Juan Ignacio Martínez tiene 8 años y es cordobés de pura cepa. Su historia nos demuestra una personalidad valiente e inspiradora, que no se deja vencer por ningún obstáculo. Juani nació con una enfermedad que le impide caminar, pero gracias a una fundación logró la libertad para movilizarse. Su historia se consolidó como un ejemplo de resiliencia y, por eso, los medios lo entrevistaron. Apenas tuvo oportunidad de hablarle a muchas personas a la vez, expresó que en todo este tiempo extrañó mucho ir a la escuela. Pero sigue esperando con ansias el nuevo comienzo escolar.
Juani aprendió a moverse con facilidad y naturalidad, siguiendo su esencia. Hace dos años, a través de la Fundación Jean Maggi, una ONG cordobesa sin fines de lucro creada para ayudar a niños con discapacidad a través del deporte, sus padres consiguieron la tricicleta con la que se desplaza por el barrio San Isidro, en Villa Allende.
Nacer batallando
Desde su nacimiento, Juan Ignacio se enfrentó a diferentes obstáculos. Nació con espina bífida, del tipo mielomeningocele, que, según señala la Asociación para Espina Bífida e Hidrocefalia, “es una malformación congénita en la que el tubo neural, un canal delgado que conforma el cerebro y la médula espinal, no termina de cerrarse correctamente”.
Hijo e’ tigre
Su papá Santiago Martínez Paz sabe que Juani es ‘hijo e’ tigre’ como establece el refrán argentino. “Al nacer con cuatro kilos y medio, siempre fue ‘un toro”, cuenta a los medios. Su mamá Silvana Beltrame, por su parte, recuerda que el mismo día en que nació fue operado de la malformación y siete días después, de hidrocefalia, para colocarle una válvula. “Y después, en la rodilla, para hacerle una extensión del ligamento”, cuenta a los medios.
Hoy en día el pequeño valiente se maneja solo, anda con la tricicleta y esos movimientos mantienen su musculatura. Además, cuenta con un equipo de profesionales que lo ayuda a mejorar día a día. Al principio, la familia pasó por etapas duras, entre el miedo y la incertidumbre, pero se fueron adaptando de a poco a todas las situaciones; y sobre todo, fueron confiando en la fortaleza de Juani. “Él es muy independiente. A veces pide ayuda para atarse los cordones”, narra su mamá.
Mi único héroe en este lío
La heroína de Juani no es de ciencia ficción. Es real y vive con él, se trata de su hermana Lara, de 10 años. Son compinches y muy unidos. Además, el pequeño tiene amigos del barrio con los que sale a pasear, y suma vínculos con los del colegio, a quienes no los pudo ver por la pandemia. Pero durante la cuarentena, estudió con su acompañante terapéutica y pasó a cuarto grado.
Sus padres están orgullosos y revelan que aprenden de él todo el tiempo. “Tenemos una filosofía, que es: siempre hay una forma de resolver algo”, marcan. Continuamente piensan en mejorar su calidad de vida y su motricidad. Por eso, cuando un compañero de trabajo de Santiago le habló de la tricicleta creada por la Fundación Jean Maggi, se involucró para saber de qué se trataba. Hasta que recibió una.
Andar en trici
Luego de un tiempo de adaptación y sin negar la resistencia inicial, Juani expresa que “la trici” es su compañera ideal, aunque tiene que dar “fuertes brazadas” para avanzar. “Pero me da libertad para visitar a mis amigos”, apunta. Se pasa a ella desde su silla de ruedas, la mueve con los brazos, la saca a la calle y se traslada a donde quiere, libremente y de repente.
Fundación Maggi
Esta organización fue fundada en 2016 por el cordobés Jean Maggi, ya entregó 600 en todo el país y armó una fábrica. Jean Maggi, quien perdió la movilidad de las piernas por la poliomielitis, y otros 15 referentes trabajan día a día para transformar vidas. Lleva entregadas 600 tricicletas en casi todas las provincias, sin ningún costo para las familias. Uno de los últimos proyectos es la fábrica, que funciona en el Espacio Quality, donde las fabrican chicos con discapacidad.
FUENTE: SER ARGENTINO
