POR FERNANDA DI BENEDETTO
Recuerdo cuando estaba cursando los últimos años de la primaria allá por el 2006. Mis viejos siempre fueron muy abiertos y comunicativos, y me inculcaron desde casa la educación sexual que profesaban los libros para niños y niñas. Recuerdo que me compraron “¿De dónde venimos?” y “¿Qué me está pasando?”, y un diario íntimo para que anote los cambios que iba experimentando en mi cuerpo, la primera menstruación, mi primer corpiño.
No fue hasta que crecí y tomé conciencia de mi realidad que me di cuenta de que no era la misma que la de muchos otros, y que la Ley de Educación Sexual Integral sólo regía puertas para adentro. Terminé la primaria y me cambié de escuela, donde la desértica materia Ciencias Naturales se jactaba de enseñarnos Educación Sexual sólo por mostrarnos cómo están compuestos los llamados “sistemas reproductores”.
La Educación Sexual Integral está enmarcada en la Ley 26.150 promulgada en el año 2006 en nuestro país. Debería haber significado un antes y un después en el abordaje de estas temáticas, pero fue varios años después que distintos grupos se pusieron en campaña para sacar a relucir su potencial, y reivindicar la importancia que tiene en la vida de las personas desde muy temprana edad. Además, muchos de ellos integraron otras cuestiones propias de la Diversidad de las que antes no se hablaban, incluso al momento de la promulgación de la Ley y el posterior surgimiento del Programa Nacional de Educación Sexual Integral en el 2008.
Uno de estos grupos es el GPESI, un conjunto de juventudes promotoras de ESI que, a través del activismo en redes y barrios, buscan fomentar la educación sexual integral en todas sus aristas, y motivar a los y las jóvenes a tomar las riendas de su propia sexualidad, sus cuerpos y sus decisiones.
Surgió en Villa Martelli bajo en nombre de Jóvenes en Acción, en el cual tomaron conciencia sobre las desigualdades y vulneraciones de derechos que se dan de manera sistemática, adjudicando esta problemática a la falta de información sobre cuáles son esos derechos.
Entendiendo que la educación sexual se manifiesta en todos los ámbitos, “GPESI busca crear un movimiento colectivo promotor de ESI en distintos ámbitos. Nosotres trabajamos la ESI a través de 5 ejes temáticos: Cuerpos; Salud Sexual; Vínculos; Violencias y abusos; y Diversidades y disidencias”, comentan desde la organización, y añaden que “En todos lados, en todo momento, circulan mensajes sobre cómo debemos ser, hacer y relacionarnos y, por eso, necesitamos que esa educación sexual que ocurre y es una realidad, sea integral, es decir, que fomente nuestra libertad, que nos permita conocer nuestros derechos y construir las condiciones para integrar una sociedad mucho más justa”.
Es por esto que la lupa de GPESI está puesta no solo en educadores, si no también en juventudes de distintos barrios, promotores de derechos, y cualquier otro ámbito que sirva de plataforma para difundir los principios de la Educación Sexual. “Proponemos espacios de formación desde el juego, siempre apuntando a generar dinámicas participativas y horizontales entre juventudes y educadores”, comentan.
Desde diversidad sexual, violencias de género, abusos, hasta corporalidades diversas, diversidad funcional y sexualidad, GPESI realiza talleres e intervenciones adaptados al contexto de cada lugar en el que participan, lo cual no limita la integración a las temáticas, si no que la traslada a las personas que participan.
Sin dudas, actividades que impliquen difundir derechos humanos genera una gran satisfacción. “Lo que más disfrutamos, son los espacios de encuentro, de conexión, de miradas, de apertura, revisión y reflexión profunda para abrigarnos en un abrazo colectivo de realidades que se cruzan y nos hacen ver que no estamos solos/as”, expresan sinceros los y las miembros de GPESI.
Cuestionar los modos tradicionales como pata fundamental del grupo, proponiendo un sinfín de aristas para debatir en torno a cómo ejercemos la ESI diariamente, de manera individual y colectiva. De acá a 5 años, el grupo aspira, entre otras cosas, a expandir la ESI más allá del ámbito educativo: “Nos gustaría que la ESI se implemente de forma efectiva en todos los espacios educativos y que se extienda a entornos comunitarios populares, de educación no formal”, a la vez que sueñan con “una ESI que no sea adultocéntrica, que nos permita deconstruir lógicas verticalistas de la educación y que dé lugar a voces y participaciones diversas”
Construimos una ESI que respete y valore nuestras singularidades para ser una sociedad más libre y justa.
GPESI