Diego sintió que debía ayudar al medio ambiente y comenzó a aportar su granito de arena: trabaja de la mano de escuelas y propone divertidas misiones verdes. Su historia.
Un día de 2012 Diego Brailovsky se encontró con una botella que llegaba del mar, en una playa de Nueva Zelanda. No era de vidrio ni contenía mensaje, pero sí representó algo muy significante para su vida. “Me cayó toda la ficha de la problemática ambiental, que digamos, si bien yo ya lo venía sintiendo y viendo, en ese momento estaba solo y con esa botella tuve la necesidad de empezar a hablar de estos temas. Entonces nació Circo reciclado”, cuenta este “detective ambiental” y artista circense ecologista sobre el origen de su emprendimiento en tierras lejanas, en medio de un viaje de Work and holiday (trabajo y vacaciones).
Diego nació en la Ciudad de Buenos Aires y hace más de 15 años descubrió el circo. Se había recibido de diseñador gráfico en el Instituto ORT y en 2006 inició lo que el denomina “un viaje personal” que lo conectó mucho con la naturaleza y al mismo tiempo con las artes. “Es ahí donde me encontré con el circo y entonces me gusta decir que soy diseñador gráfico devenido en artista circense”, explica.
Primero empezó haciendo circo para las familias y enfocado en las infancias. Y pronto advirtió que la temática ambiental -que llegó después- podría funcionar muy bien en el entorno escolar, en un proyecto educativo. El emprendimiento Circo Reciclado (en IG @circo_reciclado) fue concebido para las escuelas. Todavía estaba en Nueva Zelanda cuando empezó a golpear las primeras puertas. “Nos acercábamos de forma independiente y autogestiva a proponer la función (en inglés) de circo reciclado, en ese momento, recycling circus. Caía muy bien porque como ellos venían reciclando hace muchísimas décadas y era una forma de recordar lo importante de la separación de residuos en el cuidado del medio ambiente”, destaca. Con su novia de ese entonces, con la que viajaba, hicieron 85 funciones en 8 meses, algo que definió como “una locura hermosa”. En ese momento entendí que era el principio de un camino muy largo”, recuerda.
Cuando se le venció la visa regresó de Nueva Zelanda, pero decidió continuar con su emprendimiento en Uruguay. Se encontró con otra realidad. Las playas estaban llenas de basura. Por lo que empezó a pensar cómo pensar y armar equipo para abordar la problemática desde la perspectiva de nuestra región. De ese modo, con la colaboración de compañeros y amigos artistas diseñaron propuestas que profundizaran en el tema. “Diseñamos otro tipo de actividades, creamos talleres, involucramos el juego, la reutilización y la creatividad”, resume sobre los inicios de este emprendimiento que ya cumplió 10 años, y del que siente haber aprendido mucho de los chicos.
El artista circense, que actualmente está en Buenos Aires, siente que todo fue un proceso muy enriquecedor y que lejos de bajar línea sobre lo que se tendría que hacer, con su grupo de artistas siembran semillas de preguntas para reflexionar cómo estamos habitando, consumiendo, relacionándonos con la naturaleza y entre nosotros mismos. “La problemática ambiental es socioambiental, involucra a las sociedades y nos afecta porque somos ambiente”, argumenta.
Las actividades propuestas para los chicos son muy diferentes, y el equipo, las renueva todos los años, siempre con ganas de cautivar a diferentes públicos y a la vez divertirse ellos mismos, estrenando obras nuevas. “Diseñamos espectáculos educativos con distintas temáticas, por ejemplo, la separación de residuos en origen, el cuidado del agua, la contaminación por microplásticos. También tratamos la alimentación saludable y la importancia de hacer ejercicio físico”. Las propuestas tienen ejes pedagógicos donde se trabaja la cooperación, el respeto, el diálogo y la escucha, el trabajo en equipo, que para ellos son pilares fundamentales. Para Circo Reciclado, la salida frente a la problemática es colectiva.
Por tal razón, no se quedan de brazos cruzados con los aplausos de su show y se esfuerzan por comunicar en las redes su trabajo, y conectar con otras organizaciones de la sociedad civil y en particular con los gobiernos, con los municipios y empresas privadas. En otro momento, explica el ecologista, se encontró con la necesidad de salir del ámbito educativo. “Nos pasaba que todo divino con los espectáculos y talleres, pero nos quedábamos con ese trabajo dentro de las aulas y no llegábamos a las familias. Entonces empezamos a generar e idear propuestas que llegaran a espacios públicos”, explica.
La creatividad manda. Los talleres están dedicados a la reutilización creativa, donde los chicos aprenden a hacer objetos de decoración, ecojuguetes, compost y huerta, siempre con materiales reciclables. Los talleres siempre son lúdicos y artísticos y fomentan una economía más circular.
Junto con los espectáculos y talleres, el grupo realiza intervenciones artísticas en formato itinerante. Son troupes de “artistas reciclados” que proponen su temática desde el vestuario. Usan cascos hechos con bidones, con CDs, picos de sifones. “Son divertidísimos y muy estéticos. Desde el arte le damos valor y enseñamos que no es basura”, enfatiza.
Esta propuesta es organizada por el Programa Escuelas Verdes, perteneciente al Ministerio de Educación, y el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana, en conjunto con Circo Reciclado, una organización que, a través de distintas propuestas lúdicas, acerca a los y las estudiantes contenido sobre la temática ambiental.
Con Carolina Crevecoeur, su coequiper, que es psicopedagoga, capacitan docentes para abordar esta problemática desde lo lúdico. En medio de estas ideas para renovarse año a año nació Detectives ambientales, “una misión” que realizan en las plazas de la Ciudad de Buenos Aires que hoy forma parte del Programa Escuelas Verdes, del Ministerio de Educación y el Ministerio de Espacio Público e higiene urbana. “Es una propuesta hermosa que llevamos a Escuelas Verdes y les encantó. En articulación con ellos, estamos llevando a las diferentes plazas una misión por cada comuna. Son 15 y nos quedan todavía por visitar 6 o 7. Vamos a seguir hasta noviembre. Plantamos una semillita de conciencia a través del juego y el arte y por otro lado seguimos acompañando a las escuelas de forma creativa”, explica.
Previo al encuentro, en las escuelas se les presenta a los chicos este video guiado por los detectives y ya entran en clima. Deben preparar sus binoculares construidos a partir de material reutilizable para llevarlos a la plaza el día del encuentro. La Misión Verde se realiza en todos los barrios, para que los alumnos conozcan el Punto Verde más cercano a la escuela, y sepan qué residuos pueden disponerse en ese espacio. El objetivo es sensibilizarlos en temas como la separación en origen, la reutilización de los residuos y el reciclaje.
FUENTE: INFOBAE