porque no las pueden cuidar las 24 horas.”

Pero aclara: “Si encontrás una que está al límite de la edad de ser independiente, dejala donde está porque son muy territoriales y no es una cuestión de sacarla de su lugar. Si es en un caso de que aparece alguna en un edificio o en una zona de Capital si te digo, llama a la reserva de la zona que ellos te los tienen que aceptar”, sostuvo.

Característica de las zarigüeyas: animales no domésticos pero llenos de amor

Los bebés tienen entre 4 y 5 centímetros.  (Foto: gentileza Agostina Raccone)

A pesar de que solo tienen dos ciclos al año, suelen parir alrededor de 10 crías. En barrios donde reina la vegetación suele haber bastantes y se alimentan, también, con insectos. Viven entre 2 y 3 años.

“Gracias a la página mucha gente me contacta y logro explicar esos detalles y ellos los cuidan. Se va generando una cadena donde cada uno agrega su granito de arena con lo que hace, ese era el fin: dar información para que la gente tenga donde acudir para despejar dudas porque en internet hay poco y nada”, detalló.

Agos remarcó que las zarigüeyas son animales autóctonos y que “están protegidos por ley”. “Tenerlos como mascotas o atentar contra su vida es ilegal. Si las matas es equivalente a que mates un yaguareté”, sostuvo.

También añadió que son animales solitarios y territoriales, muy hostiles entre su especie. “Yo liberé a dos en el jardín de mi casa y a la noche se agarran”, contó entre risas. “Cuando son bebes las mamás los tienen encima y durante el tiempo que son cachorros se llevan bien, pero después se separan”

Son muy inofensivos, tímidos y miedosos, según precisó Agostina. Además, ante un encuentro con humanos siempre prefieren escapar. Pero, si aparece una en tu jardín, no la eches, porque tienen un montón de beneficios: “Come cucarachas, garrapatas, combate plagas”.

“Hay que bajar todo ese mito de que es mala o una rata”, pidió la joven y concientizó sobre no humanizarlas porque no son mascotas. “Mucha gente me dice ‘me parece que está humanizada, quizás me la puedo quedar’, y no, son muy sumisas, pero no son animales domésticos, tienen que volver a su lugar lo más salvaje posible”.

Es por eso que las reservas naturales que se encuentran en distintos puntos de las provincias son quienes las reciben para reinsertarlas en su hábitat. “Los ponen en árboles para que trepen, les esconden la comida para que busquen, las adaptan para la vida silvestre”.

Finalmente, Agostina remarcó la importancia de su cuidado y preservación: “Me parecen hermosos, pero es más valiosa su importancia biológica y que es un animal autóctono. Sus vidas como individuos valen un montón”.

FUENTE: TN

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